Fue una cuestión de temple. El que no tuvo Memphis y
sí Kevin Durant. Los Grizzlies dejaron escapar en Oklahoma la oportunidad de
comenzar con ventaja las semifinales del Oeste por culpa de un desastroso final
de partido. Controlaron la segunda mitad y afrontaron el último periodo con una
renta muy cómoda, pero llegados los minutos decisivos no supieron cómo abordar
una excelente defensa de los Thunder. El alero anotó la canasta decisiva a 11
segundos del final y puso a salvo la primera victoria de la serie (93-91).
Desde la lesión de Russell Westbrook se asumió que
el futuro de los Oklahoma City Thunder pasaba por Kevin Durant, que apoyos
puntuales aparte, sería él quien marcara la pauta. Mientras todo marche como
este domingo (35 puntos, 15 rebotes, 6 asistencias), el vigente subcampeón
puede soñar con resistir encima de la cuerda. Él fue el único capaz de romper
la sequía del primer cuarto y el encargado de resolver en el último. Sus 12
puntos en el tramo decisivo marcaron la diferencia ante unos Grizzlies que no
encontraron a quién mirar.
Porque una de las armas de doble filo que esconde la
plantilla de Memphis es la ausencia de una estrella. Lionel Hollins tiene
piezas de enorme valor con las que ganar partidos durante 47 minutos, pero no
una que decida en el último, un jugador que genere sus propias opciones de
canasta. Lo intentó Marc Gasol, el más inspirado en el cuarto periodo y el más
brillante de la noche (20 puntos, 10 rebotes, 3 robos, 2 tapones), pero no
encontró el hueco en una defensa que Oklahoma redobló en intensidad para ese tramo.
El choque tardó en coger identidad. Se pasó entre
bandazos de un primer cuarto defensivo y de muñecas rígidas (14-16) a un
segundo desmelenado, sin dueño y por tanto con un gran beneficiado, los
Thunder. Por segunda noche consecutiva, Kevin Martin (25 puntos) resucitó el
papel que ha definido su carrera y ofreció relevo –cuando no complemento–
anotador a Durant. Fue un martirio para un gran defensor como Tony Allen y
avivó el descontrol ofensivo en el que Oklahoma se sintió más a gusto.
El paso por vestuarios ofreció a Memphis el folio en
blanco de la segunda parte. Tras el receso, los Grizzlies recuperaron su mejor
aspecto defensivo. El de las rotaciones impecables y el candado en la pintura.
Fue así como alcanzaron la máxima ventaja en el partido (70-58), aunque más por
ese esfuerzo atrás que por el acierto delante. El mal partido de Mike Conley,
anulado por Oklahoma, restó fluidez a un ataque que ya de por sí se mueve a
paso lento, al ritmo de las pisadas de dos gigantes como Gasol y Zach Randolph.
Memphis sobrevivió a ese mínimo colapso hasta
mediado el último periodo, cuando ya eran tantas las vías cerradas que resultó
imposible seguir adelante. Ocho puntos de Kevin Durant y un triple de Derek
Fisher –siempre oportuno en playoffs– tiraron abajo el colchón (86-86).
Conley intentó resarcir su mal partido en la que
debía ser última posesión de los Grizzlies, pero su pérdida de balón llevó al
mazazo del 35 de los Thunder. En un par de segundos, los que le llevó cruzar la
cancha, se levantó para anotar ante Tayshaun Prince y dar a su equipo la
primera ventaja de la segunda parte (91-90). La ventaja que a la postre sería
definitiva.
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