La Navidad siempre es un tema recurrente, pero sigue siendo un tiempo de un interés inagotable y de un atractivo inigualable para casi todo el mundo; más allá de ciertos excesos en lo comercial y en lo gastronómico para muchos.
Pero tampoco quisiera encallarme en la cuestión de ciertas coincidencias paganas, que es un tema anodino y totalmente irrelevante, la verdad es que no me aportan nada especialmente significativo los discursos anti navideños, que rayan el absurdo.
Lo que sí quisiera destacar es el irresistible encanto de la Navidad, por encima de los diferentes puntos de vista al respecto. Pero ante todo, hay un punto de vista que es absolutamente inapelable y es que "Aquella Luz Verdadera (Jesús), que alumbra a todo hombre venía a este mundo" y este grandioso acontecimiento siempre hay que celebrarlo por todo lo alto.
Porque la irresistible influencia de este maravilloso Hijo de Dios, Jesús el Dios Encarnado, naciendo como un simple bebé entre los hombres, es realmente apoteósica, por lo que ha supuesto este hecho para el acontecer histórico de la humanidad.
Y esto, aún en medio de tanta confusión existente en nuestro mundo actual, siempre hay que proclamarlo con gran gozo, porque por excusa o por pretexto Cristo es anunciado y el aroma de su influencia está presente en cada rincón del planeta.
Las luces de Navidad siempre resultan en un auténtico espectáculo multicolor de la luminotecnia moderna que embellecen e iluminan con más intensidad las calles de nuestras ciudades, y yo me pregunto ¿eso es malo o repudiable?, en ninguna manera. Porque esa expresión popular de la exhibición de luces, también nos anuncia el presagio profético de Jesús como la Luz que ilumina al mundo entero.
En el tiempo de Navidad, la gente en general está más predispuesta a escuchar el mensaje de Jesús, los amigos se reencuentran, las familias se unen y celebran de diversas maneras, que estamos en Navidad, porque la Navidad une familias y también reconcilia a los hombres.
La Navidad siempre supone una tregua del malestar humano en muchos casos y aunque no lo resuelva todo, contribuye a serenar los ánimos negativos de mucha gente.
Este y otros muchos aspectos son los bondadosos efectos de la Navidad; porque la natividad es en esencia la historia, de que el Hijo de Dios se hizo Hijo de Hombre, para que los hijos de los hombres, pudiéramos llegar a ser hechos hijos de Dios y esta es la gran paradoja del amor de Dios irrumpiendo en la historia.
Tampoco ignoro la cantidad de despropósitos en los que mucha gente convierte la navidad. Pero no malogremos lo mejor del espíritu navideño por nuestros prejuicios religiosos o laicos, porque en definitiva Navidad es Jesús en su pura esencia.
Por supuesto que también podemos pasar y abstenernos de juguetear con míster Noel, el mítico personaje de la fantasía popular. Estas como otras tantas historietas mágicas solo pretenden inducirnos al puro consumismo. Aunque en definitiva son historias totalmente intrascendentes.
Pero disfrutemos de lo esencial y compartamos con más razón que nadie, el verdadero espíritu y el maravilloso mensaje de la Verdadera Navidad, que es Cristo con nosotros y para muchos otros también es Cristo en nosotros la esperanza de gloria, que en definitiva es la Navidad eterna.
Por cierto amigos ¡Feliz Navidad a todos!
Por JULIO PÉREZ


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