Este sábado 26 de abril, vísperas de la fiesta de la Divina Misericordia, con el corazón lleno de pesar, despediremos al Papa Francisco. 

Su entierro marcará el final de una vida, en este plano terreno, entregada al Evangelio y la partida de un pastor que supo tocar el alma de la Iglesia con ternura y sencillez. Se va un hombre que caminó entre nosotros con los pies descalzos del alma, cercano, humano.

Desde la República Dominicana, lo despedimos con lágrimas de gratitud. Su cercanía hacia nuestro pueblo nunca fue distante ni protocolar: fue auténtica, fraterna, entrañable. Nos escuchó, nos comprendió y nos acompañó con su palabra y su oración. Que el Señor lo reciba con la misma misericordia que él tanto predicó.

 

Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

 

Por MONSEÑOR RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO

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