El béisbol profesional es un negocio en todas las latitudes. Y la República Dominicana no es la excepción.
Gilbert Gómez capataz
de los Tigres del Licey no podía pedir la incautación del bate de Jairo Caminero
que voló dos veces consecutivas la barda por el jardín central del Estadio
Quisqueya, es decir los 411 del llamado Monstruo Verde para de paso dar a los
Leones del Escogido el campeonato del Torneo de Béisbol Otoño-Invernal
2024-2025.
La noche anterior
(domingo), el manager de los Leones, Felipe Rojas Alou, solicitó al árbitro
principal, la confiscación del bate de Gustavo Núñez de los Tigres luego de
este disparara un jonrón con un compañero en circulación para empatar el
partido 4-4 en el sexto juego.
Pero la Liga
Dominicana de Béisbol Profesional (LIDOM) aseguró que el bate de Núñez estaba
limpio, ya que no hallaron nada extraño en el madero.
Y la pregunta de unos
y otros era: Y si el bate de Núñez estaba contaminado que sucedería con el
partido en que finalmente ganaron los Tigres.
En esta ocasión creo,
sin temor a equívoco que en la pelota profesional dominicana el “Negocio está
por encima del fanatismo”.
Por RAMÓN GONZÁLEZ
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