En estos días, el pueblo dominicano ha tenido que cargar con su propia cruz, enfrentando pruebas que, en muchos momentos, parecen demasiado pesados para soportar.
Sin embargo, al igual que Jesús Nazareno, que cargó su
cruz con paciencia, nosotros también debemos aprender a confiar en que, aunque
no entendamos el porqué de nuestro sufrimiento en el momento, Dios siempre
tiene un propósito más grande.
Su camino, marcado por el dolor, nos enseña que la
cruz, aunque pesada, no es en vano. Dios sabe el ‘para qué’ de cada prueba que
enfrentamos, y en su sabiduría, nos guía a través del dolor hacia un futuro de
esperanza.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Por RAMON DE LA
ROSA Y CARPIO
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