Papa Francisco: Que el Jubileo ayude a todos a vivir la esperanza
CIUDAD DEL VATICANO (15 Mayo 2024).- El Papa se reunió con los participantes en la sesión plenaria del Dicasterio para la Evangelización, Sección para las Cuestiones Fundamentales en el Mundo, y reflexionó sobre la ruptura que se ha producido en la transmisión de la fe, invitando a que se promueva la espiritualidad de la misericordia: se necesitan respuestas eficaces a los jóvenes para superar el secularismo.
Es necesario dar una "respuesta eficaz" a
las nuevas generaciones "para que recuperen el sentido de la vida":
para Francisco, este es el camino para hacer frente al "secularismo de las
últimas décadas", que ha llevado a la "pérdida del sentido de
pertenencia a la comunidad cristiana" y a la "indiferencia"
hacia "la fe y sus contenidos". "Problemas serios" los
calificó el Papa en su discurso a los participantes en la plenaria del
Dicasterio para la Evangelización, Sección para las Cuestiones Fundamentales en
el Mundo. Francisco -que pidió a monseñor Filippo Ciampanelli, de la Secretaría
de Estado, que leyera el texto para evitar fatigarse, ya que aún no se ha
recuperado del todo del resfriado- se detuvo en la "condición en la que se
encuentran varias Iglesias locales", en la "espiritualidad de la
misericordia" y en la "preparación del Jubileo".
Recuperar
las relaciones con las familias y los centros de formación
Francisco se detuvo en primer lugar en el mundo actual
y subrayó que "la llamada a la autonomía de la persona, avanzada como una
de las reivindicaciones del secularismo, no puede ser teorizada como
independencia de Dios", porque es Dios quien, en cambio, "garantiza
la libertad a la acción personal". A continuación, abordó el tema de la
"nueva cultura digital" que está ofreciendo aportaciones "para
el progreso de la humanidad", por ejemplo en el campo de la medicina y de
la salvaguardia de la creación", pero que "trae consigo también una
visión del hombre que parece problemática" en cuanto a "la necesidad
de verdad que habita en cada persona, unida a la necesidad de libertad en las
relaciones interpersonales y sociales".
La gran cuestión que se nos plantea es comprender cómo
superar la ruptura que se ha producido en la transmisión de la fe. Para ello,
urge recuperar una relación eficaz con las familias y los centros de formación.
La fe en el Señor Resucitado, que es el corazón de la evangelización, para ser
transmitida requiere una experiencia significativa vivida en la familia y en la
comunidad cristiana como un encuentro con Jesucristo que cambia la vida. Sin
este encuentro, real y existencial, siempre se estará sujeto a la tentación de
hacer de la fe una teoría y no un testimonio de vida.
Incentivar
el ministerio del catequista
Sobre la "cuestión prioritaria de la transmisión
de la fe", el Papa recordó la importancia de la catequesis y el papel de
quienes "han recibido y recibirán el ministerio de catequistas", para
"ser fortalecidos en su compromiso al servicio de la evangelización".
A continuación, deseó que los obispos alimenten y acompañen "las
vocaciones a este ministerio, especialmente entre los jóvenes", para que haya
menos distancia entre generaciones "y la transmisión de la fe no parezca
una tarea confiada sólo a los ancianos", y los animó a buscar fórmulas
"para que el Catecismo de la Iglesia Católica siga siendo conocido,
estudiado y valorado", con el fin de extraer de él respuestas a
"nuevas necesidades".
Cuidar
la pastoral de los santuarios
En cuanto al tema de la espiritualidad de la
misericordia, también "contenido fundamental en la obra de
evangelización", Francisco exhortó a cuidar la "pastoral de los santuarios",
que debe "estar impregnada de misericordia, para que quienes acuden a esos
lugares encuentren en ellos oasis de paz y serenidad".
La misericordia de Dios nunca falta y nosotros estamos
llamados a testimoniarla y a hacerla, por así decirlo, circular por las venas
del cuerpo de la Iglesia. Dios es misericordia: este mensaje perenne fue
relanzado con fuerza y modalidades renovadas por san Juan Pablo II para la
Iglesia y la humanidad al comienzo del tercer milenio.
El
servicio de los misioneros de la misericordia
Relevante, para el Papa, es también el compromiso de
los misioneros de la misericordia en la administración del sacramento de la
reconciliación, porque "ofrecen un testimonio que debe ayudar a todos los
sacerdotes a redescubrir la gracia y la alegría de ser ministros de Dios que
perdona siempre y sin límites" y que "no sólo espera, sino que sale
al encuentro, va en busca, porque es un Padre misericordioso, no un amo, es un
buen Pastor, no un mercenario, y se llena de alegría cuando puede acoger a una
persona que vuelve, o la encuentra vagando por sus laberintos".
Cuando la evangelización se realiza con la unción y el
estilo de la misericordia, el corazón está más abierto a la conversión. De
hecho, se es tocado en lo que sentimos que más necesitamos, es decir, el amor
puro y gratuito, que es fuente de vida nueva.
Pronto
la carta apostólica que anuncia el Jubileo
A propósito del próximo Año Santo, Francisco esboza lo
que lo caracterizará y recomienda que la acogida de los peregrinos se exprese
"no sólo en las obras estructurales y culturales necesarias, sino también
en hacerles vivir la experiencia de la fe, de la conversión y del perdón,
encontrándose con una comunidad viva que da testimonio gozoso y
convencido".
Será un Jubileo en el que deberá emerger la fuerza de
la esperanza. Dentro de pocas semanas haré pública la Carta apostólica para su
anuncio oficial: espero que esas páginas puedan ayudar a muchos a reflexionar
y, sobre todo, a vivir concretamente la esperanza.
Redescubrir
la oración
Por último, el Papa recordó "que este año que
precede al Jubileo está dedicado a la oración" y nos invita a rezar más y
mejor, "en la escuela de María y de los santos y santas".
Necesitamos redescubrir la oración como experiencia de
estar en presencia del Señor, de sentirnos comprendidos, acogidos y amados por
Él. Como nos enseñó Jesús, no se trata de multiplicar nuestras palabras, sino
de dar espacio al silencio para escuchar su Palabra y acogerla en nuestras
vidas.
Por TIZIANA
CAMPISI/Vatican News
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