Los aranceles no son nuevos y pueden producir varios efectos: ¿Tiene la Biblia algo que decir sobre los aranceles y la guerra comercial?
MADRID, España (1 Agosto 2025).- El 9 de abril entraban en vigor una medida impulsada por EEUU que provocó un shock anticipado en la economía mundial.
Los aranceles, o impuestos a productos que llegan
desde el extranjero, pretenden ser una forma de proteger la producción
industrial del país, y por tanto a sus trabajadores, aumentando además los
ingresos del estado. Pero esta medida proteccionista, que choca con las normas
no escritas del comercio mundial de las últimas décadas, puede frenar drásticamente
no sólo la inversión económica (como mostró la caída de las bolsas) sino
también la capacidad de consumo de las familias.
Para entender mejor los efectos de una guerra
comercial global como la que se podría desencadenar y saber si la Biblia tiene
algo que decir sobre ello, Evangelical Focus preguntó a Moisés Contreras, un
ejecutivo con larga experiencia en comercio internacional.
Contreras es también miembro de Compass Europe y
preside el grupo de trabajo sobre Discipulado Financiero de la Alianza
Evangélica Española.
¿Tiene la Biblia algo que decir sobre los aranceles y
la guerra comercial?
Pregunta. A los que no somos expertos en economía, nos
cuesta medir el impacto real de una guerra comercial en la vida diaria. ¿Por
qué es importante el actual debate global sobre aranceles y cómo nos afectará?
Respuesta. Desde los albores de la producción
industrial, las transacciones mercantiles transfronterizas han estado
acompañadas de la imposición de tarifas arancelarias, inicialmente de carácter
general y posteriormente con una especificidad creciente según el origen y la
aplicación de los productos.
Estos aranceles responden fundamentalmente a dos
propósitos: la provisión de ingresos fiscales al Estado, compensando la menor
recaudación por la posible disminución de la producción nacional, y la
protección de la industria interna mediante el encarecimiento de los bienes
importados.
Aunque en un primer momento las tarifas arancelarias
suponen una carga económica para los consumidores de productos foráneos, a
largo plazo pueden estimular la inversión local, tanto nacional como
extranjera, generando una ventaja competitiva para el mercado interno.
El debate actual está en la justicia y la pertinencia
de estas medidas, considerando también su utilización como instrumentos de
presión en el contexto de las disputas comerciales entre naciones.
“La Biblia es clara en cuanto a la obligación de los
ciudadanos de cumplir con las leyes fiscales”P. ¿Habla la Biblia de aranceles,
de impuestos y de comercio internacional? ¿Qué imagen se nos da de ellos?
R. La génesis de los sistemas tributarios se remonta a
tiempos ancestrales, encontrando sus primeras manifestaciones documentadas
incluso en el libro de Génesis. Allí, el patriarca José implementó un sistema
de recaudación del 20% sobre la producción agrícola, sentando un precedente
para la función del impuesto como herramienta de financiación estatal.
Esta práctica se sofisticó con el reinado de Salomón,
cuya habilidad financiera se evidenció en sus acuerdos comerciales con naciones
vecinas (1 Reyes 5:1-12) y en la creación de una próspera flota mercante en el
Mar Rojo (1 Reyes 10:11-12, 22).
La ubicación estratégica de Israel como centro de
comercio entre continentes sugiere la existencia de una política fiscal para
regular estas transacciones, aunque la considerable carga impositiva impuesta
por Salomón tuvo repercusiones políticas significativas, como la pérdida del
trono por parte de su hijo y la división posterior del reino.
No obstante, la enseñanza bíblica es clara en cuanto a
la obligación de los ciudadanos de cumplir con las leyes fiscales, tal como lo
expresó Jesús (Marcos 12:17) y lo reafirmó Pablo (Romanos 13:1-7).
Desde una perspectiva cristiana, el pago de impuestos
puede interpretarse como una respuesta a la providencia divina, un
reconocimiento de las bendiciones materiales recibidas.
La oración por la sabiduría y la rectitud de los
gobernantes en la gestión de estos recursos es un deber fundamental para los
creyentes.
P. En las últimas décadas, Europa ha desarrollado un
mercado común con la UE y otras regiones que tienen proyectos similares.
Facilitar las importaciones y exportaciones se ha visto como una forma de
promover la paz entre países. ¿Por qué?
R. La Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea)
representa un modelo significativo en la búsqueda de la equidad fiscal,
particularmente en lo referente al intercambio comercial entre sus estados
miembros. Este marco de cooperación ha demostrado ser un instrumento eficaz
para fortalecer la competitividad industrial a nivel global y para incentivar
la producción interna de bienes y servicios esenciales.
Pero una cuestión fundamental que emerge en el análisis
de la política comercial de la UE es la equidad en la aplicación de tarifas
arancelarias a los países que comercian con el bloque, tanto en importaciones
como en exportaciones.
Este equilibrio, reflejado en la balanza comercial, es
un indicador crucial de la justicia y la sostenibilidad de las relaciones
económicas de la Unión Europea con el resto del mundo.
“La política de la administración Trump podría
interpretarse como una estrategia disruptiva, destinada a generar una alarma a
nivel global”P. La política aislacionista de Trump está causando un terremoto
comercial. ¿Pero puede tener consecuencias políticas e incluso provocar nuevos
conflictos armados?
R. Para comprender la política comercial implementada
por la administración del presidente de los Estados Unidos, es primordial
analizar las motivaciones subyacentes que impulsaron dichas acciones,
enmarcadas dentro de las facultades constitucionales americanas que otorgan al
ejecutivo la capacidad de establecer regulaciones fiscales.
La imagen del presidente Trump presentando un gráfico
de la balanza comercial entre Estados Unidos y el resto del mundo se ha
convertido en un símbolo de su enfoque en esta materia. En particular, la
relación comercial con la Unión Europea revela un déficit para Estados Unidos.
Datos de Eurostat para 2024 indican que, si bien
Estados Unidos fue el principal destino de las exportaciones de bienes de la UE
(20,6%), se posicionó como el segundo mayor proveedor de importaciones a la UE
(13,7%). Este desequilibrio constituye un factor significativo en la estrategia
de la administración Trump para reconfigurar los flujos comerciales.
La estrategia implementada para equilibrar esta
balanza se fundamenta, en parte, en el incremento de aranceles. Es una medida
proteccionista que busca favorecer el consumo de productos nacionales y,
simultáneamente, incentivar a empresas extranjeras a establecer plantas de
producción dentro del territorio estadounidense, generando así empleo e
inversión local.
La política de la administración Trump podría
interpretarse como una estrategia disruptiva, posiblemente evitada por
administraciones previas, destinada a generar una alarma a nivel global. El
objetivo detrás sería propiciar la negociación de acuerdos bilaterales que
establezcan reglas comerciales percibidas como más equitativas para Estados
Unidos en sus relaciones con otras naciones.
Las políticas arancelarias, si bien pueden generar
tensiones comerciales, no necesariamente constituyen la génesis de conflictos
armados. Más bien, pueden interpretarse como estímulos para que las naciones
revisen y fortalezcan su competitividad comercial, disminuyendo la dependencia
de productos foráneos. El caso de China ilustra esta dinámica, habiendo logrado
posicionar sus productos como elementos esenciales en diversas cadenas de
producción global, desde aditivos alimentarios hasta componentes electrónicos.
Ante este panorama, resulta pertinente preguntarnos
qué estrategia adoptar Europa para mitigar su dependencia comercial. Se espera
que los líderes de la Unión Europea reconozcan esta necesidad como un objetivo
prioritario a corto plazo, implementando políticas que fomenten la autonomía y
la competitividad del bloque en el escenario económico global.
P. Como cristiano, ¿qué valores aceptados por todos
los países te gustaría ver en el comercio internacional? ¿Qué principios
bíblicos nos ayudarían a todos?
A. Como creyentes, aspiramos a ver reflejados en el
comercio internacional valores que promuevan la dignidad humana y el bienestar
colectivo. Algunos de estos valores, con resonancia universal, se fundamentan
en principios bíblicos esenciales:
La justicia y la equidad son pilares del mensaje
bíblico (Miqueas 6:8). En el contexto del comercio internacional, esto se
traduce en la necesidad de políticas fiscales que busquen un equilibrio.
Es imperativo apoyar a las naciones más vulnerables,
no solo a través de la importación de sus productos, sino también mediante
iniciativas que fortalezcan su competitividad industrial local. Esto refleja el
principio bíblico de ayudar al prójimo y levantar al caído.
“Promover la equidad, la diligencia y la
responsabilidad fiscal contribuye a la construcción de un sistema comercial más
justo”La Palabra de Dios nos exhorta a la diligencia en todas nuestras labores
(Proverbios 10:4). Los cristianos en el ámbito empresarial deben ser ejemplos
de profesionalidad y eficiencia, contribuyendo a la competitividad de sus
empresas y, por ende, a la mejora de la balanza comercial de sus naciones. Esta
diligencia es una expresión práctica de honrar el trabajo y ser buenos
mayordomos de los talentos y recursos.
El principio de sujeción a las autoridades, incluyendo
las fiscales, está claramente establecido en Romanos 13:5-7: “Por lo cual es
necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por motivos de
conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de
Dios, que se dedican continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis:
al que tributo, tributo; al que, impuesto, impuesto; al que respeto, respeto;
al que honra, honra”.
Este mandato bíblico nos llama a la responsabilidad
fiscal y al cumplimiento de las leyes tributarias, reconociendo el papel
legítimo de las autoridades en la administración de la sociedad.
La fe cristiana nos impulsa a ser agentes de
transformación en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo el comercio
internacional. Al promover valores como la equidad, la diligencia y la
responsabilidad fiscal, fundamentados en principios bíblicos, podemos
contribuir a la construcción de un sistema comercial más justo, próspero y que
refleje el carácter de Dios.
Por JOEL FORSTER/
Protestante digital
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