Mi amiga Cristina tiene una gran responsabilidad
profesional, conduce la educación de un elevado números de alumnos. Ella es
docente en un prestigiosa universidad.
Hace poco tiempo atrás, Cristina quedó viuda y desde
ese día luce siempre de negro, algo poco frecuente en estos tiempos, en los que
el luto ha caído en desuso.
Cristina tiene dos hijos ya grandes, una mujer y un
varón, el mayor de ambos.
Ninguno de los dos ha tratado de seguir los pasos de
sus padres; por el contrario, lucen bastante faltos de rumbo en la vida.
Cristina, desde la muerte de su esposo, ha sufrido
un claro cambio en su personalidad, que muchas dudan no estuviese controlada
antes por su extinto compañero.
Sus propios alumnos han comenzado a expresar quejas
ante las autoridades de la alta Casa de estudios respecto de Cristina.
Ella se muestra encerrada en un relato de los hechos
sobre los que habla que dista mucho de la realidad; luce soberbia, prepotente, autorreferencial,
descalifica con enorme facilidad a quien se atreva a contradecirla, ve enemigos
por todos lados.
De la misma forma, Cristina se presenta ante sus
conocidos, amigos y familiares.
Una de sus amigas más cercanas hizo maravillas y
logró que Cristina conversara con un médico psiquiatra, sin que ella supiera
que lo era.
Esa amiga, Diana, se reunió ayer conmigo.
Estuvimos bastante tiempo charlando.
Cristina, de acuerdo al médico que la entrevistó,
presenta uno de los tres cuadros psiquiátricos posibles:
1. Neurosis
2. Psicosis
3.
Trastorno de la personalidad
Cristina López sufre el llamado trastorno de
personalidad narcisista.
¿Qué es esto?, le pregunté a Diana.
Diana fue muy clara. Me resulta difícil explicarlo
porque realmente es complejo para mí pero, me indicó, el médico que la atendió
me dijo que podía entenderse con mucha claridad en el DSM-IV, el manual de
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la American Psychiatric
Association (una especie de biblia de los psiquiatras).
Ni bien pude ingresé en internet, y me puse a buscar
en qué consiste el trastorno de personalidad narcisista.
Me enteré que los trastornos de personalidad, en
general, son perturbaciones o anormalidades que puede sufrir una persona en sus
comportamientos y que difieren de las normas sociales y expectativas.
Estos involucran a varias áreas de la personalidad,
es inflexible y se extiende a muchas situaciones, y se perciben como adecuados
por el que lo padece.
Este trastorno se manifiesta en dos (o más) de las
áreas de la persona y son los
siguientes: cognitivos (formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los
demás y a los acontecimientos); afectivos (la gama, intensidad, labilidad y
adecuación de la respuesta emocional);
actividad interpersonal; y el control de los impulsos.
Está bien, me dije, esto es lo genérico… Busqué lo
específico, lo que aqueja a Cristina, el trastorno o desorden narcisista de la
personalidad.
Encontré su diagnóstico, duro, difícil, cruel pero
verdadero. Como si el texto estuviese hablando de mi amiga Cristina, dice:
Es una afección por la cual las personas tienen un
sentido exagerado de egocentrismo, una extrema preocupación por sí mismas y una
falta de empatía con otras personas.
Presenta un patrón general de grandiosidad (en la
imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de
empatía, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en diversos
contextos como lo indican cinco (o más) de los siguientes ítems:
1. Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p.
ej., exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin
unos logros proporcionados).
2. Está preocupada por fantasías de éxito ilimitado,
poder, brillantez, belleza o amor imaginarios.
3. Cree que es “especial” y única y que sólo puede
ser comprendida por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones)
que son especiales o de alto status.
4. Exige una admiración excesiva.
5. Es muy pretenciosa, por ejemplo, expectativas
irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan
automáticamente sus expectativas.
6. Es interpersonalmente explotador, por ejemplo,
saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
7. Carece de empatía: es reacia a reconocer o
identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
8. Frecuentemente envidia a los demás o cree que los
demás le envidian a ella.
9. Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o
soberbias.
10. Reacciona a la crítica con sentimientos de
rabia, vergüenza o humillación.
11. Persigue principalmente metas egoístas.
Inmediatamente, sentí una increíble compasión por mi
amiga Cristina López.
Sin embargo, me di cuenta que esa compasión, si bien
lógica por ella, debía ser mayor por quienes deben sufrirla a diario. Debe ser
un verdadero calvario.
Ud. amigo lector(a), ¿conoce a alguien parecido a mi
amiga Cristina?… Si es así y está en su círculo diario no lo envidio.
Por JORGE SANTOS
El autor es exdirector de Radio Mitre
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