Una postalita de sana convivencia entre gobierno y la oposición


A SU ONDA.- Este país puede gobernarse sin mucha dificultad si se deja ir a su onda. Los inconvenientes de final y principio de años se sortearon solos, sin que se tomaran medidas extraordinarias. Excepto la entrega de canastas de parte de los funcionarios o las fiestas navideñas de las dependencias públicas, todo transcurrió igual que siempre. ¿Quién se recuerda de la Reforma o de los nuevos impuestos? Nadie se queja, por lo menos, y se pronosticaron oleadas de protestas. La inquina es contra Leonel Fernández, a quien se le hace difícil vivir con esa carga impropia, pero el gobierno ni se entera. Cada cual se ocupa de lo suyo. El ex presidente en ser una especie de ‘Vicente Fernández’ de la política, cantando bajito “Volver, volver”; el jefe de Estado en gobernar con su singular estilo, la puntualidad, por ejemplo. En la Basílica de Higüey se asomó primero que la Virgen, y con tanta suerte que, en vez de oraciones al Altísimo, los peregrinos se de-dicaron a promoverlo para un nuevo período. El hombre se conforma con brincar pequeños charcos y ya le están proponiendo aguas profundas...

ABRAZO, BESO.- Con tanta suerte, insisto, que la oposición se le presenta afable en una misa y no airada en la plaza pública. Ese beso a Milagros Ortiz Bosch fue una muestra de conciliación política. Una postalita de sana convivencia entre gobierno y oposición. Incluso, puede decirse que convenida. La Basílica de Higüey está ahí “viendo pasar el tiempo” como La Puerta de Alcalá de Ana Belén y Víctor Manuel. El 21 de enero fue consagrado desde hace años a la Virgen de la Altagracia, y acuden peregrinos de todas las regiones, incluyendo Haití. La festividad, como nacional, es casi oficial, y los gobernantes aprovechan la oportunidad de asociarse a la Iglesia en la celebración y el culto, haciendo acto de presencia. ¿Y la oposición? Esa es otra historia, pero igual de fácil de contar. ¿Por qué dejar el escenario al presidente, al gobierno, o a su partido? La oposición acude, y no hay dudas de su finalidad política. Lo que se busca es darse un abrazo con el mandatario, como si fuera parte del rito. Solo que el pasado lunes se convirtió en beso...

SABÍA DE QUE IBA.- Milagros Ortiz Bosch es una mujer de iglesia, pero igual Hipólito Mejía como hombre, mucho más si se acompaña de su esposa Rosa Gómez, cuya caridad y fervor nadie pone en duda. Cuando la escogieron para representar al PRD, ella sabía de lo que iba la ocasión. No era rendir culto a la Virgen, lo que podía hacer en la capital, incluso en la Catedral con el venerable Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, ni rezar, que era propio en cualquier lugar. El propósito era darse un abrazo con el presidente Danilo Medina. Solo que a ella ñpor todo lo que representañ le tocó beso. Pudo haberse dado de ex presidente a presidente, o de ex candidato a presidente, pero eran muchas las implicaciones. No obstante, fue justa la escogencia: una ex vicepresidenta, Ortiz Bosch,  y otro que pudo haberlo sido, Luis Abinader. Esto es, probables álter ego de Mejía, por lo menos políticamente hablando. La gente que coja punta, como dicen en el campo, de la oposición del PRD a la administración de Medina... 

EN FARÁNDULA.- Como decía, este país es fácil de gobernar si se le deja a su onda. Incluso, se basta tanto a sí mismo que crea sus enredos y favorece sus entretenciones. Sobeida Félix se tomó dos semanas, y el gobierno no movió un dedo para manipular la situación. Y no bien sale del escenario cuando aparece el affaire de Martha Heredia y Vakeró, que ni siquiera las incidencias del PRD sacan de foco, y mucho menos la humillante derrota de las Águilas. La farándula, como se sabe, se vale sola y no necesita del elemento político. ¿Cuánto circo dará la música urbana de Vakeró y otro personaje de rara identidad como Omega?  Los procesos judiciales todavía no entran en sus buenas, pero de seguro que ocuparán ñde rato en ratoñ la atención pública. Sea que llenen su cometido, como que no. Lo importante es el ruido, y en el caso del gobierno, que no sean sus latas ni sus perros. Pues queda claro que si el gobierno no provoca, nadie va a reaccionar, y el presidente puede irse de fin de semana haciendo lo que considere pertinente, incluyendo ocasionales viajes al exterior, como el de Chile...



Por ORLANDO GIL
El autor es periodista y productor de televisión

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