Debemos perseverar en la oración por las almas de todos los que perdieron la vida en la tragedia del Jet Set, elevando al cielo nuestro clamor por su descanso eterno.
Pero también necesitan nuestras oraciones aquellos que siguen aquí: sus familias y seres queridos, que enfrentan el dolor de una ausencia difícil de sobrellevar.
El duelo es un camino largo, muchas veces silencioso, y cada persona lo recorre a su propio ritmo.
Además, no debemos olvidar esta tragedia para que no
se repita. Las autoridades tienen la responsabilidad urgente de supervisar y
regular las estructuras donde se reúnen personas, garantizando seguridad y
prevención. Solo así honraremos verdaderamente a las víctimas.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.
Por MONSEÑOR
RAMÓN DE LA ROSA Y CARPIO
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