BARCELONA.- El barcelonismo invoca a la remontada
(20-45, La1) como un acto de afirmación y en cierto modo también de
supervivencia, porque en juego no está el pase a una final, como en los últimos
cinco años, sino el acceso a la ronda de cuartos de Champions. Tampoco se trata
de ganar simplemente un partido contra el Milan. Ahora es cuestión de superar
un 2-0 contra un equipo italiano experto en negar el gol a Messi. Ante una
situación tan nueva, se desconoce cual será la respuesta del Barça.
Habrá mosaico en el Camp Nou —“som un equip”— y los
jugadores reclaman el calor de la hinchada. “El que no crea que podemos pasar
es mejor que no venga, que deje el carnet a un amigo o pariente o libere la
entrada. Necesitamos a 90.000 personas convencidas de que podemos
clasificarnos”, advirtió Piqué. “Hace tiempo que le damos vueltas al partido,
tenemos el croquis en la cabeza. Hemos visto muchos vídeos del Milan”, afirmó
Roura. “Ahora bien, no hay que confundir la intensidad con la precipitación. No
perdamos los papeles”.
A pesar de su enfermedad y de la distancia, también
Vilanova ha preparado la táctica más que nunca desde Nueva York. “Vive los
partidos con una intensidad tremenda”, reiteró Roura. “No hay que ganar por
Tito sino que Tito nos tiene que ayudar a ganar”, añadió Piqué. “No hay excusas
que valgan: el campo estará rápido, la bola correrá bien, los aficionados se
meterán en el partido y el equipo cree en sus opciones, va a responder”.
La preparación del partido se anuncia tan esmerada
desde el bando azulgrana que muy posiblemente se practicarán incluso los
penaltis en el último entrenamiento por si fueran necesarios. “Hay que procurar
que los pequeños detalles jueguen a nuestro favor de la misma manera que lo
hicieron en contra en la ida”, coinciden los técnicos. “Auguramos un partido
parecido al de San Siro”, respondió Allegri, entrenador del Milan. “Habrá que
ser fuertes en defensa, gestionar bien la pelota en ataque, obligar a que las
posesiones barcelonistas sean estériles y tener suerte”.
No hay dudas sobre cómo jugaran los rossoneri, que
llevan 10 partidos invictos, ninguno en que haya encajado más de dos goles. Ni
siquiera la lesión del ariete Pazzini, que será sustituido por un delantero
como Niang o un centrocampista del estilo de Muntari, parece preocupar a
Allegri. La incertidumbre si acaso está en el Barcelona, que necesita recuperar
sus señas de identidad, extraviadas en los partidos más exigentes del curso,
contra el Madrid y el propio Milan.
Piqué: "El que no crea que podamos pasar es
mejor que no venga, que deje el carnet"
La declaración de intenciones de los azulgrana
empezó a verse el sábado contra el Deportivo. Presionaron más, aumentó su
intensidad y se juntaron mejor las líneas. Las características del partido
parecen abonar más la presencia de un tercer delantero como Alexis, Villa o
Tello que un centrocampista como Cesc. No se prevén sorpresas, en cambio, en la
zaga a pesar de su vulnerabilidad. La presencia de dos laterales tan ofensivos
como Alves y Alba provoca a menudo que el Barça defienda con solo los dos
centrales y tenga que recular en exceso Busquets. El equipo se alarga entonces
demasiado y se extravía Messi. No olvidan los jugadores barcelonistas que hoy
no les sirve el plan del año pasado, cuando ganaron al Milan por 3-1.
“Yo pongo la mano en el fuego: remontaremos”,
reitera Iniesta. “A este equipo le falta una remontada”, subraya Xavi. Los
futbolistas no quieren en cualquier caso que se cuestione su currículo ni que
se discuta sobre su ciclo por el resultado de hoy. “El equipo merece un
crédito”, recalcó Piqué. “No necesitamos tapar bocas porque la temporada está
siendo buenísima, fenomenal: le llevamos 13 puntos de ventaja al segundo en la
Liga”, insistió. “Ya pasó la época de que se ganaba solo un título de vez en
cuando. La historia cambió desde Cruyff”.
El Barça ha superado 30 de las últimas 35
eliminatorias de Copa y de Champions, nada que ver con los tiempos en que
competía por la extinguida Recopa. Ya nadie se acordaba tampoco de los remontes
protagonizados ante el Dinamo de Kiev o el Chelsea. Hasta el partido de Milán.
Allí, en San Siro, el Barcelona se perdió cuando esperaba que no pasara nada,
demasiado contemplativo. El correctivo de la ida le puso en una situación tan
desconocida que solo puede corregirse en la vuelta. Así que el Barça aspira a
que el calvario que empezó con el Milan acabé también hoy con el Milan.
No extraña que la noche tenga la liturgia de una
final.
Por RAMON BESA/El País
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