Ilio Capozzi: El italiano que eligió morir por la libertad dominicana
En la historia de los pueblos, a veces, el amor más grande viene de quienes no nacieron bajo nuestro cielo.
Ilio Capozzi, nacido en Italia, curtido en las guerras de Europa y América, fue uno de esos hombres excepcionales.
Soldado de las temibles fuerzas especiales de Otto Skorzeny, exlegionario francés, instructor del temido Cuerpo de Hombres Rana formado por Trujillo, Capozzi no era un idealista ingenuo. Era un guerrero consumado, alguien que conocía el precio real de la vida y de la muerte.
Sin embargo, cuando en 1965 el pueblo dominicano se levantó para restaurar su Constitución, Ilio Capozzi no dudó: se puso del lado del pueblo.
Abandonó todo privilegio, toda neutralidad, y se alistó entre los constitucionalistas. Donde estuvieran el presidente Francisco Alberto Caamaño Deñó y el valiente coronel Montes Arache, estaba él.
Audaz, valiente, estratégico y leal, Capozzi peleó en los combates más sangrientos de la Revolución de Abril. En la batalla del Puente Duarte, en los asaltos a posiciones enemigas, y en el intento final por retomar el Palacio Nacional.
Allí, el 19 de mayo de 1965, con casi 60 años, fue el primero en lanzarse hacia la verja, bajo un huracán de fuego enemigo —nacional y norteamericano—, mientras arengaba a sus hombres:
> “¡Adelante, adelante! ¡No retrocedan!”
La muerte le llegó, como él mismo había previsto, de pie y combatiendo, fiel a la tierra que había abrazado como suya.
No era dominicano de sangre, pero murió más dominicano que muchos nacidos aquí.
¿Qué lo motivó?
No fue el dinero. No fue el poder. No fue la gloria personal.
Fue algo mucho más profundo: el sentido de la dignidad humana.
Capozzi había vivido la brutalidad de los totalitarismos europeos, había visto caer regímenes enteros y comprendía que, sin libertad, un pueblo entero se convierte en esclavo.
Eligió pelear en República Dominicana porque aquí vio un eco de la Europa oprimida que él había querido liberar.
Vio en nuestros rostros el mismo grito de hambre, de dignidad y de futuro que una vez estremeció al Viejo Mundo.
¿Qué diría Ilio Capozzi hoy, ante el drama de la migración masiva?
Creo —con todo respeto y juicio histórico— que Ilio Capozzi defendería la soberanía con el mismo coraje con que defendió la Constitución en 1965.
No porque fuera xenófobo (¡él mismo era un extranjero agradecido!).
Sino porque entendería que una nación sin control de sus fronteras está condenada a desaparecer.
Que la solidaridad no puede ser suicidio nacional.
Que ayudar sí, pero no rendirse.
Que ser humano no es ser ingenuo.
Capozzi abrazó nuestra patria porque era un pueblo que quería vivir de pie, no de rodillas.
Estoy convencido de que llamaría hoy —como entonces— a organizar, a regular, a actuar con justicia pero también con firmeza, para proteger la dignidad de nuestra nación, para honrar a quienes han muerto por esta tierra, y para garantizar un futuro donde los dominicanos sigan siendo dueños de su casa.
Fuentes y referencias:
Peña, Ángela. “Ilio Capozzi: Soldado italiano entregado a la causa constitucionalista.”
Gautreaux Piñeyro, Bonaparte. Santo Domingo, Guerra Patria 1965. Mi memoria. Una visión personal.
Archivo histórico de la Revolución de Abril de 1965, testimonios de Pedro Germán Ureña Ovalle y Edyberto Estrella Fernández
En tiempos donde la soberanía está amenazada, donde muchos han olvidado lo que cuesta ser libres, la figura silenciosa pero luminosa de Ilio Capozzi nos llama a recordar que la patria no es un regalo: es un deber.
Y que ser dominicano no siempre depende de nacer aquí, sino de amar y defender esta tierra hasta el último aliento.
Por ANDRÉS JULIO RIVERA BAZIL
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