SHANGAI.- Un rugido de la tribuna principal por cada 'hazaña'
de Fernando Alonso. Deliró la grada con la arrancada del asturiano en la que
dejó por el camino a Kimi Raikkonen. Entró en trance en la quinta vuelta, aún
con sus endebles gomas blandas, tras su vuelo rasante sobre Lewis Hamilton en
la recta principal, con el que tomó por primera vez el liderato. Se quedó ronca
cuando 'su' bólido rojo desgarró a Vettel tras un colosal carrusel de vueltas
rápidas, en combinación perfecta con los neumáticos medios. En el ecuador de la
carrera, el Ferrari había sacado los colores a Red Bull y había enterrado, al
menos por el momento, cualquier asomo de inferioridad respecto a la escudería
austriaca. Y soltó su último alarido cuando el piloto español se subió a su
monoplaza para saludar al público enfervorecido ondeando la bandera de Ferrari
y celebrar así su primer golpe del año.
Nadie fue capaz de seguir el agresivo galope de un
'cavallino' infatigable, cuyas señales emitidas durante todo el fin de semana
en Shanghai apuntaban a lo que finalmente fue. La rabia contenida desde Sepang,
las horas de aleccionamiento junto a Andrea Stella y el empuje de un bólido al
que fue imposible echar el lazo. Incluso se dio el gustazo de volver a
exhibirse por delante del 'toro' de Sebastian Vettel tras su última parada, a
14 giros del final. Como los grandes toreros, entró a matar a su pesadilla con
el pulso firme. Descargando parte del peso acumulado desde el amargo fin de
curso pasado. Puede que desde bastante antes. Ingredientes más que de sobra
para fabricar la primera victoria del curso para Fernando Alonso.
"Fenomenal", atronó por la radio del equipo. Su primer zarpazo tras
nueve meses de espera, desde aquella lejana tarde de verano en Hockenheim. Su
segunda victoria en un trazado que ya forma parte de su propia leyenda, donde
sólo Hamilton ha sido capaz de repetir golpe.
Precisamente el piloto británico, tan temido durante
el fin de semana, tras su primera 'pole' como chico Mercedes, se quedó por el
camino. Víctima de unos neumáticos blandos que su bólido deshizo como si fueran
papel. Damnificado por un Kimi Raikkonen que, pese a viajar desde la vuelta 16
con la 'nariz' de su Lotus rota, tras un toque con el McLaren de Sergio Pérez,
puso la directa hacia el segundo escalón del podio, dejando a Hamilton el
último rincón del cajón que más le gusta. Mientras Sebastian Vettel, en una de
las paradas más discretas que se le recuerdan a Red Bull, bastante tuvo con
salvar la cuarta posición y mantener por sólo tres puntos sobre Kimi su
liderato provisional del campeonato.
Para entonces, el pobre Mark Webber ya había pasado
por la ducha y asistía al espectáculo desde la tele de su garaje. El
australiano, que se quedó sin gasolina en clasificación y tuvo que iniciar su
aventura desde el 'pit lane', completó un gafado fin de semana abandonando con
sólo 16 vueltas disputadas. Una colisión con el Toro Rosso de Vergné lo dejó
fuera de combate y ni siquiera su paso por boxes evitó el desastre. Unas curvas
más tarde perdía por el camino uno de sus neumáticos, que a punto estuvo de
impactar, como si de una 'vendetta' particular se tratase, con su compañero
Sebastian Vettel.
Cortocircuitado Red Bull, Ferrari sacó pecho y avisó
de cara a un Gran Premio de Bahrein que está a la vuelta de la esquina (domingo
21, 14.00 horas). En un desierto de tradición roja cuyos placeres ya conoce de
sobra Fernando Alonso. Aunque ahora es momento de celebración. De saborear ese
añorado y delicado champán. Acunado por los gritos del público chino. Empujado
por su propio rugido. El más potente de los últimos tiempos del asturiano.
Fuente
EL MUNDO
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