El FBI defiende que el espionaje de llamadas telefónicas habría evitado el 11-S
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NUEVA YORK.- Jalid al-Mihdhar, uno de los
secuestradores que estrelló un avión contra el Pentágono el 11-S, telefoneó
durante meses a una casa de Al Qaeda en Yemen desde San Diego. El Gobierno de
Estados Unidos sabía de la existencia del refugio terrorista, pero no tenía su
número. Si hubiera controlado como ahora las llamadas, el FBI asegura que
habría podido evitar los atentados.
El director del FBI, Robert Mueller, justificó este
jueves el espionaje masivo de ciudadanos en los últimos 11 años con el atentado
que cambió la percepción de seguridad de los estadounidenses. Aunque el
Congreso autorizó la vigilancia con la Patriot Act, aprobada en octubre de
2001, el debate ha vuelto por las últimas revelaciones sobre la vigilancia
filtradas por Edward Snowden, ex analista de inteligencia de una empresa
militar.
"Si hubiéramos tenido el número de teléfono en
Yemen, lo habríamos relacionado con el número de San Diego... Habríamos
identificado a Mihdhar. Y, como dijo la comisión del 11-S, la investigación de
al-Mihdhar podría haber llevado a pruebas contra otros participantes. Y su
detención podría haber desbaratado el plan. Si hubiéramos tenido este programa,
la oportunidad habría estado ahí", dijo Mueller en un testimonio ante la
comisión de Justicia de la Cámara de Representantes.
Varios congresistas demócratas expresaron dudas
sobre la falta de límites del programa de vigilancia, sobre todo ahora que la
tecnología permite un almacenamiento más extenso y un análisis continuo de los
datos obtenidos.
Mueller recordó que el Congreso ha sido informado y
ha dado el consentimiento al programa que ahora se vuelve a debatir. De hecho,
sugirió que la Administración Obama está dispuesta a cambiarlo si el Congreso
altera la legislación. John Conyers, representante demócrata de Michigan,
aseguró que hará una propuesta legislativa para controlar más cómo se vigila a
los ciudadanos.
Un
debate abierto
Mueller, que dejará el cargo en septiembre, defendió
con vehemencia la legalidad del programa, que depende de las autorizaciones de
un tribunal secreto. El director del FBI también insistió en que no graban las
conversaciones de los ciudadanos, sino que se almacenan datos sobre cuándo
llaman, a quién y durante cuánto tiempo. Si quieren acceder al contenido de las
llamadas, las autoridades necesitan otra orden judicial específica.
"Sabemos que el público estadounidense espera
que el FBI y nuestra comunidad de inteligencia respete la privacidad. Los
programas se han conducido con una vigilancia extensa de los tribunales, los
inspectores independientes y el Congreso", afirmó.
El director del FBI, que nombró George W. Bush y ha
tenido el apoyo de Barack Obama incluso más allá de los 10 años del límite
habitual para este cargo, aseguró que el Gobierno tiene en cuenta la
controversia que perdura. "Es un reto equilibrar la seguridad de la nación
y las libertades civiles que disfrutamos en este país. No hay día que pase que
no se plantee ese asunto", dijo Mueller.
Pese a las preguntas insistentes sobre la
conveniencia de seguir con el espionaje, los congresistas no se mostraron
preocupados por el filtrador Snowden. Demócratas y republicanos han llamado al
ex agente de la CIA "traidor" y no cuestionan el deber de la
Administración de perseguirlo.
Mueller confirmó que existe una investigación penal
en curso para acusar a Snowden y pedir su extradición, aunque no concretó
cuándo se van a presentar cargos contra el estadounidense fugado a Hong Kong.
Por
MARIA RAMIREZ/El Mundo
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