Marineros vuelve a soñar: Seattle regresa a Serie de Campeonato tras batalla de 15 entradas

SEATTLE (11 Octubre 2025).- Tuvieron que pasar 24 años, muchas derrotas que dolieron y generaciones completas de aficionados que solo escuchaban historias del 2001. Pero el viernes en la noche, en un T-Mobile Park que pareció resistir el paso del tiempo y del sueño, los Marineros volvieron a tocar el cielo.

En un juego que desafió toda lógica y paciencia, Seattle venció 3-2 a los Tigres de Detroit en 15 entradas, el juego decisivo más largo en la historia de la postemporada, y aseguró su pase a la Serie de Campeonato de la Liga Americana.

El golpe final llevó la firma de Jorge Polanco, veterano de muchas batallas, quien con un sencillo al jardín derecho encendió la euforia colectiva. J.P. Crawford cruzó el plato con el alma en el aire, y lo que vino después fue una tormenta de abrazos, lágrimas y ruido.



No era solo un triunfo: era el regreso a la relevancia, el cierre de una herida abierta desde aquel 2001 en que un equipo con Ichiro Suzuki y compañía había sido el último en pisar esta instancia.



La jugada final tuvo toda la esencia del béisbol en su forma más pura. Crawford abrió el inning 15 con un sencillo, Randy Arozarena recibió un pelotazo y Cal Raleigh movió la escena con un elevado que permitió a Crawford llegar a tercera.

Detroit, temeroso de Julio Rodríguez, optó por el pasaporte intencional. Bases llenas. Juego empatado. Y Polanco al bate. Un swing. Una línea al derecho. El estallido. Seattle a la Serie de Campeonato, donde les esperan los poderosos y favoritos Azulejos de Toronto.

El duelo de lanzadores fue de los que hacen historia. Tarik Skubal, el Cy Young reinante, lució imbatible: 13 ponches en seis entradas, sin otorgar boletos, y un tramo donde retiró a siete rivales consecutivos por la vía del strike. Su dominio fue tan grande que hasta pareció de otro mundo.

Pero el béisbol, como siempre, se rige por su propio guion.

George Kirby, del lado local, no se quedó atrás. Seis entradas con tres hits, seis ponches y ninguna base por bolas. Cuando dejó el montículo, la ventaja era de Seattle. Pero Kerry Carpenter, con un batazo profundo ante Gabe Speier, cambió la historia momentáneamente con un jonrón de dos carreras.

Antes de eso, Josh Naylor había dado el primer aviso. Doble al izquierdo, robo de tercera —el primero que alguien le hace a Skubal en toda la temporada— y anotada con elevado de sacrificio de Mitch Garver. Una muestra de coraje, de esas jugadas pequeñas que sostienen grandes noches.

Después vino la larga espera. Los ceros se apilaron, los bullpens se vaciaron, las gargantas se rompieron. Cada lanzamiento valía una temporada. Y cuando el juego se estiró más allá de la medianoche, todos sabían que el siguiente batazo correcto podía cambiar la historia del club.

Polanco lo dio. Y con él, Seattle exorcizó dos décadas de frustraciones. Después de tantos años, el béisbol en Seattle volvió a sentirse eterno.




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