WASHINGTON.- En las últimas semanas, Barack Obama ha
bromeado en casi cada nombramiento. La mayoría de los nuevos son conocidos con
los que ha trabajado muy de cerca y muy intensamente los últimos cuatro años y
tienen un perfil diferente al de los elegidos para los grandes cargos en 2009.
Al presidente se le nota relajado junto a los
escogidos para los puestos de mayor responsabilidad. Así, bromeó distendido con
Jack Lew, su jefe de gabinete hasta ahora y el elegido para ser secretario del
Tesoro. "Nunca me había fijado en su firma, pero después de que verla
destacada en la prensa consideré cancelar su nombramiento", dijo el
presidente sobre el garabato infantil que tendría que ir en los billetes.
"Jack me ha prometido que se esforzará en hacer al menos una letra legible
para no hundir nuestra moneda", bromeó.
El cambio de estilo en el nuevo mandato tiene mucho
que ver con la experiencia. En 2008, Obama seguía siendo un recién llegado a Washington.
Había sido elegido cuatro años antes como senador y había parado poco en la
capital por su temprana campaña presidencial. Su primera Administración estaba
compuesta por políticos y consejeros del Gobierno Clinton e incluso alguno del
de Bush, como Robert Gates, el secretario de Defensa. La estrella era Hillary
Clinton, su archirrival y seleccionada, en parte, para unir a los demócratas
después de unas primarias históricamente duras. El resultado fue desigual,
especialmente con un equipo económico dispuesto a desoír las instrucciones del
presidente, según cuenta el libro 'Confidence Men', un relato pormenorizado del
principio de la Presidencia Obama.
Para el segundo mandato, Obama ha construido su
equipo con un núcleo duro de fieles. Políticos y funcionarios en los que confía
y conoce bien. Es el caso de Lew, que llegó en 2010 del Departamento de Estado
a la Casa Blanca y que es uno de los pocos a quien el presidente deja negociar
con los republicanos sobre los detalles de recortes e impuestos sin apenas
pedir explicaciones.
El presidente se siente igual de cómodo con su nuevo
director de la CIA, John Brenna, su actual jefe antiterrorista y durante años
el encargado de darle las noticias buenas y malas sobre seguridad nacional. Ya
quería nombrarlo en 2009 por su ayuda en la transición de poderes, pero no lo
logró por la presión de algunos demócratas que identificaban al veterano espía
con las torturas dirigidas por la CIA durante la Administración Bush. Obama le
ha premiado ahora por su fidelidad incansable ("no ha dormido en los
últimos cuatro años", según el presidente) y su papel en la operación
contra Osama Bin Laden.
A Chuck Hagel, el elegido para Defensa, Obama lo
conoce de sus años en el Senado, donde hicieron buenas migas al trabajar en la
reforma de inmigración. También viajaron juntos a Irak. En este caso, la
conexión más personal viene del vicepresidente Joe Biden, que en una ocasión
definió a Hagel como su senador preferido. Obama conectó cuando los
republicanos empezaron a hacer vacío a su compañero por su oposición a la
guerra de Irak.
Con John Kerry, que será secretario de Estado, el
presidente había tenido poca relación hasta el año pasado. Su conexión cambió
durante la campaña, cuando el senador y ex candidato presidencial ayudó a Obama
a preparar los debates contra Mitt Romney. Durante días de ensayos muy
intensos, Kerry hacía el papel del rival republicano y Obama apreció la
dedicación del experto en Exteriores.
El presidente, que aún necesita el visto bueno del
Senado, se quiere rodear de los más fieles que refuerzan sus ideas. Todos los
poderosos son hombres en un gabinete que contrasta con el de hace cuatro años,
cuando eligió al equipo más variado de la historia, con siete mujeres y cinco
miembros de minorías (sólo había ocho hombres blancos).
Hillary Clinton dejará el puesto en cuanto el Senado
confirme a Kerry e Hilda Solis, secretaria de Trabajo, también ha decidido
dimitir. Como mujeres poderosas aún quedan Kathleen Sebelius, en Sanidad, Janet
Napolitano, si es que sigue en Seguridad Nacional, y Valerie Jarrett, consejera
de los Obama y madrina política de la pareja en Chicago.
Obama planeaba elegir como secretaria de Estado a
Susan Rice, embajadora en la ONU y amiga personal, pero se echó atrás por la
polémica sobre los comentarios poco informados de la diplomática acerca del
atentado en Bengasi el pasado 11 de septiembre.
Interrogado sobre la pequeña polémica acerca de la
falta de mujeres en su nueva Administración, el presidente pidió paciencia.
"Sugiero a todos que antes de juzgar esperen hasta ver todos mis
nombramientos", dijo Obama.
Pero el único hueco político poderoso que queda por
llenar es el de jefe de gabinete de la Casa Blanca. Y se espera que el
presidente nombre a Denis McDonough, viceconsejero de Seguridad Nacional y que
empezó trabajando de asesor de Exteriores en la campaña de Obama de 2008.
McDonough también está en la foto de los pocos
escogidos que contemplaron la operación de asalto del cuartel de Osama Bin
Laden en mayo de 2011.
Por MARIA RAMIREZ/El Mundo
No hay comentarios.: