Pocas veces se ha visto en la historia dominicana un
Presidente actuar con tanto cretinismo político como Salvador Jorge Blanco en
las elecciones de 1986... ¡La torpeza lo llevó a la cárcel! A los traspiés de
Salvador habría que agregar el infame manejo del presidente de la Junta Central
Electoral, Caonabo Fernández Naranjo, un hombre serio y bueno pero sin el
talante para encarar una crisis tan severa como aquella del ‘86. Cuando la
situación apretó, se marchó para su casa y dejó la Junta en bandolera.
La combinación de esos dos factores –cretinismo y
cobardía– produjeron una mezcla explosiva que estuvo a punto de hacer colapsar
la democracia, algo que sólo evitó el desprendimiento del candidato afectado,
Jacobo Majluta, y la determinación del cardenal López Rodríguez al frente de
una “comisión de notables”.
Fueron unas elecciones muy reñidas esas, marcadas
por una diferencia de menos de 30 mil votos a favor de Balaguer, con 86 mil
votos anulados por el doble rayado que favorecían a Majluta y con una crisis de
autoridad que empezaba en el Despacho presidencial.
Después que Jacobo renunció al reclamo del triunfo y
la crisis amainó, el Presidente apareció ante las cámaras de televisión
recriminando la actitud de su compañero de partido y ya candidato derrotado, y
repitiendo ladinamente la rima 38 de Gustavo Adolfo Bécquer: “Los suspiros son
aire, y van al aire/ las lágrimas son agua, y van al mar/ Dime, mujer, cuando
el amor se olvida/ ¿sabes tú adónde va?”.
Dicen que esa misma noche Balaguer lo destinó a la
cárcel y la historia al ostracismo... Consecuencia de la calidad humana de un
Presidente cruel .
Los
antecedentes
Jorge Blanco agotaba su traumático período cuando
afloró la primera crisis de credibilidad en la Junta Central Electoral que
encabezaba el doctor Caonabo Fernández Naranjo, un conocido jurista que había
sido procurador general de la República con bastante buen éxito, pero se le
asumían vínculos con el partido gobernante, el PRD.
El propio Presidente intentó despejar esas dudas
proponiendo la creación de una “comisión de notables” para que fiscalizara los
trabajos organizativos de las elecciones.
Para la época se escucharon voces contrarias a esa
comisión, pero las dudas se despejaron cuando comenzó a conocerse su
composición. La encabezaba el cardenal López Rodríguez, libre de toda sospecha,
y la integraban el licenciado Luis Taveras Andújar, presidente de la IBM; el
historiador Frank Moya Pons y el empresario José Miguel Bonetti, entre otras
conocidas personalidades públicas y sin militancia partidista.
Jorge Blanco fue quien compuso la comisión, sin
tomarle parecer a nadie. Y él mismo se ocupó de llamar a su despacho a cada uno
de sus componentes para motivarlos.
El ambiente electoral en ese mes de mayo de 1986
comenzó a enrarecerse con las constantes denuncias de la oposición que
encabezaba Balaguer en el sentido de que se pretendía hacer un fraude
aprovechando la multiplicidad de apoyos partidarios “al candidato oficialista”.
Fue en ese tenor que el Partido Reformista, con el
apoyo de los “notables”, impuso una moción para que todas aquellas papeletas
electorales que al momento del conteo apareciesen con más de un rayado, fueran
votos observados. ¡Y como los votos observados nunca se cuentan...!
Debajo de esta sotana...
La frase es memorable: ¡Debajo de esta sotana hay un
hombre...! Se la dijo el cardenal López Rodríguez al empresario Abraham Selman,
Chichí, en el Centro de Cómputos de la Junta, en el momento más caldeado de
aquel proceso.
El cardenal se sintió ofendido con algunas palabras
de Selman, y reaccionó como el sobrino-nieto de Juancito Rodríguez.
A esos niveles de crispación había llegado la crisis
cuando Jacobo Majluta asumió una posición digna reconociendo la derrota que no
sufrió para evitarle daños mayores a la democracia. Posteriormente, el propio
Majluta revelaría que reconoció el triunfo de Balaguer al enterarse que grupos
jorgeblanquistas, entre ellos militares de altos rangos, se preparaban para dar
un autogolpe de Estado aprovechando la confusión reinante.
Fueron los informes que también recibió Balaguer esa
noche... La versión, sin embargo, nunca ha sido documentada.
Por CESAR MEDINA
El autor es periodista
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