Papa Francisco ante embajadores: El espectro de una «guerra mundial», recompuesta en sus «pedazos» y que se ha convertido en una «amenaza cada vez más concreta»,
CIUDAD DEL VATICANO (9 Enero 2025).- El Santo Padre recibió al cuerpo diplomático en la Santa Sede para felicitar por el año nuevo e hizo un llamamiento al diálogo «con todos» para romper las cadenas del odio. Denunció la guerra, la «innoble» situación en Gaza, el terrorismo en Alemania y Estados Unidos, el antisemitismo, la persecución religiosa, el «inaceptable» derecho al aborto y las trampas de las nuevas tecnologías. Asimismo, pidió la paz para Ucrania y Oriente Medio y una «diplomacia de la esperanza».
El espectro de una «guerra mundial», recompuesta en
sus «pedazos» y que se ha convertido en una «amenaza cada vez más concreta»,
planea a lo largo del discurso que el Papa dirige a los ciento ochenta y cuatro
embajadores acreditados ante la Santa Sede, a quienes recibió esta mañana en el
Aula de las Bendiciones para el tradicional encuentro de saludos de principios
de año. Un largo discurso que, debido a las consecuencias de un resfriado,
pidió que leyera monseñor Filippo Ciampanelli, subsecretario del Dicasterio
para las Iglesias Orientales.
En su discurso, Francisco expuso la visión de la Santa
Sede sobre las cuestiones internacionales: desde los dramas de Ucrania y Gaza,
con bombardeos contra civiles, ataques a hospitales e infraestructuras, niños
que mueren de frío, hasta las crisis en el cuerno de África, Nicaragua,
Venezuela, Myanmar y Haití; desde la situación en Siria y el Líbano, la
persecución religiosa, el antisemitismo, los «signos positivos» como la
reanudación de las negociaciones para el acuerdo nuclear con Irán «con el
objetivo de garantizar un mundo más seguro para todos», hasta los peligros de
la era actual entre la inteligencia artificial, la cancel culture, la violación
de la privacidad y las fake news.
Los que generan «un clima de sospecha que fomenta el
odio», «compromete la convivencia civil y la estabilidad de naciones enteras»,
cuyos «trágicos ejemplos» – fue el propio Pontífice quien los puso – fueron los
atentados contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico, y contra el presidente
electo de EEUU, Donald Trump.
No
sacrificar los derechos humanos por necesidades militares
Con los embajadores ante la Santa Sede, el Papa –
expresando sus «condolencias» por las víctimas del terremoto de hace dos días
en el Tíbet – invocó una diplomacia que recupere, especialmente en este año del
Jubileo, aquellos elementos que en medio de divisiones y fracturas parecen
faltar: «Esperanza», «verdad», «libertad», «justicia» y «perdón». Y también el
diálogo, primera «vocación» de la diplomacia: «Favorecer el diálogo con todos,
incluidos los interlocutores considerados más “incómodos” o que no se
considerarían legítimos para negociar», exhortó Francisco, recordando – como lo
afirmó a la hora del Ángelus del domingo pasado – el respeto de los derechos
humanos en el contexto de los conflictos.
“No podemos aceptar de ningún modo que se bombardeen
poblaciones civiles o se ataquen infraestructuras vitales para la subsistencia.
No podemos aceptar el ver morir de frío a los niños porque se han destruido los
hospitales y ha sido dañada la red energética de un país”.
En el deseo del Papa que este año jubilar sea «un
momento propicio para que la comunidad internacional trabaje activamente para
garantizar que los derechos humanos inviolables no se sacrifiquen ante las exigencias
militares».
Y trazando un balance del año que acaba de terminar –
incluidos los viajes al extranjero, las visitas de más de treinta Jefes de
Estado o de Gobierno al Vaticano, la renovación del acuerdo entre China y la
Santa Sede sobre el nombramiento de obispos como «signo de la voluntad de
proseguir un diálogo respetuoso y constructivo con vistas al bien de la Iglesia
católica en el país y de todo el pueblo chino» – dirigió su mirada hacia el
tablero internacional.
Conflictos,
atentados y nuevas fronteras
Un escenario «lacerado por numerosos conflictos,
pequeños y grandes, más o menos conocidos» y también por la reanudación de
«execrables actos de terror», como los de Magdeburgo (Alemania) y Nueva Orleans
(Estados Unidos), a los que se añaden «contextos sociales y políticos
exacerbados por contrastes crecientes», con «sociedades cada vez más
polarizadas, en las que – subrayó el Pontífice – se gesta un sentimiento
general de miedo y desconfianza hacia los demás y hacia el futuro». Este clima
de inseguridad empuja a «erigir nuevas barreras» más allá de las fronteras ya
existentes, como la que desde hace más de cincuenta años divide la isla de
Chipre y la que desde hace más de setenta «corta en dos la península coreana».
La esperanza es que en este nuevo año podamos «superar la lógica de la
confrontación y abrazar en su lugar la lógica del encuentro».
«Vendar
las heridas de los corazones rotos»
El Papa Francisco pidió una verdadera «diplomacia de
la esperanza», para que «las densas nubes de la guerra sean barridas por un
renovado viento de paz». Y también «una diplomacia del perdón», capaz de
«volver a entretejer las relaciones desgarradas por el odio y la violencia» y
de «vendar las heridas de los corazones rotos de las demasiadas víctimas». Su
pensamiento se dirigió inmediatamente a la «martirizada» Ucrania, para la que
el Pontífice pidió el fin de una guerra que ha causado un enorme número de
víctimas durante casi tres años.
Diálogo
con «todos», incluso con los más incómodos
El diálogo, por tanto, es el «único camino para romper
las cadenas del odio y de la venganza que aprisionan y para desactivar los
dispositivos del egoísmo humano, del orgullo y de la arrogancia», raíz de «toda
voluntad beligerante que destruye», dijo el Papa.
Fondo con dinero de gastos militares para eliminar el
hambre
Sobre el tema de las guerras, el Papa volvió a
denunciar la «continua proliferación de armas cada vez más sofisticadas y
destructivas». Y como en la Bula del Jubileo, relanzó la propuesta de
constituir con dinero de los gastos militares «un fondo mundial para eliminar
definitivamente el hambre y para el desarrollo de los países más pobres», de
modo que «sus habitantes no recurran a soluciones violentas o engañosas y no se
vean obligados a abandonar sus países en busca de una vida más digna».
“La guerra es siempre un fracaso, y el involucramiento
de los civiles, sobre todo niños, así como la destrucción de las
infraestructuras no son sólo una derrota, sino equivale a dejar que entre los
dos contendientes el único que logra vencer sea el mal”.
Además en su discurso, el Papa Francisco mencionó Myanmar,
cuya población sufre continuos enfrentamientos armados; Haití, donde es urgente
«restablecer el orden democrático y poner fin a la violencia»; Bolivia,
Colombia y Venezuela, cuya crisis política «sólo podrá superarse mediante la
adhesión sincera a los valores de verdad, justicia y libertad, mediante el
respeto de la vida, la dignidad y los derechos de cada persona – incluidos los
detenidos tras los acontecimientos de los últimos meses – mediante el rechazo
de todo tipo de violencia y, ojalá, mediante el inicio de negociaciones de
buena fe y orientadas al bien común del país».
Abolir la pena de muerte y perdonar la deuda de los
países pobres
Por tanto, diplomacia de la esperanza, de la libertad
y del perdón, pero también de la justicia «sin la cual no puede haber paz». Una
vez más, el Papa pidió que durante el Jubileo «se elimine en todas las naciones
la pena de muerte, que hoy no encuentra justificación entre los instrumentos
capaces de reparar la justicia»; exhorta – recordando la Cop29 de Bakú – a las
naciones más ricas a perdonar la «opresiva» deuda económica que pesa sobre los
países pobres, aún más vulnerables por la crisis climática; propone «convertir»
esta deuda «en políticas y programas eficaces, creativos y responsables de
desarrollo humano integral».
Por SALVATORE
CERNUZIO/Vatican News
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