Cien años de Juana, «La Cubana», una artista hecha a su medida

LA HABANA, Cuba (26 Mayo 2025).- Hay personalidades que se convierten en íconos y pasan a la inmortalidad gracias al gusto y al cariño del público. Así sucedió con Juana Bacallao, cuyo nombre real fue Neris Amelia Martínez Salazar, de cuyo nacimiento se cumplieron ayer, domingo, cien años.

Su vida fue dura: con tan solo seis años quedó huérfana de ambos progenitores y fue internada en un colegio religioso. En varias entrevistas televisivas recordó sus inicios humildes, limpiando pisos como empleada doméstica. Desde entonces, ya entonaba canciones.

De esa forma se ganó el sustento, hasta que el compositor Obdulio Morales la descubrió. Fue él quien compuso la popular guaracha que la inmortalizó para toda la vida, consagrándola como una artista única, sin ataduras y muy querida: Yo soy Juana Bacallao: / la negra que en el bembé, / salpica pa' no mojar.

Con esa estampa debutó en El milagro de Ochún, en el capitalino Teatro Martí. En el devenir de su carrera, entre cabarets y centros nocturnos, por la década de los 50, compartió escena con artistas como Rita Montaner, Benny Moré y Carlos Pous, entre otros grandes. Realizó, además, presentaciones junto a célebres figuras de la talla de Nat King Cole, Bola de Nieve, Cantinflas y Elena Burke.

Su excéntrica imagen no siempre fue bienvenida, pero supo romper los moldes elitistas y prejuicios racistas imperantes en su época; ella se convirtió en una artista hecha a su propia medida.

De Juana «La Cubana» hay muchas historias, tanto verosímiles como estrafalarias, en el imaginario popular. Desde luego, no se podrán pasar por alto sus presentaciones espontáneas, ocurrentes, impregnadas de su característico sentido del humor y vestuarios llamativos, con pelucas, lentejuelas y tacones.

Su talento la hizo merecedora del Premio Nacional del Humor (2020), la Distinción por la Cultura Nacional, la medalla Alejo Carpentier y un Disco de oro en Canadá, entre otros lauros. Sin embargo, el más grande que pudo haber recibido fue el cariño y la admiración de los cubanos.

Al periodista Roberto Pérez León reconoció, en una entrevista en 2005, su compromiso con el público: «El pueblo fue el que me hizo estrella. Cuba es todo (…) Son cosas grandes que llevo en la vida».

Impredecible e inimitable, la show woman –y quizá hasta influencer– de los cabarets cubanos aseguró, en ese mismo texto, que se retiraría cuando viniese la muerte: «Agarro un tambor y me pongo a cantar y sigo siendo Juana Bacallao».

A los fotógrafos que acompañaban a Pérez León, les pidió que la capturasen con sus lentes, por si dentro de un tiempo nadie creía en su existencia. Petición vana, pues ya era una estrella consagrada, fuera del tiempo, que será siempre recordada con cariño y admiración.

 

 

Por RAFAEL MENA BRITO/Granma

No hay comentarios.: