El PRD es un activo político de República Dominicana

El PRD no es propiedad de los perredeístas aunque lo presuman con sus tantas luchas internas.

El partido blanco es un activo político de la República, y hay que mantenerlo “vivo y viable”, muy a su pesar, como una ineludible tarea de nación. No basta el gobierno, por bueno que sea. Se hace necesaria, casi imperativa, la oposición, pues la democracia se fundamenta en contrapesos. Y si se pregunta aquí, o más allá, la respuesta no se hará esperar: Nada mejor que el PRD para llenar ese cometido. El primero que lo advirtió fue Joaquín Balaguer, y usó dicho conocimiento para sustentar la estabilidad política del país, y de paso fundamentar la legitimidad de su régimen, incorporando a su gobierno a figuras importantes del PRD de los sesenta. No puede olvidarse a José Brea Peña, ni a Antonio Martínez Francisco, ni a Ángel Miolán. No fueron colaboracionistas, buscaempleos, cogecheques, sino la parte visible de unos acuerdos que la historia no registra, ni nunca se dieron a conocer. Aquella fue una época terrible, pero no tan terrible para que las fuerzas políticas decisivas desconocieran sus obligaciones…

A SU MANERA

Juan Bosch, no hay dudas, también entendió las claves, aunque no lo dijera con palabras, sino sacando el cuerpo a la circunstancia.

Balaguer, incluso, nunca perdió su norte, ni creyó en la posibilidad de tierra arrasada.

Nadie recuerda, pero una vez planteó desde el poder, como solución a los conflictos políticos de entonces, adaptar la experiencia colombiana, en que los partidos Liberal y Conservador se alternaban en el gobierno de manera mecánica. Entre el Liberal y el Conservador no había grandes diferencias que no fuera, como señaló Gabriel García Márquez, que los conservadores iban a misa de seis y los liberales de siete. Al pasar el tiempo, lo que debió ser obvio, se hizo evidente. A los reformistas y a los perredeístas los distinguía una cosa: Los unos sabían ser gobierno y los otros oposición, que es más o menos lo que se da ahora entre peledeístas y perredeístas. El mismo teatro, igual decorado, incluso, sin cambiar los personajes. Los actores son otros, pero ninguno de escuela nueva…

EL REGALO

Entre los muchos ruidos de la política nacional de la semana pasada estuvo uno inexplicable. La negativa del PRD de aceptar la presidencia de la Cámara de Diputados. Digo inexplicable porque nadie le ofreció al partido blanco la jefatura de esa rama del poder Legislativo, y no se puede decir que no a lo que ni siquiera se pregunta.

Que Vinicio Castillo dijo, ¿y quién es Vinicio Castillo para hacer esa propuesta? Hasta donde se sabe no es líder del PLD, ni miembro de su comité político, e impensable como vocero. No se trata más que de una opinión de alguien que no se entera que ya pasaron las elecciones y que Danilo Medina y el PLD no necesitan votos perredeístas para ganar.

Que ya ganaron. La condición de aliado no da para tanto, ni el momento se presta para ese tipo de frescura, pues no de otro modo puede calificarse esa intromisión. La reacción de los perredeístas por igual fue precipitada, y los voceros de ocasión dejaron ver las enaguas.

Dijeron que era un regalo envenenado, sin darse cuenta de que ningún peledeísta tiene a manos papel de celofán…


ACLARACIÓN

Guido Gómez les sacó las castañas del fuego a los insurgentes del PRD al explicar racionalmente en qué consistiría irse a las calles. No sería a tirar piedras, ni a quemar gomas, y mucho menos a llamar a una huelga nacional.

Como se infería de los pronunciamientos de Andrés Bautista o de Geanilda Vásquez. Nadie se imaginaba al presidente en funciones del PRD enfrentando los Swats, ni a la secretaría de organización huyendo de los Linces. Sus oponentes internos relajaban. De irse, será a un gimnasio. Y la verdad que con sobrepeso no se llega lejos. A Orlando Jorge, que no hablaba en esos términos, le sobraba entrenamiento, ya que se le consideraba un hombre de maratón. Gómez, sin embargo, aclara las cosas. De lo que se trata es de volver a sus raíces y conectarse con las fuerzas populares. Ser expresión política de los grupos comunitarios, como lo fue en sus inicios, en que dominaba y presidía los frentes de masa. El Falpo seguirá siendo Falpo, y el PRD, PRD. Si sus cúpulas dejan de pensar como guerrillas, pueden actuar como estadistas.


Por ORLANDO GIL
El autor es periodista
Tomado del Listín Diario

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