
El carismático Bill Clinton no estaba en el
escenario con Obama en Chicago ni fue mencionado en el discurso. Sin embargo,
el ex mandatario, tan popular ahora como cuando asumió en 1993, mantiene un
control sobre los votantes estadounidenses y fue especialmente valioso para
alcanzar a la clase media blanca en estados clave que se anunciaban difíciles
para el candidato demócrata, por ejemplo Ohio y Pensilvania.
"Si ustedes votan por sus esperanzas y no por
sus miedos, si votan por la unidad y no por la división, si creen que todos
podemos trabajar juntos, todos reelegirán a Barack Obama", dijo Clinton el
lunes durante un mitin en Pittsburgh.
La noche del martes, después de recibir una llamada
de su rival Mitt Romney en la que aceptaba la derrota, Obama hizo su primera
llamada a Clinton, señaló un funcionario de la campaña demócrata.
Su notable reconciliación une a dos políticos que,
en un mismo equipo, pueden dar una nueva energía y dirección al segundo mandato
de Obama, en momentos en que el país enfrenta enormes retos económicos.
Si el equipo se mantiene, también pueden allanar el
camino para la presidencia de otro Clinton en 2016. Hillary, quien se espera
que no siga como secretaria de Estado, ha dicho que no hará campaña por la
presidencia otra vez, pero en septiembre su esposo declaró que no tenía
"cabal idea" de lo que ella decidiría.
Una potencial complicación para estos planes son las
ambiciones de Joe Biden. Consultado por un periodista después de sufragar sobre
si sería la última vez que votaría por sí mismo, el vicepresidente contestó:
"No, no lo creo".
La actitud de Bill Clinton hacia Obama fue casi de
desprecio cuando derrotó a Hillary en las primarias demócratas en 2008.
Entonces, calificó la victoria como un "cuento de hadas". Pero como
presidente, Obama ofreció a Hillary la Secretaría de Estado, un gesto generoso
que dejó el camino abierto para una reconciliación más genuina.
El ex presidente iluminó la campaña electoral de
Obama con su melena blanca, la cara animada y mensajes que cautivaron a los
votantes indecisos, muchos de los cuales todavía recordaban la paz y
prosperidad económica que reinaban durante la gestión del último demócrata en
llegar a la Casa Blanca antes de Obama.
"Bill y Hillary han hecho más para la
reelección de Barack Obama de lo que ha hecho él", dijo el ex presidente
de la Cámara de Representantes y precandidato republicano Newt Gingrich.
Asesores de la Casa Blanca hablaron de un vínculo
que creció en los últimos días de campaña, cuando un Clinton de voz áspera se
unió a Obama en el último esfuerzo por conseguir votos. "Puse mi voz al
servicio de mi presidente", dijo ante una enorme multitud en Concord, New
Hampshire, cuando la campaña llegaba a su fin.
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