En el aniversario 188 de su natalicio en Baní, República Dominicana, tras las huellas de Máximo Gómez en Santiago de Cuba
LA HABANA, Cuba (18 Noviembre 2024).- «No tendré orgullo mayor que la compañía y el consejo de un hombre que (...) vio día a día durante diez años en frente de la muerte, por defender la redención del hombre».
«Hoy (…) no tengo más remuneración que brindarle el
placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres».
José
Martí
«Máximo Gómez (…) debió considerarse cubano, ciento
por ciento, mil por mil, desde el primer día en que empuñó las armas en favor
de la independencia de Cuba ».
«Máximo Gómez (…) fue uno de los más grandes y más
capacitados jefes de nuestra lucha por la independencia».
Fidel
Castro
En el aniversario 188 del natalicio del Mayor General
Máximo Gómez Báez, el 18 de noviembre de 1836 en Baní, República Dominicana, es
oportuno exponer algunas notas sobre los vínculos de esta figura insigne de
nuestras luchas independentistas con la ciudad de Santiago de Cuba y sitios
aledaños, en aras de contribuir más al conocimiento de nuestra historia.
El primer contacto de Gómez con Santiago de Cuba se
produce a su llegada en el vapor Pizarro, entre el 19 o el 20 julio de 1865,
según anotó en su autobiografía, procedente de Puerto Hermoso, acompañado de su
madre, dos hermanas solteras y otros militares dominicanos, entre ellos Modesto
Díaz y Luis Marcano, pertenecientes a las reservas españolas.
En Santiago de Cuba, Gómez comenzó una nueva vida y
vivió momentos muy difíciles, debido a dificultades económicas aliviadas por la
solidaridad y hospitalidad de los santiagueros, que llegaron a organizar varias
suscripciones para aligerar su miseria. En esa ciudad enfermó y fue atendido
gratuitamente por el médico Buenaventura García.
El contacto directo con la esclavitud, la realidad
cubana, el atropello y la discriminación de que fueron objeto los reservistas
dominicanos, así como las discrepancias e insultos del general del Villar, jefe
de la plaza de Santiago de Cuba, influyeron decisivamente en el futuro curso de
su vida y aceleraron su renuncia a las reservas españolas, por lo que con su
posterior ingreso en la conspiración del 68 «no faltó a ningún juramento ni fue
desertor […]»,1 como afirmaron algunos mal intencionados.
Con el objetivo de mejorar su situación, se estableció
en El Dátil, donde se vinculó a las actividades conspirativas, y seis días
después del estallido independentista en el ingenio La Demajagua, entró en la
historia de Cuba y de sus luchas emancipadoras, a las cuales consagró 30 años
de su vida.
Las guerras de independencia permitieron un segundo
momento en los vínculos de Gómez con el territorio santiaguero, debido a las
diversas operaciones militares que realizó.
En el transcurso de la Guerra Grande, en especial en
los primeros años, desplegó importantes acciones en las cercanías de la urbe
santiaguera. Se destacan, entre noviembre y diciembre de 1868, las zonas del
Puerto de Boniato, Palma Soriano y El Cobre. La jefatura de la División Cuba,
en julio de 1870, debido al fallecimiento del mayor general Donato Mármol, le
permitió el incremento de acciones en el territorio y estrechar sus vínculos
con jefes santiagueros, en especial con Antonio y José Maceo, Flor Crombet,
Guillermo Moncada, entre otros.
En estos años desarrolló diversas acciones combativas
en las cercanías de Santiago de Cuba, entre ellas el asalto a La Socapa, en la
entrada de la bahía el 18 de diciembre de 1870, donde neutralizó los planes del
Conde de Valmaseda de realizar una misa en la Catedral para demostrar una
supuesta tranquilidad. La acción constituyó un verdadero éxito militar y
político, se incendió y saqueó el poblado a pesar del fuego de artillería desde
la fortaleza del Morro y del cañonero Don Juan de Austria.
En las postrimerías de la Guerra de los Diez Años
regresó a la urbe oriental, el 14 de febrero de 1878, en el vapor Cienfuegos,
en viaje de tránsito para entrevistarse con el mayor general Antonio Maceo. Su
breve estancia en el buque no impidió la congregación de la población, ansiosa
por saludar al caudillo. Al día siguiente partió en tren rumbo a San Luis, y
desde allí hasta Piloto, sitio del encuentro. Gómez no abandonó la región sin
visitar a la familia del Titán de Bronce, no muy lejos del lugar. El 23 regresó
a Santiago de Cuba, y pasó del tren al vapor Manzanillo en dirección a Santa
Cruz del Sur. Días después marchó al exilio, y no volvió a tierras santiagueras
hasta la Guerra de 1895, cuando acampó y operó en varios sitios cercanos a la
ciudad, entre ellos La Mejorana, escenario del histórico encuentro con Martí y
Maceo, el 5 de mayo de 1895.
En julio de 1896 estuvo en la región santiaguera para,
junto a otros compatriotas, erigir el primer monumento a Martí, en Dos Ríos, en
acto solemnísimo, el 10 de julio. Conoció de la caída en combate del Mayor
General José Maceo, el 5 de julio, y envió sentida carta de pésame al Titán de
Bronce. El 27, en Altagracia de Venero, escribió a su esposa Bernarda Toro
sobre la odisea vivida por el León de Oriente, tras su desembarco en Cuba en
abril de 1895, y su pesar por su desaparición física. Permaneció en la
jurisdicción por algunos días más, en actividades organizativas necesarias para
mantener la disciplina y debilitar el sostén económico español.
Al concluir la guerra, en gesto de desagravio por su
destitución como General en Jefe del Ejército Libertador, el 23 de marzo de
1899, la Asamblea de Vecinos lo nombró Hijo Adoptivo y Predilecto de Santiago
de Cuba.
Entre 1900 y 1905, el Generalísimo honró a los
santiagueros con su presencia, en varias ocasiones, a saber: el 15 de febrero
de 1900; el 9 de febrero de 1902; el 16 de octubre de 1904, en tránsito hacia
República Dominicana, y el 26 de abril de 1905, su última visita especial, esta
vez junto a su esposa y sus hijas Clemencia y Margarita.
Como en otras ocasiones, fue recibido con grandes
muestras de júbilo y alegría por parte del pueblo. En Songo y La Maya, el 1ro.
de mayo fue acogido por los veteranos y la población en general para declararlo
Presidente de Honor del Consejo de Veteranos. Al regresar, se detuvo en
Boniato; allí saludó, por última vez, a María Cabrales, quien se encontraba
delicada de salud. Ese día comenzó a sentir los primeros síntomas de la
enfermedad que finalmente lo venció, a pesar de la esmerada atención de los
doctores Ulpiano Dellundé, Ambrosio Grillo, Francisco Henríquez y Carvajal,
Comas, Manduley y Guimerá.
Ante la gravedad de su salud se suspendieron las
actividades por el 20 de mayo. Una ligera mejoría permitió su traslado por
ferrocarril hacia la capital, el 7 de junio. Refiere el cronista Carlos Forment
que, al subir al tren, le expresó a Emilio Bacardí: «Así me despido del pueblo
de Santiago». Diez días después fallecía en La Habana.
Los santiagueros sintieron con hondo dolor la sensible
pérdida, la Asamblea Municipal decretó varios días de duelo, suspendió las
actividades administrativas, las festividades y los actos públicos. La prensa,
en especial El Cubano Libre, dio amplia cobertura a la triste noticia. En
agradecimiento a sus desvelos por la independencia patria, el 8 de marzo de
1916, el Ayuntamiento acordó, por unanimidad, nombrar Máximo Gómez la calle San
Germán.
Gómez tuvo con Santiago de Cuba la singular relación
de ser la primera y última localidad que visitara en Cuba, donde encontró,
desde los momentos iniciales, grandes muestras de amor, solidaridad y
hospitalidad, así como palabras dulces y afectuosas en los últimos momentos de
su vida.
DAMARIS
A. TORRES ELERS/Granma
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