Los clubes decretaron el pasado 1 de julio el cierre patronal, por el que todas las actividades dentro de la NBA han sido canceladas, entre ellas el entrenamiento de los jugadores en las instalaciones de los equipos y la negociación de contratos, al no llegar a un acuerdo con los jugadores en la negociación del nuevo convenio que debería rigir sus relaciones.
Los clubes alegan que sus pérdidas acumuladas ascienden a unos 300 millones de dólares. Para sanear su situación financiera, pretenden establecer un nuevo límite salarial e igualar el reparto de los ingresos anuales. De acuerdo con el convenio colectivo que expiró el 30 de junio, los jugadores percibían un 57% de los ingresos de los clubes, que desean rebajar ese porcentaje al 40%. Los jugadores habían ofrecido reducirlo al 54,5%, pero los clubes entienden que esa medida es insuficiente. Todo apunta a que la competición, que debería empezar a finales de octubre, se verá afectada por el cierre patronal, especialmente después de que este lunes los directivos de la Liga y de los jugadores se volvieron a reunir por primera vez desde el 1 de julio para negociar el convenio y no llegaran a ningún acuerdo.
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