Papa León XIV recuerda que María no sustituye a Cristo, sino que conduce a Él
CIUDAD DEL VATICANO (12 Octubre 2025).- El Papa León XIV preside la santa Misa con ocasión del Jubileo de la Espiritualidad Mariana y recuerda que el centro de este Jubileo no es María sola, sino María que nos lleva a Cristo, fuente de la verdadera conversión y renovación del mundo.
Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV presidió esta mañana la Santa Misa con motivo del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, que se está celebrando este fin de semana en Roma. En su homilía, el Pontífice exhortó a los fieles a “recordar siempre a Jesucristo”, subrayando que toda auténtica espiritualidad cristiana —incluida la mariana— tiene a Jesús como centro.
“La espiritualidad mariana, que alimenta nuestra fe, tiene a Jesús como centro. Como el domingo, que abre cada nueva semana en el horizonte de su resurrección de entre los muertos”.
Después, citando al apóstol Pablo, recuerda que “el domingo nos hace cristianos porque llena la memoria incandescente de Jesús nuestro sentir y nuestro pensar, modificando nuestra convivencia, nuestra forma de habitar la tierra.”
La lección de Naamán
El Pontífice continúa su homilía reflexionando sobre “la curación de Naamán, el sirio”. La historia de Naamán muestra cómo la verdadera grandeza no reside en títulos, medallas o prestigio, sino en la apertura a la gracia de Dios: “Si Naamán sólo hubiera seguido acumulando medallas para poner en su armadura, al final habría sido devorado por la lepra; aparentemente vivo, sí, pero cerrado y aislado en su enfermedad. De este peligro nos libera Jesús, Él que no lleva armaduras, sino que nace y muere desnudo”.
Y es que en un mundo que valora los títulos, los logros y el reconocimiento, el Papa Prevost nos recuerda que el amor de Dios no se gana ni se mide: “Quizás, cuantos menos títulos se puedan ostentar, más claro está que el amor es gratuito. Dios es puro don, sola gracia, pero ¡cuántas voces y convicciones pueden separarnos también hoy de esta verdad desnuda y disruptiva!”.
Por MIREIA BONILLA/Ciudad del Vaticano
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