Alicia Alonso: 'Un bailarín no deja de bailar jamás. Yo ahora lo hago con fantasía'
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MADRID.- Después de escuchar a Alicia Alonso durante algo más de una hora, entiendes que bailar es un poco como la lluvia. Llover movimientos para mirar el mundo de otro modo. La edad incógnita de la gran bailarina cubana suma más enigma a esta mujer rápida, icono de la danza clásica del siglo XX y primeros compases del XXI. Un tifón de ímpetu, elegancia e inteligencia. Una resistente entusiasta que sigue siendo Prima Ballerina Assoluta del Ballet Nacional de Cuba. Su fundadora, su eje principal, su motor de explosión, la raíz de su leyenda. De su luz. De su sombra.
Lleva Alicia Alonso más de la mitad de los años que acumula bailando dentro y fuera de Cuba. Mirando hacia la tradición y apuntando hacia el futuro. Ha hecho de su forma de interpretar la danza una voz propia, un estilo, un canon, una extensión de su fantasía. Y sigue en ello. Y suma. Y suma vida y escenario sin tregua. Una parte de la compañía recala en Madrid. Del próximo viernes al domingo, del 23 al 25 de septiembre, llevará a los Teatros del Canal (calle de Cea Bermúdez, 1) los dos actos y cuatro escenas de 'La Cenicienta', la única pieza de Johann Strauss compuesta expresamente para danza. En esta ocasión, un trabajo basado en la coreografía de Pedro Consuegra.
Tres días después, el 28 de septiembre (y hasta el 2 de octubre) en el mismo espacio, el Ballet Nacional de Cuba volverá a interpretar 'El lago de los cisnes', en la versión creada por Alicia Alonso. "En esta ocasión toda la compañía baila en un estilo clásico, pero con un sentido actual muy importante. No quiero decir que sea un movimiento moderno, sino que se combinan perfectamente tradición y modernidad... Tengo un equipo de preparadores muy buenos. Ex bailarines que se han convertido en profesores y continúan el trabajo con los más jóvenes. No quiero que nadie se retire y se separe de la compañía. Quiero que todo el mundo que ha estado ahí enseñe todo aquello que han aprendido a los que vienen detrás".
Alicia Alonso perdió la vista hace años, pero sabe y pulsa y siente cuando los bailarines se mueven con emoción, con electricidad. "Voy todos los días a los ensayos", sostiene. "Y sé cuándo el día es bueno o cuándo no se está haciendo un buen trabajo. ¿Cómo lo sé? Es difícil de explicar. Muy difícil hacérselo entender a quien tiene la vista intacta".
- ¿Aún baila?
- "Un bailarín no deja jamás de bailar. Ahora lo hago con la cabeza, con la imaginación".
Más que mover las manos, las vuela. Les da altura y ritmo. No acepta el término de diva, aunque sea uno de los nombres imprescindibles de la danza del siglo XX. Nureyev la asumía como a un ídolo. Gades regresó al baile por ella. Lezama Lima le escribía cosas así: "Podría haber estado presente el día de la creación del mundo. Podría haber bailado entre las hogueras y las primeras auroras...".
No piensa en retirarse... "No, eso no. Tengo muchas cosas por hacer. Me quedaré hasta los 200 años. Me quedaré con ustedes. No me dejen llegar a esa edad sola", bromea. Y suelta una sonrisa donde se concentra toda una vida de triunfo y sinsabores. Del éxito en Nueva York, Moscú, Londres o París al daño de los quirófanos. Pero nada ha podido con ella. La danza es algo más que su vida. Es su misión. "Porque sigo siendo una guerrillera".
Por ANTONIO LUCAS/El Mundo.es
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