Hoy, con el corazón lleno de esperanza, elevamos nuestra oración al Padre y al Hijo, suplicando que envíen la luz y la fuerza del Espíritu Santo sobre el Colegio Cardenalicio. En este momento decisivo para la Iglesia, pedimos que el mismo Espíritu que guió a los Apóstoles en Pentecostés ilumine y conduzca a los Cardenales reunidos en cónclave.
Rogamos que, de entre ellos, surja el pastor fiel y
valiente que el Pueblo de Dios necesita: un hombre de fe profunda, claro en sus
enseñanzas y firme defensor de la doctrina. Que tenga la sabiduría y el amor
necesarios para guiar a la Iglesia en los desafíos de nuestro tiempo.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Por MONSEÑOR
RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO
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