Si al visitar o pasar por una gasolinera observas que la suple un tanquero que no tiene el rótulo con la misma marca de la distribuidora a la que corresponde la estación, están ocurriendo cosas perjudiciales para ti y para el país. Es una burla porque al consumir combustibles pagas los impuestos que te corresponden y puede que gente que reciba combustibles exentos por disposiciones dirigidas a no encarecer el transporte público o de carga, o a no elevar el costo de obras contratadas con préstamos internacionales, o a no afectar el costo de la generación eléctrica, estén haciendo negocios de forma inescrupulosa con esos privilegios, en complicidad con detallistas.
O puede que se trate de distribuidoras cuasi fantasmas que atentan contra la seguridad jurídica, violentando la resolución de Industria y Comercio que admitió que pudieran distribuir combustibles de manera muy específica para suplir al sector industrial o para sus escasas estaciones, pero nunca para practicar el comercio desleal, afectando a quienes hacen las inversiones para crear una estación de servicio.
El usuario se perjudica porque cree que está protegido por la responsabilidad civil ante cualquier percance de la distribuidora bajo la que se ampara la gasolinera, y porque cree que está bajo los controles de seguridad de una marca.
Pero se perjudica también como ciudadano de un país en el que la seguridad jurídica no está protegida, porque eso no provoca otra cosa que ahuyentar inversiones, pero lo peor es la situación del consumidor, porque si el empleado observa que su patrón engaña al que le aportó la plata para el negocio, recibiendo combustibles de otras manos, lo que le puede proporcionar mayores márgenes porque se trata de suplidores que no cargan con el costo financiero de una inversión, el mensaje que recibe es nefasto: engaña tú al cliente.
El Ministerio de Industria y Comercio reprueba esa práctica y se ha amparado de un aparato represivo para contenerla, pero aparentemente el Cuerpo Especializado de Control de Combustible (CECOM), duerme el sueño de los inocentes.
La distorsión no es difícil de controlar porque el suplidor es la Refinería Dominicana de Petróleo y la compra de combustible de una distribuidora debe estar amparada por el reporte de ventas de sus estaciones, de manera que no puede andar en buenos pasos quien tenga cinco estaciones y retire como si fueran cincuenta o más, pero si Refidomsa no tiene todos los medios, una ayudita de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), le puede resultar muy favorable.
Queremos una sociedad que invierta un 4% en la educación, que se gaste una mejor policía, que proporcione un 10% a los ayuntamientos, que subsidie a los que no pueden pagar un seguro de salud, que ayude a los que no pueden pagar la energía a lo que cuesta, que construya las obras de infraestructura, pero nada de eso es posible privilegiando la avivatura, el que debe ganar es el que invierte, paga impuestos y emplea.
Por JULIO MARTINEZ POZO
El autor es periodista y productor de televisión
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