La iniciativa fue de Hipólito, a principios del mes
pasado en un encuentro casual con el general José Miguel Soto Jiménez, el
ministro de las Fuerzas Armadas en los cuatro años de su gobierno.
Ese mismo día quedó pautado un almuerzo entre ellos
dos, en Canastica, el viernes siguiente. Más que un almuerzo, aquello fue un
encuentro largo y tendido que se extendió por casi seis horas.
Hablaron de aquellos años, se dieron satisfacciones,
se reciprocaron explicaciones y se prodigaron afectos y gratitudes.
Pero sobre todo hablaron de política, de la
situación del PRD, de sus perspectivas electorales y de la necesaria
reunificación para “ganar seguro” las elecciones del ‘16.
Soto Jiménez quedó como intermediario para provocar
una reunión entre los dos líderes perredeístas.
Previamente, Miguel fue enterado del almuerzo en
Canastica... Y esa misma noche se reunió con Soto, que lo enteró de los
pormenores del encuentro.
O sea, que el almuerzo entre Hipólito y Miguel
estaba pendiente desde antes de que el presidente del PRD se reuniera primero
con Danilo Medina y luego con Leonel Fernández. Después de ambos encuentros,
nada justificaba que Vargas se negara a ver a Mejía.
¡Nadita
de nada...!
En la reunión entre Hipólito y Miguel no hubo sino
mucho desacuerdo... “Pero algo es algo”. Por lo menos el ambiente quedó
distendido y entre ambos bandos surgen esperanzas de un “mal arreglo antes de
un buen pleito”.
Hipólito insistió con Miguel en que la convención
perredeísta debe hacerse en el mes de julio. Miguel descartó tal posibilidad e
insistió en dos puntos en los que sólo encontró negativa de parte de Mejía: La
Convención en febrero del ‘14 y un nuevo padrón de militantes sobre la
plataforma informática y la base de datos levantada ya por su equipo técnico...
“Ni pensarlo...Olvídate de eso”, le dijo
Hipólito....
¡Pues vamos a olvidarnos de todo...”, le replicó
Miguel.
Por momentos parecían dos gallos en el mismo
rejón... El opíparo almuerzo distendió un poco el ambiente.
Pero no hubo arreglo. Aunque sí buenas intenciones y
la promesa de una nueva reunión... ¿Cuándo? ¡Dios dirá! El camino de ida y
vuelta quedó expedito para los dos... El problema ahora es “la junta, los
asesores, los facultos” que rodean a ambos...
“Entre
marido y mujer...”
En el caso de Miguel Vargas, el refrán vale al
cuadrado...
Porque no será fácil lo que le aguarda con Angelita,
su mujer, después de la reunión del viernes.
Pero en su casa, Hipólito pasará similar apuro
porque “Rosa y los muchachos” no quieren saber de Miguel ni en pintura. Están
“ambos a dos...” Pero en primera instancia tienen que situarse los
perredeístas, que no cogen cabeza... Como los pilotes que marcan los kilómetros
carreteros.
A pesar de que nadie los definió en su momento mejor
que Balaguer: “... Esas gentes son como los pájaros judíos: se dispersan en el
día y en la noche se juntan para dormir en el mismo palo”.
Nadie ha dicho que Hipólito y Miguel arreglaron ya
su mundo...
Pero eso viene. Porque, como dije en una columna reciente,
el uno sin el otro es nadie en términos electorales... Ninguno de los dos tiene
la más remota posibilidad de llegar al poder sin el otro.
Ambos se han demostrado, en el mismo escenario
aunque en tiempos distintos, que el PRD no retornará jamás al poder mientras
permanezca dividido: Miguel lo sufrió en 2008; Hipólito, en 2012...
Y de igual forma ambos saben bien que si se juntan,
cualquiera de los dos que sea el candidato, tiene todas las posibilidades de
ganar en el 16, “con la que está cayendo en el PLD”.
Aquella grandilocuencia de Peña Gómez cobra vida:
“El PRD unido... jamás será vencido”. Podrá ser una vieja consigna, pero
también una realidad histórica.
¿Divididos? Jamás... ¿Juntos? Tal vez....
Por
CÉSAR MEDINA
El autor es periodista
El autor es periodista
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