Las atribuciones del presidente del partido, Miguel las han violado casi todas o las ha desconocido flagrantemente. Miguel no representa (ni es) “las autoridades del partido”. Si él es autoridad del PRD también lo es Orlando Jorge Mera, Geanilda Vásquez, Andrés Bautista, al igual que los demás dirigentes electos en la misma convención que Miguel.
Sin ninguna autoridad, Miguel Vargas “quita y pone” miembros de la Comisión Política y el Comité Ejecutivo elegidos en la misma convención que él, con el apoyo de la Junta Central Electoral, lo cual resulta inaudito. La institucionalidad del PRD no la representa Miguel. Al contrario, ese señor es la negación total de la institucionalidad.
Miguel es la negación del PRD.
¿Con qué derecho Miguel toma militarmente la Casa Nacional del PRD, y le pone candado para que solo los de su corriente puedan entrar? ¿Por qué Miguel ordenó que Geanilda Vásquez, Jorge Mera y otros dirigentes dejaran de usar sus oficinas?
El artículo 19 de los estatutos dice que la soberanía del partido “reside en su militancia y se ejerce a través de sus organismos”.
Miguel no está amparado en la militancia, sino en la fuerza política y económica del gobierno de Leonel Fernández, Danilo Medina y el PLD.
Lo que sí me resulta inconcebible es que la parte institucional representada en Andrés Bautista, Orlando Jorge Mera, Geanilda Vásquez, entre muchos otros, no hayan actuado como demandan las circunstancias. Ha sido débil, conservadora y cobarde.
Miguel está respaldado por el gobierno, el PRD está respaldado por dos millones de hombres y mujeres. Si esa institucionalidad legitima del PRD no actúa como debe actuar, no habrá PRD. Y el gobierno podrá seguir “comiendo con su dama” burlándose y atropellando al pueblo.
El pueblo dice que “los traidores no pagan ni con la muerte. Y yo digo, parafraseando a Mario Benedetti, que un traidor “no se redime suicidándose, pero algo es algo”.
La unidad en el PRD ya no es posible. Con Miguel no hay nada qué negociar. No sigan perdiendo el tiempo.
Por JUAN TAVERAS HERNANDEZ
El autor es periodista
Tomado El Nacional
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