El fracaso del pluralismo religioso: Todos los caminos llevan a Roma, ¿o no?

La sociedad occidental vive cada vez más relativizada. Un producto del desarrollo de la sociedad en sus diversos contextos, e que hablar de una verdad absoluta quizá resulta ofensivo y arrogante. 

Aún así, no se pueden negar los intentos cada vez más evidentes de querer procurar una sociedad unida y tolerante, con ciertas características comunes que procuren la paz y el bienestar social. Esta intención, desde hace varios años, también forma parte del espectro religioso.

Curiosamente, la misma sociedad con tendencias relativistas también está experimentando lo que algunos han llamado una “nueva apertura espiritual” (1). Esta tendencia, desligada de confesiones tradicionales, ve un importante comodín en la carta del pluralismo religioso, afirmando que todas las experiencias religiosas son iguales de válidas, por lo que es necesario tolerar y dejar ser libre.

En este artículo trataré brevemente la idea de “pluralismo religioso” a la que me refiero, y mencionaré por qué no es una propuesta coherente en sí misma. Y luego, ofreceré la propuesta que ofrece el cristianismo.

Poniendo las cosas en su sitio

Es necesario definir bien el concepto “pluralismo religioso”. David Clark (2) hace una triple distinción sobre lo entendido con ese término. El autor distingue la variedad religiosa (hay diversas religiones), la libertad religiosa (las personas pueden seguir o no una religión) y el pluralismo religioso. Este último concepto lo define como un sistema de pensamiento que afirma que «cualquier religión (o quizá todas) conduce a Dios o a la salvación» (3), lo que implica que, independientemente del camino espiritual que un individuo tome, siempre llegará al mismo objetivo religioso. Luego, define “exclusivismo religioso” como el sistema que afirma que «sólo una religión verdadera conduce a Dios»(4), distinguiendo una fe verdadera de las demás, la cual es necesaria que el creyente siga si quiere llegar a Dios o alcanzar la salvación. El exclusivismo religioso no niega ni la variedad ni la libertad religiosas, pero sí afirma que existe una única vía para llegar a Dios.

¿Es lógico el pluralismo religioso?

Aunque la propuesta de la “pluralidad religiosa” en el sentido mencionado es altamente atractiva, por otro lado es ilógica y contradictoria. Y es que incluso el sistema más ecléctico e inclusivo sigue siendo excluyente.

La mayoría de las religiones afirman algo acerca del hombre, de su origen y su destino; acerca de la(s) divinidad(es) y de otros aspectos fundamentales. Y es justamente ahí donde cae la lógica del pluralismo religioso. Si todas las religiones son igualmente válidas y útiles, todas sus afirmaciones son igualmente verdaderas. Ahora bien, este punto de partida entra en jaque al ver, por ejemplo, que mientras el cristianismo afirma una vía concreta de salvación, otras corrientes religiosas apuestan por caminos distintos, desde el ascetismo hasta el cumplimiento de códigos morales estrictos.

Este choque de cosmovisiones y definiciones no es por azar, sino que responde al reclamo que hace cada sistema religioso: todos afirman tener la verdad. No hay ningún sistema religioso que afirme ser falso. Sin embargo, la verdad por definición es autoexcluyente: si una afirmación es cierta, su opuesta es inmediatamente falsa. Así pues, con las religiones sucede lo mismo. Como afirma Norman Geisler, «dado que [las] religiones afirman verdades que se excluyen mutuamente, es obvio que no todas pueden ser correctas» (5). Este planteamiento no significa necesariamente que absolutamente todo lo que afirme otra religión sea falso, sino más bien que mucho de lo que es fundamental a la espiritualidad humana, está errado. Muchas religiones afirman que Dios creó el mundo, pero no todas afirman que un Dios trino lo creó para desplegar su poder, gloria y amor.

El cristianismo, una cosmovisión exclusivista

La propuesta de cosmovisión del cristianismo clásico (6) se fundamenta en tres pilares: Dios, el Hombre y la Redención.

El cristianismo clásico afirma que hay un Dios trino completamente bueno, amoroso y justo, que crea el mundo para desplegar su poder y amor. Él creó a hombres y mujeres libres e inteligentes con quienes compartió parte de sus características. En el uso de su libertad, la humanidad decidió apartarse de Dios dando lugar a acciones alejadas de la bondad y la justicia de Dios. Ante la infección de la maldad sobre la humanidad y la creación, Dios actúa entrando al mundo en la persona de Jesús, quien muere por los pecados de la humanidad y resucita tres días después, a fin de que los hombres puedan arrepentirse y reconciliarse con Dios. Así pues, solo hay un camino para la salvación: acercarse a Dios en arrepentimiento, creyendo en la obra de Jesús.

El cristianismo es esencialmente exclusivista. Jesús afirma que nadie viene al Padre si no es por él (Jn 14:6), y que sólo él puede dar a conocer al Padre (Mt 11:27). De igual manera, la predicación apostólica también era abiertamente exclusivista. Pedro afirma que sólo hay salvación en Jesús (Hch 4:12), al igual que posteriormente lo hará Pablo (Ro 3:24-25).

Dios, amando a los no creyentes, ha preparado un único camino y plan de salvación por el cual la humanidad puede reconciliarse con él.

A propósito del exclusivismo, hay corrientes que abogan por una pluralidad religiosa aún dentro del cristianismo. Ante este tipo de afirmaciones, es necesario preguntar por qué Dios mandaría a sufrir a Jesús si todos los caminos son igualmente válidos.

Conclusión

El pluralismo religioso es incoherente en sí mismo, sea cual sea su manifestación. Sin embargo, la búsqueda humana de lo trascendente requiere una respuesta lógica y coherente. El cristianismo ofrece una de las propuestas más sólidas posibles, tanto por evidencia interna como externa. Sin embargo, como cualquier otra propuesta, es exclusiva: si bien, todos los caminos pueden llevar a Roma, no todos los caminos llevan a Dios. Sólo Jesús puede hacerlo. Y lo hizo.

 

 

Por JOSHUA SÁNCHEZ/Protestante digital

 

 

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