Papa Francisco: Un pueblo que enseña a sonreír a sus niños es un pueblo con futuro
DILI (10 Septiembre 2024).- En la homilía de la misa celebrada en Dili, Francisco invitó a no tener miedo «de hacerse pequeños ante Dios, y los unos ante los otros». A los cerca de 600.000 fieles presentes en al explanada de Taci Tolu recordó que «haciéndonos niños permitimos la acción de Dios en nosotros».
"Dios se hace niño y no es sólo para asombrarnos
y conmovernos, sino también para abrirnos al amor del Padre y dejarnos modelar
por Él". "Esta realidad se revela hermosa en Timor Oriental, porque
hay muchos niños; y ustedes son un país joven en el que en cada rincón la vida
se siente palpitar y bullir. Y la presencia de tanta juventud y de tantos niños
es un don inmenso, que renueva constantemente nuestra energía y nuestra
vida".
Las palabras del Papa Francisco resonaron fuerte en la
explanada de Taci Tolu, alcanzando a los cerca de 600.000 fieles congregados
una zona protegida de la costa timorense, a menos de diez kilómetros de la
capital, Dili. Este mismo lugar fue visitado en 1989 por San Juan Pablo II
durante su viaje al país. A esta zona, caracterizada por paisajes pintorescos y
una rica biodiversidad, acudió también el Papa Francisco para celebrar la Misa
en la tarde de hoy, 10 de septiembre -la mañana en Italia- tras haberse reunido
en privado con miembros de la Compañía de Jesús en la nunciatura apostólica.
La
llegada del Papa
El Pontífice llega a la explanada en medio de
multitudes de hombres y mujeres abarrotados a los lados de las calles, algunos
lo saludan desde los tejados de las casas. Francisco se inmerge en una
extensión humana de sombrillas blancas y amarillas distribuidas para la
ocasión, ya que muchos fieles están aquí desde el amanecer, después de haber
afrontado horas de viaje procedentes también de regiones vecinas.
Un
regalo para soñar
«Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado»,
puntualiza el Papa su homilía en español, repitiendo las palabras del profeta
Isaías proclamadas en la Primera Lectura: en una Jerusalén próspera, pero en un
momento de gran decadencia moral, “Dios hace brillar su luz salvadora a través
del don de un hijo.
«El nacimiento de un hijo, reflexiona Francisco, es un
«un momento de alegría y de fiesta », que suscita «buenos deseos», de
«renovarnos en el bien, volver a la pureza y a la sencillez». Ante un recién
nacido, incluso el corazón más duro se conmueve y se llena de ternura.».
La cercanía de Dios es a través de un niño. Dios se
hace niño y no es sólo para asombrarnos y conmovernos, sino también para
abrirnos al amor del Padre y dejarnos modelar por Él, para que pueda sanar
nuestras heridas, arreglar nuestras divergencias, poner en orden la existencia.
Hacernos
pequeños para hacer grandes cosas
Destacando la alegre presencia de numerosos niños en
el joven país del sudeste asiático, Francisco señaló que sólo haciéndonos niños
«permitimos la acción de Dios en nosotros», como María, «a quien hoy veneramos
como Reina», es decir, «como madre de un Rey que quiso nacer pequeño, para
hacerse hermano nuestro», explicó refiriéndose al pasaje evangélico de Lucas
escuchado poco antes en portugués.
María (...) eligió permanecer pequeña toda su vida,
hacerse cada vez más pequeña, sirviendo, rezando, desapareciendo para dejar
espacio a Jesús, incluso cuando esto le costó mucho».
De ahí la exhortación del Papa a no tener miedo «de
hacernos pequeños ante Dios, y ante los demás, de perder la vida, de dar
nuestro tiempo, de revisar nuestros planes», de redimensionar nuestros
proyectos, «no para minimizarlos, sino para hacerlos aún mejores mediante el
don de nosotros mismos y la acogida de los demás».
Fieles presentes en la misa en Dili presidida por el
Papa Francisco.
Caridad
y misericordia
Todo esto está muy bien simbolizado, según Francisco,
por dos joyas tradicionales timorenses, el Kaibauk y el Belak: el primero
representa los cuernos del búfalo y la luz del sol, se coloca como adorno en la
frente o en lo alto de la casa y representa «el poder de Dios, que da la vida»
recordándonos que «también nosotros podemos cooperar con nuestras opciones y
acciones en el gran designio de redención». Complementario del Kaibauk es el
Belak, que se lleva en el pecho, hace referencia al suave resplandor de la
luna, nos habla de fertilidad y de dulzura, simboliza la ternura de la madre
«que con los delicados reflejos de su amor vuelve resplandeciente lo que toca
por la misma luz que, a su vez, recibe de Dios».
Kaibauk y Belak, fuerza y ternura de Padre y Madre:
así manifiesta el Señor su realeza, hecha de caridad y misericordia.
Por último, la propuesta del Papa de pedir juntos,
«cada uno de nosotros, como mujeres y hombres, como Iglesia, como sociedad»,
ser capaces de reflejar en el mundo «la luz fuerte, la luz tierna» del Dios del
amor.
La multitud de fieles en espera del Papa Francisco en
la explanada de Taci Tolu.
Aroma
de sándalo y Evangelio
Al final de la celebración eucarística, tomó la
palabra el Arzobispo de Díli, Cardenal Virgílio do Carmo da Silva: «Hoy, este
lugar de Taçi Tolu vuelve a ser el epicentro de un acontecimiento histórico
para el pueblo timorense. Si la visita del Papa San Juan Pablo II marcó «el
paso decisivo en nuestro proceso de autodeterminación», dijo, refiriéndose a la
conquista de la independencia, hoy la presencia del Papa Francisco marca «un
paso fundamental en el proceso de construcción del país, de su identidad y de
su cultura». En el pasado, recordó el cardenal, los exploradores y navegantes
fueron atraídos a la isla de Timor por el aroma del sándalo, que «en un
determinado momento de la historia se cruzó con el del Evangelio», persistiendo
hasta nuestros días gracias al compromiso constante de los misioneros.
Francisco añadió a continuación que no sólo el
sándalo, sino todo el pueblo de Timor-Leste tiene un buen «perfume»: aquí los
niños sonríen mucho, y «un pueblo que enseña a sus hijos a sonreír y a amar es
un pueblo que mira al futuro». Refiriéndose, con una broma, a los cocodrilos
que pueblan algunas zonas del país, el Papa advirtió contra «los cocodrilos que
quieren cambiar la cultura, la historia, porque muerden fuerte». «Yo deseo la
paz», dijo, citando de nuevo las sonrisas de niños y ancianos, “la memoria de
esta hermosa tierra”, antes de concluir, entre aplausos, con una invitación a
mirar hacia delante y a hacerlo con esperanza.
Francisco saluda a los fieles participantes en la Misa
en Taci Tolu.
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