Estados Unidos: "República Dominicana por segundo año consecutivo en la Lista de Vigilancia de Nivel 2 en Informe Anual Sobre Trata de Personas 2024"

SANTO DOMINGO, República Dominicana (11 Julio 2024).- República Dominicana permaneció por segundo año consecutivo en la Lista de Vigilancia de Nivel 2, informó el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

En su Informe Anual Sobre Trata de Personas 2024: República Dominicana, el Gobierno de los Estados Unidos dijo que el “dominicano no cumple plenamente las normas mínimas para la eliminación de la trata de personas, pero está haciendo esfuerzos significativos para lograrlo”.

En el informe de 22 páginas Estados Unidos recomendó a la República Dominicana “examinar de forma proactiva y sistemática a las poblaciones vulnerables migrantes o indocumentadas y a los dominicanos de ascendencia haitiana, incluidos los que trabajan en los sectores de la agricultura y la construcción, para detectar indicadores de trata y remitirlos a los servicios de atención.

 

Alternativasnoticiosas.com deja a sus lectores íntegro el Informe de Estados Unidos sobre la Trata de Personas 2024 en la República Dominicana.

 

El Gobierno de la República Dominicana no cumple plenamente las

normas mínimas para la eliminación de la trata de personas, pero

está haciendo esfuerzos significativos para lograrlo. Estos esfuerzos

incluyeron la investigación y el procesamiento de más presuntos

traficantes; el aumento de la cooperación internacional en materia de

aplicación de la ley, incluso con Haití; y la finalización y aplicación de

procedimientos operativos estándar para prestar servicios a las

víctimas identificadas en las zonas fronterizas. El Gobierno investigó

a tres funcionarios por presunta complicidad en delitos de trata y

condenó a un agente de policía cómplice a una pena de prisión

significativa. El Gobierno también creó una guía sobre la prestación

de servicios a los proveedores de refugios y otros servicios, y finalizó

e implementó un nuevo Plan Nacional de Acción (PNA) antitrata. Sin

embargo, el Gobierno no demostró un aumento general de los

esfuerzos en comparación con el periodo del informe anterior. El

Gobierno identificó a menos víctimas; además, de manera sistemática

y persistente, no examinó de manera equitativa a las poblaciones

vulnerables de migrantes haitianos o indocumentados de ascendencia

haitiana ni remitió a las víctimas identificadas a los servicios, y al

parecer optó por no perseguir los casos cuando las víctimas eran

migrantes haitianos o indocumentados de ascendencia haitiana. El

Gobierno no investigó adecuada o equitativamente los casos de trata

laboral ni identificó a las víctimas de trata laboral. El Gobierno

tampoco adoptó el proyecto de enmiendas a la ley contra la trata que

eliminaría el requisito de probar la fuerza, el fraude o la coerción en

los casos de trata sexual que involucran a víctimas menores de edad;

no garantizó servicios adecuados para todas las víctimas; no financió

adecuadamente los esfuerzos contra la trata; y no proporcionó suficiente capacitación, recursos y tecnología a los funcionarios,

especialmente fuera de la capital. Por lo tanto, la República

Dominicana permaneció en la Lista de Vigilancia de Nivel 2 por

segundo año consecutivo.

RECOMENDACIONES PRIORITARIAS: Examinar de forma proactiva

y sistemática a las poblaciones vulnerables migrantes o

indocumentadas y a los dominicanos de ascendencia haitiana,

incluidos los que trabajan en los sectores de la agricultura y la

construcción, para detectar indicadores de trata y remitirlos a los

servicios de atención. *Garantizar la detección sistemática y equitativa

de indicadores de trata antes de la deportación. *Enmendar la ley

contra la trata de 2003 para eliminar el requisito de probar la fuerza, el

fraude y la coerción en los delitos de trata con fines sexuales que

impliquen a víctimas menores de 18 años, en consonancia con el

derecho internacional. *Aplicar plenamente la Ley 169-14 para

expedir documentos de nacionalidad a los dominicanos de

ascendencia haitiana que cumplan los requisitos, con el fin de reducir

la vulnerabilidad a la trata. *Expedir o renovar los documentos de

identidad a las poblaciones migrantes que reúnan los requisitos,

incluidos los trabajadores temporales, para reducir la vulnerabilidad a

la trata. *Finalizar un PNA para 2025 y años posteriores. *Mejorar la

puntualidad y la precisión de las inspecciones de trabajo y garantizar

una investigación coherente del tráfico de mano de obra. *Ampliar el

acceso sistemático a la asistencia y garantizar la capacidad para abordar las necesidades específicas y únicas de las víctimas

masculinas y femeninas. *Aumentar el número de traductores,

especialmente de Creole haitiano, para ayudar a identificar a las

víctimas y remitirlas a los servicios de atención e inspecciones

laborales. *Investigar y enjuiciar enérgicamente los delitos de trata y

buscar penas adecuadas para los tratantes condenados, incluidos los

funcionarios cómplices, que deberían incluir penas de prisión

significativas. *Garantizar que las víctimas potenciales de la trata de

menores, incluidas las que participan en bandas y en el tráfico de

drogas, sean examinadas, identificadas y derivadas a centros de

atención, y que no sean penalizadas indebidamente sólo por actos

ilícitos cometidos como consecuencia directa de haber sido víctimas

de la trata. *Proporcionar recursos humanos y económicos adecuados

y formación a las fuerzas de seguridad, los fiscales y los jueces para

combatir la trata, especialmente en las zonas situadas fuera de Santo

Domingo.

PERSECUCIÓN

El Gobierno mantuvo los esfuerzos de persecución, pero siguió sin

investigar y procesar adecuadamente los delitos de trata de personas

que implicaban trabajo forzoso, y la corrupción continuó siendo un

motivo de preocupación importante. La legislación dominicana

penalizaba la trata con fines sexuales y la trata con fines laborales.

La Ley de Contrabando y Trata de Personas de 2003 (Ley 137-03)

penalizaba todas las formas de trata laboral y algunas formas de trata

sexual y establecía penas de 15 a 20 años de prisión y multas. En

contradicción con el derecho internacional, la ley exigía una

demostración de fuerza, fraude o coerción para constituir un delito de

trata sexual de menores y, por tanto, no penalizaba todas las formas

de trata sexual de menores. El artículo 25 del Código de Protección

de la Infancia del 2003 tipificaba como delito el ofrecimiento, la

entrega o la aceptación, independientemente de los medios utilizados,

de cualquier persona menor de 18 años con fines de explotación

sexual, trabajo forzoso o cualquier otro fin que degradara a la

persona, a cambio de una remuneración o de cualquier otra

contraprestación, y establecía una pena de 20 a 30 años de prisión y

una multa. Todas estas penas eran suficientemente severas y, con

respecto a la trata con fines sexuales, acordes con las prescritas para otros delitos graves, como la violación. En el año 2020, el Gobierno

elaboró un proyecto de ley para eliminar la disposición que exigía la

demostración de fuerza, fraude o coerción para constituir un delito de

trata sexual de menores; la legislación seguía pendiente al final del

periodo cubierto por el informe.

El Gobierno inició 99 investigaciones sobre trata en las que estaban

implicados 77 sospechosos (89 casos de 69 personas por trata sexual

y 10 casos de ocho sospechosos por trata laboral, incluidos tres

casos de mendicidad forzada), frente a 29 investigaciones sobre trata

en las que estaban implicados 71 sospechosos (18 casos de 48

sospechosos por trata sexual, ocho casos de 19 sospechosos por

trata laboral y tres casos de cuatro sospechosos por formas de

explotación no especificadas) en 2022. Tres nuevas investigaciones

implicaban a presuntos funcionarios cómplices de la policía, la fiscalía

y el poder judicial; el Gobierno investigó a dos agentes de policía en

2022. El Gobierno continuó investigando 18 casos de trata con fines

sexuales en los que estaban implicados 12 sospechosos, frente a la

continuación de las investigaciones en siete casos en los que estaban

implicados 28 sospechosos (cinco casos de 24 sospechosos de trata

con fines sexuales y dos casos de cuatro sospechosos de trata con

fines laborales) en 2022. El Gobierno inició acciones judiciales contra

40 presuntos tratantes (24 por trata con fines sexuales, uno por trata

con fines sexuales y laborales, seis por trata laboral y nueve por

explotación no especificada, incluidos proxenetismo y adopción

irregular), frente a 36 presuntos tratantes (25 por trata con fines

sexuales, 10 por trata laboral y uno por formas de explotación no

especificadas) en 2022. El Gobierno continuó el procesamiento

iniciado en periodos anteriores de cinco sospechosos de trata con

fines sexuales. Entre los procesamientos nuevos y en curso, el

Gobierno procesó a 43 sospechosos en virtud de la Ley 137-03, frente a 74 sospechosos en 2022. Los tribunales condenaron a 20

traficantes sexuales (14 en virtud de la Ley 137-03 y seis en virtud de

otras leyes), incluido un agente de policía, frente a 23 traficantes (12

por tráfico sexual en virtud de la Ley 137-03 y 11 por proxenetismo en

virtud del Código Penal) en 2022. Los tribunales absolvieron a dos

acusados, frente a uno en 2022. Las sentencias para los traficantes

sexuales condenados oscilaron entre uno y 20 años de prisión con

multas; el agente de policía recibió 10 años de prisión. Algunas de

las investigaciones y procesamientos de los que informó el Gobierno

probablemente se referían a casos de pornografía infantil; el gobierno

no desglosó estos datos de los casos de trata. El Gobierno informó

que aplicaba la ley contra la trata de manera equitativa; sin embargo,

una organización internacional informó anteriormente que el Gobierno

a veces optaba por no perseguir los casos cuando las víctimas eran

migrantes o mujeres haitianas indocumentadas. Los observadores

también informaron, en la actualidad y en el pasado, que el sistema

de justicia no era igualmente accesible para las poblaciones

desatendidas, en particular los migrantes haitianos y las personas de

ascendencia haitiana, que limitaban sus movimientos y actividades

debido a la falta de documentos de identidad y a la amenaza

persistente de detención y deportación.

La Procuraduría Especializada contra el Tráfico Ilícito de Migrantes y

la Trata de Personas (PETT) y la Unidad Antitrata (UAT) de la Policía

Nacional son los principales cuerpos de seguridad que persiguen los

casos de trata, con unidades policiales en Santo Domingo, Punta

Cana, San Cristóbal, Puerto Plata y Boca Chica. La PETT tenía

enlaces en cada una de las 35 fiscalías de distrito de todo el país. El

Gobierno no disponía de tribunales especializados en trata. Las ONG

informaron anteriormente que la coordinación interinstitucional en los casos de trata había mejorado, pero el financiamiento y la capacidad

del Gobierno, especialmente en la investigación y realización de

operaciones a gran escala contra la trata, seguían siendo

insuficientes. Una ONG informó anteriormente que las autoridades

dedicaban casi exclusivamente sus esfuerzos de aplicación de la ley

contra la trata a abordar la trata sexual urbana y no hacían esfuerzos

significativos ni proporcionaban fondos para combatir la trata laboral

rural. Las ONG informaron anteriormente que las autoridades

dominicanas carecían de la formación y la tecnología adecuadas para

perseguir los casos y a veces favorecían los derechos del acusado

sobre los de la víctima. Las autoridades continuaron trabajando para

crear una Unidad de Ciber tráfico conjunta PETT- UAT y una Unidad

de Detección de Trabajo Forzoso e Infantil con equipos de alta

tecnología y un Módulo de Investigación Electrónica. El Gobierno

atribuyó el aumento de las investigaciones abiertas al uso de agentes

encubiertos que dominan el inglés, el francés y el Creole haitiano, así

como al uso de alianzas estratégicas con plataformas de servicios

digitales para apoyar los procesos de investigación en casos de trata

facilitada por Internet. La Policía Nacional también informó de la

mejora de la cooperación con la inteligencia militar.

La corrupción y la complicidad oficial en delitos de trata seguían

siendo motivos de preocupación importantes y crecientes, que

inhibían la acción de las fuerzas de seguridad. La Dirección General

de Migración informó que sancionó o destituyó a algunos funcionarios

de migración por aceptar sobornos y por amenazar a las víctimas,

filtrar información y detener ilegalmente a víctimas en casos de tráfico

ilícito de migrantes que podrían haber incluido elementos de trata.

Los observadores alegaron que los funcionarios de migración, policía

y militares con frecuencia realizaban detenciones ilegales con el

propósito de deportar a las víctimas potenciales, extorsionarlas

personalmente o negarles la debida compensación por el trabajo realizado. Con frecuencia, las autoridades privaban a las víctimas

potenciales de sus documentos de identidad y los confiscaban y, en

ocasiones, destruían. También negaban a las víctimas potenciales la

libertad de circulación y el acceso a alimentos, agua e instalaciones

sanitarias adecuadas. Las autoridades pedían sobornos a las

poblaciones vulnerables, entre las que probablemente se encontraban

las víctimas, incluyendo a los migrantes en los pasos fronterizos y los

puestos de control militar; Los sobornos podían consistir en dinero de

hasta 300 dólares, actos sexuales o incluso matrimonio a cambio del

paso fronterizo o documentos de identidad. Según informes

anteriores, los agentes de la UAT alertaban a los traficantes de la

inminencia de acciones policiales.

El Gobierno cooperó con al menos 17 socios internacionales en 45

investigaciones, frente a 10 socios internacionales en 11

investigaciones sobre trata en 2022. Por primera vez, las autoridades

informaron que habían cooperado con el Gobierno de Haití en varios

casos de trata. Las autoridades también incautaron bienes en una

investigación conjunta con las autoridades francesas. El Gobierno

firmó un acuerdo con una organización internacional y una red

internacional de fiscales para aumentar el intercambio de información,

y participó en varios seminarios regionales para funcionarios

encargados de hacer cumplir la ley, fiscales y funcionarios del

Ministerio de Asuntos Exteriores con el fin de compartir las mejores

prácticas en materia de aplicación de la ley y asistencia a las

víctimas. El Gobierno actualizó su Protocolo de Investigación

Operativa de los Delitos de Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes, que instruía a los funcionarios en la investigación y

persecución de la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes,

así como en la interacción con las víctimas y los testigos y la

identificación de sus necesidades de servicios. El Gobierno formó

ampliamente a funcionarios de migración, policía, trabajadores

sociales del Gobierno, miembros de la Fiscalía General, fiscales,

funcionarios de protección de menores, funcionarios laborales,

incluidos abogados laboralistas, y personal militar sobre diversos

temas, como la detección de delitos como la trata, la identificación de

víctimas, los servicios a las víctimas y la seguridad fronteriza, entre

otros.

PROTECCIÓN

El Gobierno mantuvo los esfuerzos de protección de las víctimas,

pero no examinó de forma proactiva y sistemática a migrantes

vulnerables o personas indocumentadas para detectar indicadores de

trata. Las autoridades informaron de la identificación de 74 víctimas confirmadas (68 explotadas en la trata sexual y seis en la trata

laboral) y dos víctimas potenciales, un niño y una niña haitianos en

casos de adopción ilegal, en comparación con 99 víctimas (90

explotadas en la trata sexual y nueve explotadas en la trata laboral)

en 2022. De las 65 víctimas de trata con fines sexuales identificadas

en el país, 28 eran mujeres, entre ellas 10 dominicanas, 14

colombianas, cuatro venezolanas y una peruana; dos eran niños

dominicanos; y 34 eran niñas, entre ellas 33 dominicanas y una

haitiana. Las seis víctimas de trata laboral identificadas en el país

incluían dos niños dominicanos y cuatro niños haitianos. El Gobierno

informó haber identificado a otras dos mujeres dominicanas adultas

víctimas de trata sexual y a un hombre dominicano adulto víctima de

trata laboral en el extranjero. El Gobierno informó no haber

identificado víctimas entre los dominicanos de ascendencia haitiana.

El Gobierno remitió a las 76 potenciales y confirmadas víctimas a los

servicios del Gobierno o a los servicios de ONG apoyados por el

Gobierno, en comparación con las 88 víctimas remitidas a los

servicios en el periodo del informe anterior; 73 aceptaron el refugio.

El Gobierno informó que las víctimas identificadas en el extranjero

recibieron servicios de sus embajadas, del Gobierno extranjero y de

una organización internacional. El Gobierno finalizó y comenzó a

aplicar los procedimientos operativos normalizados sobre

identificación, remisión y contra remisión de víctimas de trata de

personas en las provincias fronterizas y limítrofes, diseñados para

aumentar la cooperación interinstitucional y agilizar el proceso de

protección. El Gobierno utilizó un protocolo para derivar a los niños

migrantes y víctimas de trata a los servicios y actualizó un protocolo

existente sobre las necesidades de servicios para víctimas y

testigos-víctimas; también comenzó a desarrollar dos protocolos

adicionales, uno para adultos y otro para niños, para racionalizar la

derivación y la prestación de servicios. El Gobierno también informó

del desarrollo de una "caja de herramientas" para los funcionarios que

puedan encontrarse con víctimas en los aeropuertos, incluida la

formación del personal militar. En febrero del 2024, el Ministerio de

Asuntos Exteriores y un organismo gubernamental de asistencia

social firmaron un Memorando de Entendimiento para apoyar la

reintegración de las víctimas de trata que regresan del extranjero tras

ser identificadas por consulados o embajadas en el extranjero. La

Procuraduría General de la República y el Ministerio de Salud

también establecieron puntos focales de contacto e intercambiaron

enlaces para mejorar la coordinación de los servicios a las víctimas.

El Gobierno y las ONG informaron que las potenciales y confirmadas

víctimas adultas y menores recibieron servicios, como atención

médica y psicológica, alojamiento, alimentación, asistencia jurídica y,

en el caso de los extranjeros, asistencia consular y exención de tasas

e impuestos por estancia migratoria. Otros servicios disponibles incluían artículos de primera necesidad, como ropa y material

sanitario, servicios sanitarios especializados, asistencia jurídica,

incluida la obtención de indemnizaciones, y servicios de traducción.

Los funcionarios trasladaron a las víctimas que requerían atención

médica especializada a un centro de salud competente con personal

de seguridad. El Gobierno también proporcionó a los niños

educación, actividades recreativas y deportivas, y apoyo psicológico

para una posible reunificación familiar.

La Procuraduría General desembolsó fondos del presupuesto

general, según las necesidades, a la Unidad de Asistencia a Víctimas

de la PETT. El Gobierno informó que el Ministerio de la Mujer

prestaba servicios a mujeres adultas víctimas de trata con cargo a su

propio presupuesto, junto con financiamiento de una organización

internacional y dos donantes extranjeros. La PETT gestionaba un

refugio especializado con espacio para 55 personas y capacidad para

acoger a personas con discapacidad. El Ministerio de la Mujer

también gestionaba 16 refugios contra la violencia doméstica -uno de

ellos con servicios especializados para hasta 20 víctimas de trataque podían alojar a mujeres adultas víctimas de trata y a sus hijos de

hasta 14 años; el Gobierno remitía a los niños mayores de 14 años al

Consejo para la Niñez y la Adolescencia (CONANI) para que

recibieran asistencia. El Gobierno permitía a las víctimas adultas

elegir alojarse en propiedades individuales que gestionaba la fiscalía.

Las víctimas podían elegir quedarse en un refugio, pero las

autoridades no permitían que la mayoría de las víctimas salieran de

los refugios sin supervisión. El Gobierno informó que podía alojar a

víctimas masculinas o LGBTQI+ en los edificios de la fiscalía para proporcionarles atención especializada; sin embargo, una ONG

informó que el Gobierno no proporcionó refugio a dos víctimas

masculinas identificadas que, por lo tanto, permanecieron con los

tratantes. Los observadores señalaron que la remisión de las víctimas

a los servicios seguía siendo desigual, y las ONG informaron

anteriormente que las fuerzas del orden a menudo remitían a las

víctimas a la atención prestada por ONG y organizaciones

internacionales, ya que el Gobierno carecía de la capacidad técnica y

los procedimientos para atender las necesidades de las víctimas,

incluso en el refugio especializado. Las ONG también informaron de

la subutilización de los refugios gestionados por el Gobierno y de la

disponibilidad desigual de espacio en los refugios del Gobierno; las

ONG informaron que el refugio PETT no contaba con personal de

forma constante, lo que provocaba retrasos en los servicios. Las

organizaciones de la sociedad civil también contaban con recursos

limitados para atender al gran número de víctimas en el país.

 CONANI coordinó los servicios para las víctimas infantiles. El

Ministerio de Trabajo utilizó un protocolo para remitir a CONANI a los

niños víctimas de trata. La agencia de policía de turismo organizaba

el alojamiento de posibles víctimas infantiles junto con el CONANI y

las ONG. CONANI operaba 10 refugios para hasta 450 niños víctimas

de todo tipo de delitos, incluida la trata, pero no tenía un refugio

especializado en trata; un refugio brindaba atención a niños con

discapacidades. Una ONG gestionaba y financiaba en solitario otros

dos refugios que podían atender a víctimas de trata. CONANI

proporcionaba refugio a todos los niños víctimas confirmados y

potenciales identificados por las autoridades. Sin embargo, un

funcionario informó que, en la práctica, sólo un albergue aceptaba a

niños víctimas, y que su ubicación rural retrasaba la prestación

oportuna de servicios a los niños víctimas que con frecuencia eran

explotados en centros turísticos. Las ONG informaron previamente

que CONANI ocasionalmente luchaba por proporcionar un ambiente

apropiado y tratamiento psicoterapéutico especializado para los niños

víctimas.

El Gobierno informó que examinaba a las poblaciones de e riesgo,

como las personas dedicadas al comercio sexual y los migrantes,

para detectar casos de trata, e informó que identificaba víctimas a

través de sus evaluaciones. Sin embargo, observadores

gubernamentales y externos señalaron anteriormente que las

autoridades no aplicaban de forma coherente o eficaz los protocolos

existentes, en particular en lo relativo a la detección de migrantes

detenidos; el Gobierno no informó de la detección específica de

migrantes haitianos y personas de ascendencia haitiana para detectar

indicadores de trata. Los funcionarios a veces percibían a una víctima

de trata como participante voluntario o actor cómplice en una

operación de tráfico ilícito de migrantes; estas víctimas podían no

haber sido identificadas en el sistema de orden público. Las ONG

informaron anteriormente que habían intervenido en nombre de

posibles víctimas en los centros de recepción y pasos fronterizos para

evitar su deportación y remitirlas a los fiscales municipales. Es

posible que la policía haya penalizado a las víctimas de trata de

menores, en particular a las involucradas en bandas de robo o

narcotráfico, por delitos cometidos como consecuencia directa de

haber sido víctimas de trata. Una ONG también informó anteriormente

que la falta de intérpretes, especialmente del Creole haitiano, seguía

obstaculizando los esfuerzos de identificación y remisión de las

víctimas.

El Gobierno informó de que las víctimas podían obtener restitución

conforme a la ley de los acusados en causas penales o interponer rponer

acciones civiles contra los tratantes para obtener indemnización a

través de la PETT o del Ministerio de la Mujer, que también podía

proporcionar asistencia jurídica penal y civil y abogados de oficio para

representar a las víctimas; sin embargo, los tribunales no ordenaron

la restitución en ningún caso. Según los informes, los fiscales no

siempre reclamaban la restitución para las víctimas y, sin asistencia

jurídica pública, éstas a menudo no podían permitirse seguir adelante

con el caso. El Gobierno institucionalizó procedimientos a través de la

Procuraduría General para permitir a las víctimas solicitar más

fácilmente una indemnización; una víctima obtuvo una indemnización

como resultado de estos procedimientos, pero todavía no había

recibido el pago al final del periodo del informe. El Gobierno informó

que 68 víctimas identificadas por la PETT cooperaron con la

investigación o el enjuiciamiento de presuntos traficantes, incluso

mediante la presentación de testimonios escritos y entrevistas en

cámaras Gesell. Psicólogos apoyaron a las víctimas en el proceso

judicial, y el Gobierno informó que las víctimas tenían alternativas

para hablar con las fuerzas del orden, pero no informó cuáles eran

esas alternativas. El Gobierno no informó de la aplicación de un protocolo de entrevista judicial desarrollado previamente en

cooperación con una organización internacional específicamente para

niños víctimas y testigos de delitos de violencia sexual, aunque los

funcionarios utilizaron un protocolo existente que regía las entrevistas

para poblaciones vulnerables, incluyendo a los niños. Las autoridades

informaron que todas las víctimas tenían acceso a los servicios de

protección del Gobierno, independientemente de si decidían cooperar

con los procedimientos judiciales. Las autoridades brindaban

protección a las víctimas sobre la base de la evaluación de los

factores de riesgo individuales y no exigían que las víctimas

permanecieran en refugios para acceder a los servicios de protección;

las autoridades asignaban seguridad las 24 horas del día, los 7 días

de la semana, para las víctimas. Una ONG informó que los jueces

podían limitar los movimientos de las víctimas, desincentivando su

participación en las acciones judiciales. El Gobierno informó que

trabajaba con las misiones extranjeras de los países de origen de las

víctimas extranjeras para proporcionar servicios consulares y de

repatriación y representar sus intereses según fuera necesario. El

Gobierno remitió a siete víctimas colombianas adultas a una ONG

para su repatriación y una organización internacional ayudó con la

repatriación de dos víctimas dominicanas adultas identificadas en el

extranjero; el Gobierno y un gobierno extranjero pagaron cada uno el

pasaje aéreo de una víctima. Los funcionarios de las fuerzas del

orden continuaron colaborando en el ámbito nacional con una

organización de la sociedad civil que, según los sobrevivientes, los medios de comunicación y los expertos en la lucha contra la trata de

personas, no utilizaba un enfoque centrado en la víctima e informado

sobre el trauma. La ley contra la trata no ofrecía protección en materia

de migración a las víctimas-testigos extranjeras. El Gobierno informó

que no deportó a víctimas de trata identificadas; sin embargo, debido

a procedimientos de identificación no equitativos y a deportaciones

masivas de migrantes haitianos, incluidos aquellos con estatus legal,

y de dominicanos de ascendencia haitiana, es casi seguro que las

autoridades detuvieron, arrestaron y deportaron a algunas víctimas de

trata no identificadas. El Gobierno formó a sus psicólogos y al

personal de los refugios en asistencia a sobrevivientes en

cooperación con una organización internacional. El Gobierno celebró

dos seminarios virtuales para miembros de la sociedad civil sobre

identificación y remisión de víctimas.

PREVENCIÓN

El Gobierno mantuvo los esfuerzos de prevención, pero continuó

tomando medidas para obstruir activamente la capacidad de los

migrantes haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana para obtener o renovar documentos de identidad, lo que aumentó

significativamente la vulnerabilidad de estas personas a la trata. El

Ministerio de Relaciones Exteriores presidió la CITIM, la Comisión

Interinstitucional de Lucha contra la Trata de Personas y el Tráfico

Ilícito de Migrantes, que era el órgano nacional encargado de

coordinar los esfuerzos de lucha contra la trata. La CITIM finalizó y

utilizó un nuevo PNA contra la trata para 2022-2024 y se reunió en

seis ocasiones, entre ellas para debatir el proyecto de ley y la

aplicación del PNA. El Gobierno no asignó fondos específicos para

los esfuerzos contra la trata ni para la implementación de su PNA

vencido, más allá de los presupuestos operativos estándar para las

instituciones de la CITIM. El Gobierno, en colaboración con una

ONG, realizó un estudio de campo para consultar a los sobrevivientes

sobre el proyecto de ley. La Procuraduría General de la República

comenzó a desarrollar un mapa geográfico digital de la prevalencia de

la trata para dirigir los esfuerzos de sensibilización e investigación. El

Ministerio de la Mujer publicó un estudio realizado con un donante

extranjero sobre la capacitación de las instituciones responsables de

prevenir la violencia entre mujeres y niñas, incluida la trata. El

Gobierno organizó un seminario para socios internacionales sobre

estrategias de prevención.

Los organismos gubernamentales llevaron a cabo varias campañas

de sensibilización a través de las redes sociales, sesiones de

sensibilización de la comunidad en diferentes partes del país y

entrevistas en la radio y los medios digitales, sobre temas como la

sensibilización general sobre la trata, la identificación de las víctimas,

la explotación laboral y el trabajo infantil. El Gobierno también produjo

materiales informativos, incluso a través de las redes sociales, en

vallas publicitarias y en autobuses, en español, criollo haitiano y

braille. Las ONG afirmaron anteriormente que el Gobierno dependía

en gran medida de las organizaciones internacionales para la

asistencia en la investigación y las campañas de sensibilización. La

PETT disponía de una línea telefónica nacional dedicada a la trata

que funcionaba las 24 horas del día, los 7 días de la semana, e

informó que había recibido dos llamadas que permitieron identificar a

víctimas. Otras cuatro líneas generales, incluida una operada por una

ONG, también podían recibir llamadas sobre trata de personas en

español, inglés, francés y creole haitiano. El Gobierno también

mantuvo un sitio web para presentar denuncias.

 A pesar de las obligaciones del Gobierno de hacer cumplir sus leyes

laborales en virtud del Tratado de Libre Comercio con Centroamérica,

los observadores señalaron que la falta de documentación a la que se

enfrentaban muchos trabajadores en la agricultura, la construcción y

otros sectores los exponía al riesgo de sufrir abusos, incluido el tráfico

de personas. Los observadores señalaron que los trabajadores

haitianos indocumentados seguían sin poder solicitar y obtener un

estatus legal, lo que aumentaba el riesgo de trata. El Gobierno no

informó de esfuerzos para proporcionar tarjetas de identificación a los

haitianos en las zonas fronterizas. El Ministerio del Interior también

se negó a reabrir el proceso de naturalización para los apátridas

beneficiarios de la Ley 169-14 o a renovar los permisos de residencia

de más de 200.000 migrantes y dominicanos de ascendencia haitiana

que obtuvieron la condición jurídica en el marco del Plan Nacional de

Regularización de Extranjeros. El Gobierno informó que había

firmado certificados de naturalización para personas de ascendencia

haitiana a las que se había concedido previamente la ciudadanía

dominicana en virtud de dos decretos presidenciales; sin embargo, los

observadores señalaron que estas afirmaciones no podían

confirmarse de forma independiente. Los observadores señalaron que

prohibir los permisos de residencia a los haitianos y sus descendientes -incluidos los nacidos en la República Dominicana que

nunca habían estado en Haití- provocaba una falta de acceso al

sector laboral formal, a la educación secundaria y superior y a la

atención médica, y aumentaba el riesgo de deportación a Haití en

cualquier momento, lo que dejaba a estas poblaciones vulnerables a

la trata. La decisión del Gobierno de cerrar la frontera con Haití en

septiembre del 2023 y cesar la emisión y renovación de visados y

permisos de residencia para ciudadanos haitianos siguió aumentando

la vulnerabilidad de los haitianos a la trata. En octubre del 2023, el

presidente firmó el "Pacto Nacional sobre la Crisis en Haití", que

establecía cuotas de admisión para trabajadores temporales en

determinados sectores económicos; Sin embargo, los observadores

expresaron sus dudas de que el plan se tradujera en la expedición de

permisos de trabajadores temporales, y el Gobierno no estableció

ninguna cuota oficial de admisión ni ningún programa de trabajadores

temporales al final del periodo cubierto por el informe. El Gobierno

hizo algunos esfuerzos para abordar las vulnerabilidades entre las

poblaciones migrantes venezolanas. Por ejemplo, participó en un

proyecto regional de migración en cooperación con otros países y una

organización internacional para compartir información sobre las vías

de migración y las vulnerabilidades, especialmente entre los

venezolanos. En 2023, el Gobierno expidió 918 visados temporales

de trabajo y 147 de estudiante a venezolanos amparados por un

programa iniciado en 2021 para normalizar su situación en el país con

la posibilidad de trabajar o estudiar y acceder a la seguridad social,

frente a los 14.042 visados expedidos en el marco del programa en

2022. Los observadores señalaron que, por lo demás, el Gobierno no

ofrecía en general permisos temporales de residencia o trabajo ni

regularizaba la residencia.

El código laboral prohíbe el cobro de honorarios por la contratación de

trabajadores; la contratación de trabajadores mediante ofertas de

empleo fraudulentas; la tergiversación de los salarios, las condiciones

de trabajo, la ubicación o la naturaleza del trabajo; y la confiscación o

negación del acceso de los trabajadores a documentos de identidad.

El Gobierno informó que había reforzado su proceso de verificación

de los visados de trabajo y los contratistas de extranjeros para

garantizar el cumplimiento de la legislación laboral, pero no especificó

cómo. Los trabajadores no necesitaban un permiso especial para

cambiar de empleador. El Gobierno implementó un programa en

cooperación con una organización internacional en la frontera con

Haití para aumentar la eficacia de los inspectores de trabajo para

identificar la trata de personas y derivar rápidamente a las víctimas a

centros de atención. El Ministerio de Trabajo creó un cuestionario

que se utiliza durante las inspecciones laborales para detectar la

vulnerabilidad a la explotación laboral, incluida la trata de personas.

Los inspectores de trabajo también siguieron utilizando un manual de

inspección existente para garantizar el cumplimiento de la legislación

laboral. El Ministerio de Trabajo empleaba a 207 inspectores

laborales con un presupuesto anual de 345 millones de pesos

dominicanos (6 millones de dólares), en comparación con 255

millones de pesos dominicanos (4,4 millones de dólares) en 2022; el

Gobierno proporcionó capacitación continua a los inspectores.

Cuarenta oficinas del Ministerio de Trabajo pueden recibir quejas

sobre trabajo infantil electrónicamente, por teléfono o en persona; sin

embargo, el Gobierno informó no haber recibido ninguna queja de

este tipo. El Gobierno informó que realizó 53,294 inspecciones

laborales, en comparación con 62,478 inspecciones laborales en el

período del informe anterior. Los observadores informaron

anteriormente que el Ministerio de Trabajo no identificó

sistemáticamente la trata laboral; el Ministerio de Trabajo y el

Ministerio Público también carecían de capacidad de investigación,

recursos y opciones de aplicación para investigar y sancionar la trata

laboral. Las ONG también informaron anteriormente que las

autoridades no siempre realizaban las inspecciones laborales de

manera oportuna y que los informes a menudo contenían errores y

contradicciones que socavaban su credibilidad. Los observadores

señalaron que los inspectores de trabajo carecían de suficientes

traductores al creole haitiano. El Gobierno mantuvo acuerdos

laborales con dos gobiernos extranjeros para los dominicanos que

trabajan en el exterior. El Gobierno no hizo esfuerzos para reducir la

demanda de actos sexuales comerciales. En diciembre del 2023, el

Gobierno se unió al Grupo de Acción Regional de las Américas para

la prevención de la explotación sexual comercial de niños en viajes y

turismo. El Gobierno siguió participando en una operac ción

multinacional para identificar e investigar a personas que viajaban al

extranjero y habían sido condenadas por delitos sexuales contra

menores. El Gobierno informó que negó la entrada a un número

desconocido de individuos por ser potenciales turistas sexuales,

frente a los 330 del periodo del informe anterior. Las leyes preveían

el procesamiento de ciudadanos dominicanos implicados en

explotación sexual comercial infantil extraterritorial en el extranjero; el

Gobierno no informó de ningún procesamiento de este tipo.

PERFIL DE TRATA DE PERSONAS: Como se ha informado en los

últimos cinco años, los tratantes de personas explotan a víctimas

nacionales y extranjeras en la República Dominicana, y los tratantes

explotan a víctimas de la República Dominicana en el extranjero.

Mujeres y niños dominicanos, en particular de zonas empobrecidas,

son explotados en el tráfico sexual en toda la República Dominicana,

el Caribe, América del Sur y Central, Europa, Oriente Medio y

Estados Unidos. Según un estudio del año 2022, las redes familiares,

el reclutamiento a través de las redes sociales, la servidumbre doméstica, la desigualdad y la violencia de género, la falta de

información y educación, y la corrupción son las principales causas de

la trata de mujeres y niñas dominicanas en Costa Rica, España y

Suiza. Las víctimas extranjeras de trata, especialmente de Haití,

Colombia, Venezuela, otras partes del Caribe y Latinoamérica, y Asia,

son explotadas en la República Dominicana. Las detenciones y

deportaciones de migrantes se triplicaron en 2022 en comparación

con el año anterior, lo que probablemente se tradujo en un mayor

número de víctimas no identificadas. La República Dominicana tiene

la mayor población apátrida del hemisferio occidental; una ley de

2014 creó un mecanismo para proporcionar documentos de

ciudadanía o un proceso de naturalización a las personas apátridas,

pero la ley no se ha aplicado correctamente, dejando a más de

100.000 dominicanos de ascendencia haitiana efectivamente

apátridas y vulnerables a la trata. La precaria situación legal que a

menudo conduce a la deportación de migrantes haitianos y

dominicanos de ascendencia haitiana -muchos de los cuales no

pueden acceder a documentos de identidad y permisos de trabajo empeoró tras una disputa fronteriza por un canal y el aumento de la

violencia de las bandas en Haití; esto incrementó aún más el riesgo

de estas poblaciones de sufrir trata y abusos laborales, incluso en las

industrias agrícolas y de la construcción. Las redadas ilegales en las

que las autoridades de migración y otras autoridades dañan o

destruyen los hogares de las personas de ascendencia haitiana

aumentan aún más su vulnerabilidad a la trata. En el año 2020, el

Gobierno informó que los jugadores de béisbol reclutados en Cuba

para jugar en las ligas dominicanas podían ser vulnerables a la trata.

La República Dominicana es un destino de turismo sexual

-principalmente de Norteamérica y Europa- para el tráfico sexual de

menores. Un estudio realizado en el año 2022 reveló que la incidencia

de la trata sexual infantil disminuyó del 10 por ciento en 2014 al 2,2

por ciento en 2022, sin que se identificaran víctimas menores de 15 años; sin embargo, una de cada 45 personas en la industria del sexo

comercial ese año fue víctima de la trata sexual infantil. Los

traficantes suelen explotar a las adolescentes en el tráfico sexual

infantil en calles, parques y playas. Las ONG señalaron que la falta

de regulaciones y de aplicación de la ley en la industria del turismo

provocó un aumento de las víctimas de trata de menores. Los

tratantes que operan en redes siguen empleando métodos para

enmascarar sus actividades, incluido el uso de catálogos para vender

víctimas a clientes potenciales utilizando casas particulares,

apartamentos privados alquilados u hoteles de estancia prolongada

para alojar a las víctimas. La investigación del Gobierno en 2021

mostró que, durante la pandemia, los traficantes utilizaron cada vez

más plataformas en línea para la captación y explotación, una

tendencia que continúa después de la pandemia. En los casos de

explotación sexual de menores, se utilizan los chats de WhatsApp y

las redes sociales para atraer a los niños y explotarlos. Funcionarios

del Gobierno y ONG informan de un aumento de los tratantes que

reclutan a mujeres colombianas y venezolanas para bailar en clubes

de desnudistas y posteriormente obligarlas a dedicarse a la trata con

fines sexuales. La pandemia obligó a muchas empresas a prescindir

de trabajadores con salarios parciales o a despedirlos por completo,

lo que aumentó su vulnerabilidad a la trata. El Gobierno ofreció

subsidios de desempleo, pero muchos hogares buscaron

oportunidades laborales informales, lo que también aumentó su

vulnerabilidad al tráfico de personas. El Gobierno informó de un

aumento del trabajo infantil en 2021 debido a la pandemia. Las

autoridades dominicanas y las ONG han documentado casos de

niños obligados a trabajar en el servicio doméstico, la venta

ambulante, la mendicidad, el trabajo agrícola, la construcción, las

bandas de ladrones y el tráfico de drogas ilícitas. En 2020, el

Gobierno describió un aumento de las víctimas dominicanas de trata,

en concreto niños, traídos del interior del país a zonas turísticas

costeras. Los adultos son explotados en los sectores de la

construcción, la agricultura y los servicios. Las mujeres haitianas

informan que los traficantes a menudo se convierten en tratantes con

fines de explotación sexual a lo largo de la frontera, y los

observadores señalan que los tratantes operan a lo largo de la

frontera con impunidad y a veces con la ayuda de funcionarios

corruptos del Gobierno que aceptan sobornos para permitir cruces

indocumentados. Los pasos fronterizos no oficiales siguen sin estar

vigilados y son porosos, lo que deja a los migrantes -incluidos los

niños- expuestos a la trata de personas. En diciembre del 2021, los

medios de comunicación informaron de declaraciones de senadores

en las que afirmaban que la frontera entre Haití y República

Dominicana carecía de control oficial, lo que facilitaba la trata de

personas. Las personas LGBTQI+ sufren altos niveles de violencia, lo

que puede aumentar su vulnerabilidad a la trata. Durante el periodo

del informe anterior, se interceptó y devolvió a un mayor número de

niños no acompañados en riesgo de ser víctimas de trata desde los

mares que rodean Puerto Rico. El Gobierno informó que la población

dominicana en general no comprendía la naturaleza de la trata de

personas, aunque los observadores señalaron en 2023 que las

autoridades civiles reconocían cada vez más el problema.

 

 

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