Un dominicano narra como él y su hijo fueron arrestados por federales en Puerto Rico mientras muchos de sus compatriotas que están en la isla viven en pánico con temor a ser deportados
SAN JUAN, Puerto Rico (20 Marzo 2025).- La pastora Nilka Marrero golpeará la mesa, alzará la voz y, si es necesario, sacudirá a sus feligreses mientras interpreta el papel de una agente federal.
Muchos de sus feligreses son inmigrantes sin permiso
de residencia, y ella cree que hacer juegos de roles con ellos puede ayudar a
prepararlos para la amenaza de arresto, mientras las autoridades intensifican
las redadas de inmigración a una escala nunca antes vista en Puerto Rico.
“Ellos aparecen y agarran a la gente”, expresó
Marrero.
Durante décadas, los inmigrantes indocumentados han
vivido en el territorio de Estados Unidos sin temor a ser detenidos. Se les
permite abrir cuentas bancarias y obtener una licencia de conducir especial.
Muchos se han sentido lo suficientemente seguros como para abrir sus propios
negocios.
Entonces, el 26 de enero, comenzaron los arrestos a
gran escala.
Agentes del Servicio de Control de Inmigración y
Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés de Estados Unidos
allanaron una conocida comunidad dominicana de acuerdo a una nueva política del
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha prometido deportar a
millones de personas que han ingresado ilegalmente en el país.
Los arrestos han enfurecido a funcionarios y líderes
civiles puertorriqueños que han creado programas para ayudar a los inmigrantes
sin permiso de residencia en la isla, muchos de los cuales son de la República
Dominicana.
Arrestos
y preguntas
Se estima que 55,000 dominicanos viven en Puerto Rico,
aunque algunos expertos creen que el número podría ser aún mayor. No está claro
cuántos son indocumentados, aunque unos 20,000 tienen la licencia de conducir
especial.
Más de 200 personas han sido arrestadas desde el 26 de
enero, casi todos hombres. De los arrestados, 149 son dominicanos, según datos
que ICE proporcionó a The Associated Press. Sandra Colón, portavoz del
Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos en Puerto Rico, dijo que
la agencia se está enfocando en aquellos con antecedentes penales o que han
recibido una sentencia final de la corte que deben abandonar el país. Pero dijo
que no tenía disponible de inmediato cuántos de los arrestados tienen
antecedentes penales.
Annette Martínez, directora de la ACLU de Puerto Rico,
dijo que se desconoce a dónde han sido llevados los arrestados o si han sido
deportados. “A nosotros nos preocupa los distintos métodos que está usando el
ICE para detener”, manifestó.
Un
parque en silencio
En una reciente mañana en la capital de Puerto Rico, los altavoces de una barbería reproducían un tutorial de inglés mientras un par de migrantes dominicanos que estudiaban para convertirse en ciudadanos estadounidenses escuchaban atentamente.
El negocio da a un parque donde la comunidad
dominicana se había reunido durante mucho tiempo. Ahora está mayormente en
silencio y vacío. Han desaparecido la animada música de merengue, la charla
emocionada, el golpe de las fichas de dominó.
Un migrante sin permiso de residencia que pidió ser
identificado solo por su apodo, “el pescadero”, porque temía poner en peligro
su caso en la corte federal, dijo que fue arrestado cerca del parque.
Había ingresado ilegalmente a Puerto Rico en 2014 para
buscar más ingresos porque su esposa tenía cáncer de mama y no podía pagar su
tratamiento trabajando como pescador en la ciudad costera dominicana de Samaná.
“Tenía que tirar para adelante”, dijo.
Su esposa murió, pero el hombre decidió quedarse en
Puerto Rico. Su hijo también vino a la isla. El pescador primero trabajó en la
construcción, pero después de caerse de un segundo piso y romperse la pelvis,
retomó la pesca una vez que sanó.
Vendía pescado en el parque hasta el 26 de enero. Ese
día, estaba sentado en una camioneta mientras su hijo les compraba el almuerzo.
“Me sacaron tres guardias”, recordó.
Arrestaron a siete personas en ese momento, incluido
su hijo.
El hombre dijo que durmieron en el suelo de varias
cárceles y solo les dieron pan y agua mientras los trasladaban a la ciudad
puertorriqueña de Aguadilla, luego a Miami y finalmente a Texas.
Las autoridades enviaron al hombre de regreso a Puerto
Rico para procedimientos judiciales, donde permanece en libertad bajo fianza
con un monitor de tobillo. Su hijo está en una cárcel de Miami.
“Estamos desbaratados”, dijo mientras su voz se
quebraba.
Una
ola de apoyo
Cada día, Marrero vigila las camionetas blancas que
podrían estar circulando cerca de su iglesia.
Dentro, más de una docena de voluntarios doblan ropa
donada y preparan comidas gratuitas para inmigrantes sin permiso de residencia
que tienen demasiado miedo de salir de sus casas.
“Están en pánico”, dijo José Rodríguez, presidente del
Comité Dominicano de Derechos Humanos. “Temen salir a la calle, temen llevar a
los niños a la escuela”.
En febrero, el Departamento de Educación de Puerto
Rico señaló que las escuelas con un alto número de estudiantes dominicanos
vieron tasas de absentismo de hasta el 70%. Desde entonces, las autoridades han
ordenado a los directores de las escuelas que mantengan sus puertas cerradas y
no las abran a agentes federales a menos que tengan una orden judicial.
El alcalde de San Juan, Miguel Romero, ha dicho que la
policía municipal no está trabajando para ni ayudando a los agentes federales,
y que la ciudad está ofreciendo asistencia legal y otros tipos de ayuda.
Mientras tanto, Julio Roldán Concepción, alcalde de
Aguadilla, una ciudad costera del noroeste donde muchos migrantes llegan en
bote de forma irregular, pidió empatía.
“Cualquier indocumentado puede pasar por la alcaldía
si necesita ayuda”, dijo. Yo no voy a ver papeles para dársela (...). Aquí
todos somos hermanos".
Funcionarios de salud de Puerto Rico también han
ofrecido ayudar a los migrantes sin permiso de residencia. Carlos Díaz Vélez,
presidente de la Asociación de Cirujanos, anunció que los migrantes
indocumentados recibirían atención médica en línea “ante las redadas que han
condenado al encierro a miles de inmigrantes”.
La gobernadora. Jenniffer González, una republicana
que apoya a Trump, inicialmente dijo que la iniciativa del presidente no
afectaría a los inmigrantes en Puerto Rico. Después ha dicho que la isla “no se
puede dar el lujo” de ignorar las directrices de Trump sobre los arrestos de
migrantes, señalando que los fondos federales están en riesgo.
Poco después de los arrestos de enero, la Iglesia
episcopal en Puerto Rico anunció un nuevo programa que ofrece alimentos a los
migrantes, así como asistencia legal, psicológica y espiritual. Más de 100
personas han buscado ayuda, dijo el obispo, Rafael Morales Maldonado.
“La Iglesia nunca va a estar en contra de una ley, pero
sí de sus efectos”, afirmó.
“Una
salida honrosa, digna”
Los agentes federales apuntaron en un principio a
vecindarios en San Juan, pero desde entonces han ampliado sus operaciones por
toda la isla y a sitios de trabajo, dijo Rodríguez.
Un hombre que declinó ser identificado porque su caso
judicial está pendiente, dijo que fue arrestado el 26 de febrero. Llegó por
primera vez a Puerto Rico en 2003, pero fue arrestado al llegar a la costa.
Después de ser deportado, lo intentó de nuevo en febrero de 2007. Consiguió un
trabajo en la construcción y luego abrió su propia empresa.
“No me sentía inseguro por nada”, dijo.
Pero una tarde, una mujer en cuya casa estaba
trabajando se quejó de su trabajo. Al día siguiente, agentes federales los
arrestaron a él y a sus empleados tan pronto como llegaron al sitio de trabajo.
Fue entonces cuando se enteró de que la mujer había tomado una foto de su
camioneta y lo denunció.
“¿Cómo una gente le quiere hacer tanto daño a una
persona?”, dijo.
Su abogado dijo que tiene una fecha en la corte el 1
de abril. El hombre dijo que solicitó hace años la residencia en Estados
Unidos, pero nunca recibió una respuesta. Su esposa es ciudadana estadounidense
naturalizada y su hija vive legalmente en Orlando, Florida.
A medida que continúan los arrestos, Marrero, la
pastora, sigue educando a los migrantes indocumentados. Si tienen hijos nacidos
en Puerto Rico, les insta a asegurarse de tener los pasaportes y papeles de
custodia de sus hijos en orden y a mano.
Dice que les pide que repitan las respuestas que deben
dar a los agentes dependiendo de lo que les digan que hagan, señalando que
muchos no saben leer o escribir o lo hacen mal.
“Los hemos preparado para una salida honrosa, digna”,
dijo.
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