Papa Francisco: caminar juntos, «migrantes entre migrantes», el llamado del Sumo Pontífice
CIUDAD DEL VATICANO (28 Octubre 2024).- El papa Francisco recibió en audiencia a los Misioneros de San Carlos. Partiendo del tema jubilar «Peregrinos de esperanza», que inspiró el Capítulo General de la Congregación, en el discurso abordó tres aspectos concretos del servicio: los migrantes, «maestros de esperanza»; la necesidad de una pastoral 'ad hoc' y de una caridad concreta «que vuelva a poner en el centro a la persona, sus derechos, su dignidad».
Superemos «los estereotipos excluyentes, para
reconocer en el otro, independientemente de quien sea y de donde venga, un don
de Dios, único, sagrado, inviolable, precioso para el bien de todos». Esta es
la invitación que el Santo Padre dirigió en el curso de la mañana de este 28 de
octubre, a los Misioneros de San Carlos a quienes recibió en audiencia en la
Sala del Consistorio.
Partiendo del tema jubilar «Peregrinos de esperanza»,
que inspiró el XVI Capítulo General de la orden fundada por San Juan Bautista
Scalabrini, el Pontífice articuló su reflexión en torno a tres aspectos
peculiares de la misión: los migrantes, «maestros de esperanza»; la necesidad
de una pastoral ad hoc; y una caridad concreta «que vuelva a poner en el centro
a la persona, sus derechos, su dignidad».
Encontrar
el pan de cada día en otra parte
«Es bonito que en la programación de la futura
pastoral misionera y caritativa en favor de los migrantes hayan elegido
inspirarse en el tema del Jubileo», señaló el Papa, partiendo en su
razonamiento del primero de los temas abordados, los migrantes, en favor de los
cuales los scalabrinianos ejercen su apostolado.
«Soy hijo de migrantes y en casa siempre hemos vivido
eso de ir allí para hacer América, para progresar, para ir más lejos», dijo el
Papa. La gente parte con la esperanza de «encontrar el pan de cada día en otra
parte» – citando a San Juan Bautista Scalabrini – y «no se rinde, incluso
cuando todo parece remar en contra, incluso cuando encuentra cerrazón y
rechazos».
“Su tenacidad, a menudo sostenida por el amor a las
familias que dejan atrás, nos enseña tanto, especialmente a ustedes que,
‘migrantes entre los migrantes’ – como deseaba su fundador que fueran –
comparten su viaje”
La
historia de la salvación es una historia de migrantes
A través de «la dinámica del encuentro, del diálogo,
de la acogida de Cristo presente en el extranjero – prosiguió diciendo el Papa
– crezcan junto a ellos, solidarios, abandonados ‘en Dios y sólo en Dios’» y,
los exhortó a «no olvidar el Antiguo Testamento: la viuda, el huérfano y el
extranjero. Son los privilegiados de Dios».
“Al fin y al cabo, la búsqueda de un futuro por parte
del migrante expresa una necesidad de salvación compartida por todos,
independientemente de su raza o condición”
Por el contrario, la «itinerancia», subrayó Francisco,
«correctamente entendida y vivida», puede convertirse, «incluso en medio del
dolor, en una preciosa escuela de fe y de humanidad, tanto para quien asiste
como para quien es asistido. No olvidemos – les dijo – que la misma historia de
la salvación es una historia de migrantes, de pueblos en camino».
Crecer
juntos con los migrantes
El Papa Francisco abordó a continuación el segundo
punto de su reflexión, centrado en la necesidad de una pastoral de la
esperanza. Si, por un lado, la migración, «con el apoyo adecuado», puede
convertirse en un momento de «crecimiento para todos», por otro, si se vive en
soledad y abandono, «puede degenerar en dramas de desarraigo existencial, de
crisis de valores y perspectivas», hasta el punto de llevar a «la pérdida de la
fe y a la desesperación», dijo.
“Las
injusticias y la violencia por las que pasan tantos de nuestros hermanos y
hermanas, arrancados de sus hogares, son a menudo tan inhumanas que pueden
arrastrar incluso a los más fuertes a las tinieblas del abatimiento o la
sombría resignación”
No hay que olvidar – advirtió Francisco – que todo
migrante «debe ser acogido, acompañado, promovido e integrado». Ante esto, es
necesario que alguien se incline ante las heridas de los migrantes, «cuidando
su extrema vulnerabilidad física, espiritual y psicológica», si no se quiere
perder en ellos la fuerza y la resiliencia necesarias para continuar su viaje.
“Se necesitan sólidas intervenciones pastorales de
proximidad, a nivel material, religioso y humano, para sostener en ellos la
esperanza, y con ella los itinerarios interiores que conducen a Dios, compañero
fiel, siempre presente junto a los que sufren”
Las
grandes catástrofes siguen pesando hoy sobre el mundo
De Francisco una mención a la disminución de la
natalidad como triste tendencia generalizada: «Hoy tantos países necesitan
migrantes. Italia no tiene hijos. El promedio de edad es de 46 años. Italia
necesita migrantes y debe acogerlos, acompañarlos, promoverlos e integrarlos.
Debemos decir esta verdad».
La situación no ha cambiado mucho desde los tiempos en
que, a las puertas del Jubileo del 1900, San Juan Bautista Scalabrini decía que
«el mundo gime bajo el peso de grandes desgracias»:
«También en nuestros días, en efecto, quienes se van
lo hacen a menudo por las trágicas e injustas desigualdades de oportunidades,
de democracia, de futuro, o por los devastadores escenarios bélicos que afligen
al planeta», señaló el Papa.
Entre
la indiferencia y la especulación
A estos elementos se añaden la «cerrazón y hostilidad»
de los países ricos, que ven en quienes llaman a la puerta «una amenaza contra
su propio bienestar». A continuación, el Pontífice puso un ejemplo práctico,
refiriéndose al «escándalo» que se produce para la cosecha de manzanas en el
Norte: «Traen migrantes de Europa Central, pero luego los echan. Los utilizan
para cosechar las manzanas, y luego se van».
“Así, en el dramático enfrentamiento entre los
intereses de quienes protegen su prosperidad y la lucha de quienes tratan de
sobrevivir, huyendo del hambre y la persecución, se pierden tantas vidas, ante
la mirada indiferente de quienes se limitan a contemplar el espectáculo o, peor
aún, a especular con la piel de los que sufren”
Que
la caridad vuelva a poner a la persona en el centro
Si en la Biblia, «una de las leyes del Jubileo era la
restitución de la tierra a los que la habían perdido, hoy», explicó el Papa,
llegando al tercer y último aspecto abordado en su discurso, «este acto de
justicia puede concretarse, en otro contexto, en una caridad que vuelva a poner
en el centro a la persona, sus derechos, su dignidad».
Por último, la exhortación a que el Capítulo sea «una
ocasión para profundizar y renovar la vida y la misión» a partir de un momento
de humilde y gozosa acción de gracias, ante la Eucaristía, Jesús crucificado y
María, Madre de los migrantes. «Sólo desde ahí – concluyó el Santo Padre –
comenzamos a caminar juntos, con esperanza, en la caridad».
Por LORENA
LEONARDI/Vatican News
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