SAO PAOLO, Brasil.- El jefe de seguridad dimitió en medio del escándalo por el aumento de la violencia en la ciudad más grande de Brasil y de toda Sudamérica. En dos meses, hubo 300 muertes.
El gobernador del estado brasilero de San Pablo, Geraldo Alckmin, aceptó la renuncia del director de la policía local Antonio Ferreira Pinto, presentada este miércoles en medio del escándalo por el repunte de la extrema violencia en la ciudad.
El reemplazante es Fernando Grella Vieira, quien se desempeñó anteriormente como ex fiscal general del estado. "Esta ola de violencia es un problema mayor y tendremos que trabajar duro para revertir esta situación", manifestó el flamante funcionario al portal G1.
La tasa de homicidios comenzó a aumentar a principios de septiembre, mes en el que se denunciaron 144 asesinatos, de acuerdo con datos brindados por el Departamento de Seguridad Pública estatal.
En octubre, el número de muertos creció a 150, lo que supone un incremento del 92 por ciento con respecto al año pasado, según se desprende de las cifras oficiales. Además, en lo que va del año hubo, al menos, 94 agentes de policía muertos, la mayoría de ellos estaban fuera de servicio.
La policía ha dicho que los asesinatos de policías han sido ordenados por líderes en prisión de un grupo del crimen organizado llamado "Primeiro Comando da Capital", o PCC, en represalia por medidas de fuerza contra el comercio de droga.
PCC es una de las bandas delictivas más peligrosas de Brasil. Con sede en cárceles estatales en San Pablo, el grupo es presunto responsable de varias olas de ataques a la policía, edificios de gobierno, bancos y autobuses públicos ocurridos en 2006.
En consecuencia, las autoridades estatales de San Pablo informaron que trasladarán a una prisión federal de máxima seguridad fuera del estado a los líderes encarcelados de la banda, sospechados de utilizar teléfonos celulares de contrabando para ordenar ataques y coordinar venta de droga, homicidios de miembros de bandas rivales y compra de armas.
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