WASHINGTON.- El presidente estadounidense Barack
Obama proclamó que “después de cinco años de dificultades y determinación,
Estados Unidos se encuentra en una mejor posición para el siglo XXI que
cualquier otra nación en la Tierra”.
“Por eso creo firmemente que este puede ser un año
decisivo para Estados Unidos”, sentenció.
El Mandatario pronunció el discurso sobre el Estado
de la Unión.
Alternativasnoticiosas.com deja sus lectores del discurso de Obama
Señor Presidente de la Cámara de Representantes,
Señor Vicepresidente, miembros del Congreso y conciudadanos:
Hoy en Estados Unidos, una maestra le dio un poco
más de tiempo a un alumno que lo necesitaba e hizo la parte que le correspondía
por elevar la tasa de graduación del país a su nivel más alto en más de tres
décadas.
Una empresaria encendió las luces de su nueva
empresa de tecnología e hizo la parte que le correspondía por añadir puestos de
trabajo a los más de ocho millones de empleos nuevos que han creado nuestras
empresas en los últimos cuatro años.
Un trabajador de la industria automotriz dio los
últimos retoques en algunos de los automóviles de menor consumo de combustible
en el mundo e hizo la parte que le correspondía por ayudar a Estados Unidos a
reducir su dependencia del petróleo extranjero.
Un agricultor se preparó para la primavera después
del período de cinco años más fuerte en la exportación agrícola de nuestra
historia. Un médico rural le dio a un niño la primera receta para tratar el
asma que su madre pudo pagar. Un hombre volvió a su casa en autobús después de
completar su turno de noche en el cementerio, agotado pero lleno de sueños
ambiciosos para su hijo. Y en comunidades muy unidas de todo Estados Unidos,
padres y madres pondrán a sus hijos en la cama, abrazarán a sus cónyuges,
recordarán a compañeros caídos y darán gracias por estar en sus casas después de
una guerra que, tras doce largos años, por fin llega a su fin.
Esta noche, esta cámara habla con la gente a la que
representa con una sola voz: son ustedes, nuestros ciudadanos, quienes hacen
más fuerte el estado de nuestra unión.
Estos son los resultados de nuestros esfuerzos: La
tasa de desempleo más baja en más de cinco años. Un mercado inmobiliario en
auge. Un sector manufacturero que añade empleos por primera vez desde la década
de 1990. Más petróleo producido en el país que lo que compramos del resto del
mundo, la primera vez que sucede eso en casi veinte años. Nuestros déficits,
reducidos en más de la mitad. Y por primera vez en más de una década, los
líderes empresariales de todo el mundo han declarado que China ya no es el
lugar número uno del mundo para invertir. Estados Unidos lo es.
Por eso creo firmemente que este puede ser un año
decisivo para Estados Unidos. Después de cinco años de dificultades y
determinación, Estados Unidos se encuentra en una mejor posición para el siglo
XXI que cualquier otra nación en la Tierra.
La pregunta para todos en esta cámara, que abarca
todas las decisiones que tomemos este año, es si vamos a ayudar o a dificultar
este proceso. Desde hace varios años ya, esta ciudad se ha visto consumida por
una discusión resentida sobre el tamaño adecuado que debería tener el gobierno
federal. Es un debate importante que se remonta a nuestro nacimiento como
nación. Pero cuando el propio debate no nos deja cumplir con las funciones más
básicas de nuestra democracia, cuando nuestras diferencias cierran el gobierno
o amenazan la plena fe y crédito de Estados Unidos, entonces no estamos
haciendo lo correcto para las personas que viven en Estados Unidos.
Como Presidente, mi compromiso es hacer que
Washington funcione mejor y restaurar la confianza de la gente que nos puso
aquí. Estoy convencido de que el compromiso de la mayoría de ustedes es ese
también. El mes pasado, gracias al esfuerzo de demócratas y republicanos, este
Congreso por fin elaboró un presupuesto que deshace algunos de los recortes
severos del año pasado en prioridades como la educación. Nadie consiguió todo
lo que quería, y aun podemos hacer más para invertir en el futuro de este país
al mismo tiempo que reducimos el déficit de manera equilibrada. Sin embargo, el
acuerdo sobre el presupuesto debería darnos más libertad para concentrarnos en
crear nuevos puestos de trabajo en vez de nuevas crisis.
En los meses siguientes, veamos de qué otras formas
podemos progresar juntos. Hagamos que este sea un año de acción. Eso es lo que
quiere la mayoría de las personas que viven en Estados Unidos, que todos en
esta cámara nos concentremos en sus vidas, sus sueños, sus aspiraciones. Y lo
que yo creo que une a las personas de esta nación, independientemente de su
raza o región o partido, jóvenes o mayores, ricos o pobres, es la simple y
profunda creencia en las oportunidades para todos; saber que si uno trabaja con
tesón y se responsabiliza, puede salir adelante.
Admitámoslo: esa creencia ha sido objeto de muchos
grandes ataques. Durante más de tres décadas, incluso antes del impacto de la
Gran Recesión, enormes cambios en tecnología y competencia global eliminaron
muchos buenos trabajos de clase media y debilitaron las bases económicas de las
que dependen nuestras familias.
Hoy, después de cuatro años de crecimiento
económico, las ganancias corporativas y los precios bursátiles casi nunca han
estado tan altos y aquellos en la cima nunca han tenido más éxito. Pero los
salarios promedio casi no se han movido. La desigualdad se ha acentuado. El
ascenso social se ha paralizado. La dura realidad y fría es que incluso en
medio de una recuperación, demasiadas personas que viven en Estados Unidos
trabajan más que nunca solo para salir adelante, por no logran mejorar su
situación. Y demasiadas personas todavía no tienen trabajo.
Nuestra responsabilidad es cambiar estas tendencias.
No sucederá de inmediato y no estaremos de acuerdo con todo. Sin embargo, lo
que ofrezco esta noche es un conjunto de propuestas específicas y prácticas
para acelerar el crecimiento, fortalecer la clase media y construir nuevas
escaleras de oportunidades a la clase media. Algunas requieren que el Congreso
tome medidas y estoy deseoso de trabajar con todos ustedes. Sin embargo,
Estados Unidos no se detendrá ni yo tampoco. Así que donde sea y cuando sea que
pueda dar un paso sin legislación para ampliar las oportunidades para más
familias que viven en Estados Unidos, eso es lo que voy a hacer.
Como es habitual, nuestra Primera Dama da un buen
ejemplo. El programa “Let’s Move”, una asociación de Michelle con escuelas,
empresas y líderes locales, ha ayudado a reducir los índices de obesidad de los
niños por primera vez en treinta años, un logro que mejorará vidas y reducirá
los costos del cuidado de salud durante muchas décadas. La alianza Joining
Forces que Michelle y Jill Biden lanzaron ya ha alentado a muchas empresas a
contratar o capacitar a casi 400,000 veteranos y cónyuges militares. Inspirados
por esos ejemplos, la Casa Blanca acaba de organizar una Cumbre de Oportunidades
Universitarias en la que 150 universidades, empresas y organizaciones sin fines
de lucro ya se han comprometido específicamente a reducir las desigualdades en
el acceso a la educación superior y ayudar a cada niño que trabaje duro a ir a
la universidad y tener éxito en sus estudios. Por todo el país, nos estamos
asociando con alcaldes, gobernadores y legislaturas estatales en temas que van
desde la indigencia hasta la igualdad matrimonial.
La cuestión es que existen millones de las personas
que viven en Estados Unidos fuera de Washington que están cansadas de oír las
mismas discusiones políticas y son las que están haciendo avanzar a este país.
Estas personas creen, igual que yo, que aquí en Estados Unidos, nuestro éxito
debería depender no de dónde uno nace, sino de la tenacidad de nuestra ética
laboral y el alcance de nuestros sueños. Eso es lo que trajo aquí a nuestros
antepasados. Así es cómo la hija de un empleado de una fábrica llegó a ser
directora ejecutiva del fabricante de automóviles más grande de Estados Unidos;
cómo el hijo de un cantinero es presidente de la Cámara de Representantes; cómo
el hijo de una madre soltera ha llegado a ser Presidente del país más grandioso
del mundo. Lo que representamos es oportunidad. Y el proyecto decisivo de nuestra
generación es recuperar esa promesa.
Sabemos dónde empezar: la mejor forma de medir
oportunidad es el acceso a un buen trabajo. Gracias a la reactivación de la
economía, las empresas dicen que pretenden contratar a más personas este año. Y
más de la mitad de los grandes fabricantes dicen que están pensando transferir
a Estados Unidos trabajos del extranjero.
Ayudemos a más compañías a tomar esa decisión. Tanto
demócratas como republicanos han debatido que nuestro código fiscal está
repleto de lagunas tributarias excesivas y complicadas que castigan a las
empresas que invierten aquí y recompensan a las que guardan sus ganancias en el
extranjero. Vamos a darle la vuelta a esa ecuación. Trabajemos juntos para
cerrar esas lagunas tributarias, acabemos con esos incentivos para mandar
empleos al extranjero y bajemos los impuestos a las empresas que crean empleos
aquí en el país.
Es más, podemos emplear el dinero que ahorremos con
esta transición hacia una reforma fiscal para crear empleos y arreglar nuestras
carreteras, mejorar nuestros puertos, resolver nuestros atascos. En la economía
global de hoy día, los trabajos de primera clase se traducen en infraestructura
de primera clase. Necesitaremos que el Congreso proteja más de tres millones de
trabajos si terminan de redactar los proyectos de ley de transporte y vías
fluviales este verano. Pero yo haré los recortes burocráticos que me
corresponden y reestructuraré el proceso de licencias para proyectos clave,
para que podamos conseguir que más obreros de la construcción se pongan a
trabajar lo antes posible.
También tenemos la oportunidad, ahora mismo, de
ganarles a otros países en la carrera hacia la próxima oleada de trabajos de
fabricación de alta tecnología. Mi administración ha lanzado dos centros para
la fabricación de alta tecnología en Raleigh y Youngstown, donde hemos
conectado a empresas con universidades de investigación para ayudar a Estados
Unidos a liderar el mundo con tecnologías avanzadas. Esta noche aprovecho para
anunciar que vamos a lanzar seis más este año. Proyectos de ley bipartidistas en
las dos cámaras podrían duplicar el número de estos centros y los empleos que
crearían. Así que pongan esos proyectos de ley en mi despacho y ayudemos a más
personas que viven en Estados Unidos a regresar al trabajo.
Hagamos más para ayudar a los empresarios y los
dueños de pequeñas empresas que crean la mayoría de los trabajos nuevos en
Estados Unidos. En los últimos cinco años, mi administración ha hecho más
préstamos a dueños de pequeñas empresas que cualquier otra. Cuando el noventa y
ocho por ciento de nuestros exportadores son pequeñas empresas, nuevas
asociaciones comerciales con Europa y la región Asia-Pacífico les ayudarán a
crear más trabajos. Debemos trabajar juntos en herramientas como la autoridad
de promoción comercial bipartidista para proteger a nuestros trabajadores,
proteger nuestro medio ambiente y crear nuevos mercados para nuevos productos
que tengan la marca de “Hecho en EE. UU.” China y Europa no se están quedando
al margen. Nosotros tampoco debemos hacerlo.
Sabemos que la nación que hoy apueste por la
innovación será mañana la dueña de la economía mundial. Esa es una ventaja a la
que no puede renunciar Estados Unidos. La investigación financiada con fondos
federales contribuyó a que surgieran las ideas y los inventos detrás de Google y
de los teléfonos inteligentes. Y por eso el Congreso debería reparar los daños
que causaron los recortes en investigación del año pasado, para que podamos dar
rienda suelta al próximo gran descubrimiento estadounidense, ya sea de vacunas
que se adelantan a bacterias resistentes a fármacos, o un material tan fino
como el papel que es más fuerte que el acero. Y aprobemos un proyecto de ley de
reforma de patentes que ayude a nuestras empresas a concentrarse en la
innovación, no en litigios innecesarios y costosos.
Ahora bien, uno de los factores principales para
traer más empleos de vuelta es nuestro compromiso con la energía
estadounidense. La estrategia integral para la energía que anuncié hace unos de
años está funcionando y, hoy por hoy, Estados Unidos está más cerca de la
independencia energética que desde hace décadas.
Una de las razones es el gas natural: si se extrae
de forma segura, es el combustible que sirve de puente que puede proporcionar
energía a nuestra economía con mucha menos contaminación de carbono que causa
el cambio climático. Las empresas pretenden invertir casi $100,000 millones en
nuevas fábricas que usan gas natural. Eliminaré los impedimentos burocráticos
para ayudar a los estados a construir esas fábricas y este Congreso puede
ayudar poniendo a personal para trabajar en la construcción de estaciones de
servicio que transformen más automóviles y camiones de petróleo extranjero a
gas natural estadounidense. Mi administración continuará trabajando con el
sector para mantener los niveles de producción y crecimiento laboral, al mismo
tiempo que refuerza la protección de nuestro aire, nuestra agua y nuestras
comunidades. Y ya que estamos, usaré la autoridad que se me otorga para
proteger más de nuestros inmaculados parques naturales federales para las
futuras generaciones.
Y la producción de petróleo y gas natural no es la
única que está en pleno auge: también nos estamos convirtiendo en líder mundial
en energía solar. Cada cuatro minutos, otro hogar o empresa en Estados Unidos
adopta la energía solar; cada panel que se instala tiene detrás a un trabajador
cuyo empleo no puede subcontratarse en el extranjero. Sigamos con ese progreso
con una política fiscal más inteligente que deje de dar $4000 millones al año a
las industrias de combustibles fósiles que no lo necesitan, para que podamos
invertir más en los combustibles del futuro que sí precisan este tipo de
inversión.
Y aunque hayamos aumentado la producción de energía,
nos hemos asociado a empresas, constructoras y comunidades locales para reducir
nuestro consumo de energía. Cuando rescatamos a nuestra industria automotriz,
por ejemplo, trabajamos con ellos para establecer normativas de eficacia de
combustible más altas para nuestros automóviles. En los próximos meses, sumaré
a ese éxito el establecimiento de nuevas normativas para nuestros camiones,
para que podamos seguir reduciendo el petróleo que importamos y lo que pagamos
en el surtidor de las estaciones de gasolina.
En combinación, nuestra política energética está
creando puestos de trabajo y nos convierte en un planeta más limpio y seguro.
En los últimos ocho años, Estados Unidos ha reducido su contaminación de
carbono más que cualquier otra nación en la Tierra. Pero tenemos que actuar con
más urgencia porque el cambio climático ya ha empezado a hacer daño a las
comunidades occidentales que sufren de sequía y a las ciudades costeras que
tienen que lidiar con las inundaciones. Por eso he ordenado a mi administración
a trabajar con los estados, los servicios públicos y demás para crear nuevas
normativas sobre la cantidad de contaminación de carbono que nuestras centrales
eléctricas pueden soltar al aire. El cambio a una economía energética más
limpia no va a producirse de la noche a la mañana y requerirá tomar decisiones
difíciles por el camino. Pero el debate ha concluido. El cambio climático es un
hecho. Y cuando los hijos de nuestros hijos nos miren a la cara y nos pregunten
si lo hicimos todo para dejarles un mundo más seguro y estable con nuevas
fuentes de energía, quiero poder decir que sí lo hicimos.
Por último, si hablamos en serio sobre el
crecimiento económico, es hora de responder al llamamiento de nuestros líderes
empresariales, líderes laborales, líderes espirituales y de cumplimiento del
orden público, y arreglar nuestro sistema de inmigración que no funciona. Los
republicanos y los demócratas en el Senado se han movilizado. Sé que los
miembros de ambos partidos en la Cámara de Representantes quieren hacer lo
mismo. Los economistas independientes dicen que la reforma migratoria ayudará a
nuestra economía a crecer y reducirá nuestro déficit en casi $1 billón en las
próximas dos décadas. Y con buen motivo: cuando las personas viene aquí a hacer
realidad sus sueños (estudiar, inventar y contribuir a nuestra cultura), hacen
que nuestro país sea un lugar más atractivo para las empresas para encontrar y
crear trabajos para todos. Consigamos este año aprobar una reforma migratoria.
Las ideas que he esbozado hasta ahora pueden
acelerar el crecimiento y crear más puestos de trabajo. Pero en esta economía
tan fluctuante, tenemos que asegurarnos de que cada una de las personas que
viven en Estados Unidos tiene las aptitudes para realizar esos trabajos.
La buena noticia es que sabemos hacerlo. Hace dos
años, cuando la industria automotriz tuvo su gran recuperación, Andra Rush
abrió una empresa de manufactura en Detroit. Sabía que Ford necesitaba piezas
para el camión más vendido de Estados Unidos y sabía cómo hacerlas. Solo
necesitaba mano de obra. Llamó por teléfono a lo que llamamos un centro laboral
estadounidense, un lugar donde la gente puede ir a conseguir la ayuda o la
capacitación que necesitan para conseguir un trabajo nuevo o un trabajo mejor.
Recibió una enorme cantidad de nuevos trabajadores. Y hoy, Detroit
Manufacturing Systems tiene más de 700 empleados.
Lo que Andra y sus empleados han experimentado es lo
que deberían experimentar todos los empresarios y todas las personas que buscan
trabajo. Por eso, esta noche le he pedido al Vicepresidente Biden que sea el
líder de una reforma en todos los sectores de los programas de capacitación de
Estados Unidos para garantizar que tengan una misión central: capacitar a las
personas que viven en Estados Unidos con las aptitudes que necesitan los
empresarios y combinarlas con los buenos trabajos que necesitan cubrirse ahora
mismo. Eso se traduce en más capacitación en el lugar de trabajo y más puestos
de aprendizaje que ponen a un joven trabajador en una trayectoria ascendente
para el resto de su vida. Se traduce en conectar a las compañías con las
universidades comunitarias que pueden ayudar a diseñar programas de
capacitación para satisfacer las necesidades específicas de las empresas. Y si
el Congreso desea ayudar, pueden dirigir la financiación a los programas de
éxito comprobado para conectar a más personas que viven en Estados Unidos y que
se encuentran listas para trabajar con los puestos de trabajo disponibles.
También estoy convencido de que podemos ayudar a las
personas que viven en Estados Unidos a reincorporarse a la fuerza laboral más
rápidamente con una reforma del programa de seguro por desempleo para que
resulte más eficaz en nuestra economía actual. Pero primero, este Congreso
necesita restituir el seguro por desempleo que acaban de dejar vencer para más
de 1.6 millones de personas.
Déjenme que les diga porqué. Misty DeMars es una
madre de dos chicos jóvenes. Ha trabajado constantemente desde que era una
adolescente. Se pagó sus propios estudios universitarios. Nunca cobró
beneficios del seguro de desempleo. En mayo, ella y su esposo usaron los
ahorros de toda su vida para comprar su primera vivienda. Una semana después,
recortes presupuestarios hicieron que perdiera el trabajo que tanto le gustaba.
El mes pasado, cuando se les terminó el seguro por desempleo, se sentó y me
escribió una carta; el tipo de carta que recibo cada día. “Somos el rostro de
la crisis de desempleo”, escribió. “No dependo del gobierno… Nuestro país
depende de personas como nosotros que desarrollan profesiones, aportan a la
sociedad... se preocupan de sus vecinos... Estoy segura de que con el tiempo
encontraré un trabajo... pagaré mis impuestos y criaremos a nuestros hijos en
su propia casa en la comunidad que amamos. Por favor, denos esa oportunidad”.
Congreso, deles a estas personas trabajadoras y
responsables que viven en Estados Unidos esa oportunidad. Necesitan nuestra
ayuda, pero más importante que eso, nuestro país necesita la integración de
estas personas al mercado. Por eso he pedido a los directores ejecutivos que
den una oportunidad a una cantidad mayor de los trabajadores que llevan tiempo
desempleados para conseguir ese trabajo nuevo y una nueva oportunidad para
mantener a sus familias; esta semana, muchos vendrán a la Casa Blanca a hacer
real ese compromiso. Esta noche les pido a todos los líderes empresariales en
Estados Unidos que se unan a nosotros y hagan lo mismo, porque somos más
fuertes cuando el país cuenta con un equipo completo.
Por supuesto, no es suficiente con capacitar a la
mano de obra actual. También tenemos que preparar a los trabajadores del
futuro, garantizando que todos los niños tengan acceso a una educación de
primer nivel.
Estiven Rodríguez no podía hablar ni una palabra de
inglés cuando se mudó a Nueva York a la edad de nueve años. Pero el mes pasado,
gracias al respaldo de sus excelentes maestros y de un innovador programa de
apoyo pedagógico, lideró una marcha de sus compañeros de clase a través de una
muchedumbre de vecinos y padres que los alentaron desde su escuela secundaria
hasta la oficina de correos para enviar sus solicitudes de ingreso a la
universidad. Y este hijo de un obrero de fábrica acaba de recibir la noticia de
que empieza la universidad en otoño de este año.
Hace cinco años, nos propusimos darles más
oportunidades a nuestros niños. Trabajamos junto con las entidades de crédito
para reformar los préstamos estudiantiles, y en la actualidad hay más jóvenes
obteniendo títulos universitarios que en ninguna otra época. Gracias a la ayuda
de gobernadores de los dos partidos, el programa Race to the Top (Carrera a la
Cima) ha ayudado a los estados a aumentar las expectativas de desempeño de los
alumnos. Desde Tennessee hasta Washington, D.C., los maestros y los directores
de las escuelas están dando pasos de gigante para preparar a los estudiantes y
capacitarlos para la nueva economía: resolución de problemas, razonamiento
crítico, ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Algunos de estos
cambios son difíciles. Requieren muchas cosas, desde planes de estudio más
rigurosos y padres más exigentes hasta un mayor apoyo de los maestros y nuevas
maneras de medir la capacidad de razonar de nuestros niños en vez de la
capacidad de llenar un círculo en una prueba. Pero vale la pena y está
funcionando.
El problema es que todavía no estamos llegando a
suficientes niños y que no estamos llegando a ellos a tiempo. Esto tiene que
cambiar.
Las investigaciones muestran que una de las mejores
inversiones que podemos hacer en la vida de un niño es brindarle una educación
inicial de alta calidad. El año pasado, pedí a este mismo Congreso que ayudara
a los estados para que todos los niños de cuatro años tuvieran acceso a la
educación preescolar de alta calidad. Como padre y Presidente, vuelvo a
realizar el mismo pedido esta noche. Entretanto, sin embargo, treinta estados
han recaudado fondos por cuenta propia para sus sistemas de educación
preescolar. Ellos saben que no podemos esperar. Así que al igual que hicimos al
trabajar con los estados para reformar nuestras escuelas, este año también
realizaremos inversiones en nuevas colaboraciones con estados y comunidades a
lo largo y ancho del país en una carrera a la cima para el bien de nuestros
niños más pequeños. Y mientras el Congreso decide qué es lo que va a hacer, voy
a formar una coalición de funcionarios electos, líderes empresariales y filántropos
que estén dispuestos a ayudar a más niños a tener acceso a la educación
preescolar de alta calidad que necesitan.
El año pasado, también me comprometí a conectar al
noventa y nueve por ciento de nuestros estudiantes a redes de banda ancha de alta
velocidad en el transcurso de cuatro años. Esta noche, puedo anunciar que con
el patrocinio de la FCC y de compañías como Apple, Microsoft, Sprint y Verizon,
tenemos la financiación inicial para empezar a conectar a más de 15,000
escuelas y veinte millones de estudiantes en los próximos dos años sin añadir
ni un centavo al déficit.
Estamos trabajando para rediseñar las escuelas y
asociarlas a las universidades y a las empresas que ofrecen la educación y la
capacitación práctica del mundo real que pueden conducir de forma directa a un
trabajo y una carrera. Estamos revolucionando nuestro sistema de educación
superior con el objeto de brindar más información a los padres y más incentivos
a las universidades para que la educación sea más accesible a fin de que ningún
joven de clase media se vea excluido de la educación universitaria por motivos
económicos. Estamos ofreciendo a millones de estudiantes la oportunidad de
pagar sus préstamos estudiantiles con cuotas mensuales que no pueden superar el
diez por ciento de sus ingresos, y quiero trabajar con el Congreso para ver
cómo podemos ayudar a una cantidad todavía mayor de personas que viven en
Estados Unidos que se sienten atrapadas por la deuda de sus préstamos
estudiantiles. Y estoy tendiendo lazos a varias de las empresas y fundaciones
más importantes de Estados Unidos para lanzar una iniciativa dirigida a ayudar
a más jóvenes de color en situación de desventaja a continuar sus estudios y
alcanzar su verdadero potencial.
En definitiva, Michelle y yo queremos que todos los
niños tengan la misma oportunidad que este país nos dio a nosotros. Pero hoy en
día demasiados jóvenes que consiguen su primer empleo tienen la impresión de
que el Sueño Americano es una promesa vacía. Por lo tanto, sabemos que nuestro
programa de creación de oportunidades no estará completo a menos que hagamos
más esfuerzos para asegurarnos de que nuestra economía honre la dignidad del
trabajo y que la dedicación al trabajo brinde sus frutos para todas las
personas que viven en Estados Unidos.
En la actualidad, las mujeres constituyen
aproximadamente la mitad de nuestra mano de obra. Sin embargo, siguen ganando
77 centavos por cada dólar que gana un hombre. Eso está mal y, en el año 2014,
es una vergüenza. Las mujeres merecen ganar lo mismo por realizar el mismo
trabajo. Merecen tener la posibilidad de tener un hijo sin sacrificar su
empleo. Una madre merece tener un día libre para atender a un hijo enfermo o a
un padre enfermo sin meterse en apuros. ¿Y saben qué? Un padre también merece
lo mismo. Es hora de acabar con las políticas laborales que parecen sacadas de
un episodio de “Mad Men”. Este año unámonos todos, el Congreso, la Casa Blanca
y el mundo empresarial de Wall Street a Main Street para darle a cada mujer la
oportunidad que merece. Porque tengo la firme convicción de que cuando las
mujeres tienen éxito, Estados Unidos tiene éxito.
Actualmente, las mujeres ocupan la mayoría de los
empleos que pagan sueldos más reducidos, pero no son las únicas que se ven
reprimidas por el estancamiento de los salarios. Las personas que viven en
Estados Unidos comprenden que algunos van a ganar más que otros y no sentimos
resentimiento de las personas que logran un éxito extraordinario debido a sus
esfuerzos. Pero la amplia mayoría concuerda en que ninguna persona que trabaje
a tiempo completo debería tener que criar a sus hijos en la pobreza bajo
ninguna circunstancia.
Desde que le pedí a este Congreso que aumentara el
salario mínimo hace un año, ya son cinco los estados que han aprobado leyes
para aumentar el suyo. Muchas empresas lo han hecho por cuenta propia. Nick
Chute se encuentra esta noche aquí acompañado de su jefe, John Soranno. John es
el dueño de Punch Pizza en Mineápolis y Nick le ayuda a preparar la masa. Solo
que ahora la masa le rinde más: John acaba de subirles el sueldo a sus
empleados a diez dólares la hora: una decisión que alivió sus aprietos
económicos y les levantó la moral.
Esta noche, les pido a los demás líderes
empresariales de Estados Unidos que sigan el ejemplo de John y que hagan lo
posible por aumentar el sueldo de sus trabajadores. A cada alcalde, gobernador
y legislador estatal de Estados Unidos le digo lo siguiente: no hace falta que
esperen a que actúe el Congreso, las personas que viven en Estados Unidos los
respaldarán si abordan esta tarea. Y como director ejecutivo, tengo la
intención de predicar con el ejemplo. Muchas corporaciones con una alta
rentabilidad, como Costco, consideran que ofrecer salarios más altos es una
manera inteligente de impulsar la productividad y reducir la rotación de
personal. Nosotros deberíamos hacer lo mismo. En las próximas semanas,
promulgaré una Orden Presidencial que requerirá que los contratistas federales
paguen a sus empleados financiados por el gobierno federal un salario digno de
por lo menos $10.10 por hora, ya que si cocinan la comida de nuestras tropas o
limpian sus platos, no deberían tener que vivir en la pobreza.
Por supuesto, para que esto alcance a más millones
de personas, necesitamos el apoyo del Congreso. Hoy, el salario mínimo federal
vale un veinte por ciento menos que lo que valía cuando Ronald Reagan subió a
este estrado por primera vez. Tom Harkin y George Miller tienen un proyecto de
ley para resolver esto que sube el salario mínimo a $10.10. Esto va a ayudar a
las familias. Hará que haya consumidores con más dinero para gastar en los
negocios. No conlleva la creación de ningún programa burocrático nuevo. Así que
únanse al resto del país. Digan sí. Denle un aumento a Estados Unidos.
Hay otros pasos que podemos dar para ayudar a las
familias a llegar a fin de mes y uno de los más eficaces a la hora de reducir
las desigualdades y ayudar a las familias a salir adelante mediante el trabajo
duro es el Crédito Fiscal por Ingreso del Trabajo. Ahora mismo, ayuda
aproximadamente a la mitad de los padres en un momento u otro. Pero estoy de
acuerdo con algunos republicanos como el Senador Rubio en que no ayuda lo
suficiente a los trabajadores solteros que no tienen hijos. De manera que
trabajemos juntos para reforzar este crédito, recompensar el trabajo y ayudar a
más personas que viven en Estados Unidos a salir adelante.
Hagamos más por ayudar a las personas que viven en
este país a ahorrar para su jubilación. Hoy en día, la mayoría de los
trabajadores no tienen una pensión. Por lo general, los cheques del Seguro
Social no son suficientes por sí solos. Y a pesar de que la bolsa ha duplicado
su valor en los últimos cinco años, eso no ayuda a la gente que no tiene planes
401(k). Por este motivo, mañana mismo voy a ordenar al Tesoro que cree una
nueva forma para que los trabajadores estadounidenses puedan comenzar a ahorrar
para la jubilación: MyRA. Es un nuevo bono de ahorros que anima a la gente a
crear un fondo. MyRA garantiza una rentabilidad digna sin riesgo de perder los
aportes. Y si este Congreso quiere ayudar, les pido que trabajen conmigo para
enmendar un código tributario que está patas arriba ya que incluye grandes
exenciones impositivas para ayudar a las personas más ricas a ahorrar, pero
otorga poco o nada a las personas de clase media. Ofrezcan a todas las personas
que viven en Estados Unidos una IRA automática en el trabajo, para que puedan
ahorrar en sus empleos como todos los que están en esta cámara. Y como para
muchas familias, la inversión más importante que harán en sus vidas es su
hogar, envíenme un proyecto de ley que proteja a los contribuyentes de manera
que nunca más tengan que pagar la cuenta de una crisis inmobiliaria y que
además mantenga vivo el sueño de tener un hogar propio para las futuras
generaciones en nuestro país.
Un último punto en materia de seguridad financiera.
Durante décadas, ha habido pocas cosas que hayan expuesto a las familias
trabajadoras a más adversidades económicas que un deteriorado sistema de
cuidado de salud. Y, en caso de que no se hayan enterado, vamos camino a
solucionar ese tema.
Las afecciones preexistentes solían significar que
las personas como Amanda Shelley, una madre soltera de Arizona que trabaja como
asistente médica, no podían obtener un seguro de salud. Pero el 1.º de enero,
Amanda obtuvo cobertura. El 3 de enero, sintió un dolor agudo. El 6 de enero,
se operó de emergencia. Si esto hubiera ocurrido una semana antes, según
Amanda, la cirugía le hubiera llevado a la bancarrota.
Esa es la razón de ser de la reforma del seguro de
salud: poder tener la tranquilidad de que si les ocurre una desgracia no van a
tener que perder todo.
Ahora mismo, gracias a la Ley del Cuidado de Salud a
Bajo Precio, más de tres millones de personas menores de 26 años que viven en
Estados Unidos han obtenido cobertura mediante los planes de salud de sus
padres.
Más de nueve millones de personas que viven en
Estados Unidos se han inscrito en un seguro de salud privado o han obtenido
cobertura de Medicaid.
Y les paso otra cifra: cero. Gracias a esta ley, a
ninguna persona que viva en este país se le puede quitar o denegar la cobertura
debido a una afección preexistente como asma, dolor de espalda o cáncer. A
ninguna mujer se le puede cobrar más simplemente porque es mujer. Además,
hicimos todo esto a la vez que le dimos más años de vida a las finanzas de
Medicare, mantuvimos fijas las primas de Medicare y redujimos los costos de los
medicamentos con receta para millones de personas de la tercera edad.
Ahora bien, no espero convencer a mis amigos
republicanos de los méritos de esta ley. Pero sé que el pueblo estadounidense
no está interesado en volver a repetir viejos enfrentamientos. Lo digo una vez
más: si tienen planes concretos para reducir costos, asegurar a más personas y
dar más opciones a la gente, díganle a Estados Unidos qué es lo que harían de
forma diferente. Vamos a ver si los números cuadran. Pero no volvamos a tener
otra votación con cuarenta y pico de votos simbólicos para revocar una ley que
ya está ayudando a millones de personas que viven en Estados Unidos como
Amanda. Los primeros cuarenta fueron más que suficientes. Mensaje recibido.
Todos nosotros tenemos el deber de decirle al pueblo estadounidense de qué
estamos a favor y no solo de qué estamos en contra.
Y si quieren saber el impacto real que está teniendo
esta ley, hablen simplemente con el Gobernador Steve Beshear de Kentucky, que
se encuentra aquí esta noche. Kentucky no es la región más liberal del país,
pero él tiene una verdadera obsesión cuando se trata de cubrir a las familias
de su mancomunidad. “Son nuestros amigos y vecinos”, afirma. “Son gente con la
que compramos y vamos a la iglesia, agricultores que manejan sus tractores,
cajeros de supermercado; son personas que van a trabajar todas las mañanas y
rezan para no enfermarse. Nadie merece vivir de esa forma”.
Steve tiene razón. Por esa razón, esta noche les
pido a todas las personas que viven en Estados Unidos que conocen a alguien que
no tiene seguro de salud que lo ayuden a obtener cobertura antes del 31 de
marzo. Madres, hagan que sus hijos se inscriban. Hijos, llamen a sus madres y
ayúdenlas a llenar la solicitud. Se sentirán un poco más tranquilas, y además
estarán muy contentas de tener noticias suyas.
Después de todo, ese es el espíritu que ha hecho que
esta nación siempre avance. Es el espíritu del deber cívico: el reconocimiento
de que podemos perseguir nuestros sueños individuales mediante el trabajo arduo
y la responsabilidad y, sin embargo, no dejar de aunar esfuerzos como una gran
familia estadounidense para asegurarnos de que la próxima generación también
pueda perseguir sus sueños.
El deber cívico implica luchar por el derecho al
voto de todas las personas. El año pasado, se debilitó parte de la Ley de
Derecho al Voto. Pero los republicanos conservadores y los demócratas liberales
están trabajando juntos para fortalecerla, mientras que la comisión bipartidista
que nombré el año pasado ha propuesto reformas para que nadie tenga que esperar
más de media hora para votar. Respaldemos estos esfuerzos. El impulsor de
nuestra democracia debería ser el poder de nuestros votos y no el tamaño de
nuestra cuenta bancaria.
El deber cívico implica alzarse en defensa de las
vidas que todos los días nos arrebata la violencia con armas de fuego. He visto
el coraje de los padres, los estudiantes, los pastores y los agentes de policía
en todo el país que dicen “no tenemos miedo”, y tengo el propósito de seguir
intentando ayudar a evitar que le ocurran más tragedias a gente inocente en
cines, centros comerciales o escuelas como Sandy Hook. Y lo haré con o sin
ayuda del Congreso.
El deber cívico exige un sentido de causa común, la
participación en el difícil trabajo de autogobierno y la responsabilidad de
servir a nuestras comunidades. Y sé que esta cámara está de acuerdo conmigo en
que pocas personas brindan un mayor servicio al país que nuestros diplomáticos
y los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Esta noche, gracias a los extraordinarios militares
y civiles que arriesgan y sacrifican sus vidas para que vivamos en libertad,
Estados Unidos es un lugar más seguro. Cuando asumí el cargo, había casi
180,000 estadounidenses prestando servicio en Irak y Afganistán. A día de hoy,
ya no tenemos tropas en Irak. Más de 60,000 de nuestros soldados ya han vuelto
a casa de Afganistán. Ahora las fuerzas afganas están al mando de su propia
seguridad, por lo que nuestras tropas han pasado a desempeñar un papel de
apoyo. Completaremos la misión allí junto con nuestros aliados a fines de este
año y la guerra más larga de la historia estadounidense habrá llegado a su fin.
Luego de 2014, respaldaremos a un Afganistán unificado
mientras asume la responsabilidad de su propio futuro. Si el gobierno afgano
firma el acuerdo de seguridad que hemos negociado, es posible que un
destacamento reducido de soldados estadounidenses permanezca en Afganistán con
los aliados de la OTAN para llevar a cabo dos misiones limitadas: entrenar y
asistir a las fuerzas afganas y realizar operaciones antiterroristas para
perseguir a los restos de Al Qaeda. Porque aunque nuestra relación con
Afganistán cambie, hay algo que no va a cambiar: nuestra determinación de que
los terroristas no lancen ataques contra nuestro país.
La realidad es que el peligro sigue existiendo. A
pesar de que hemos puesto a la cúpula de Al Qaeda camino a la derrota, la
amenaza ha evolucionado a medida que las organizaciones afiliadas a Al Qaeda y
otros extremistas se han radicado en diferentes partes del mundo. En Yemen,
Somalia, Irak y Mali tenemos que seguir trabajando con nuestros socios para
interrumpir y desarmar estas redes. En Siria apoyaremos a los grupos de
oposición que rechazan los planes de las redes terroristas. Aquí en casa,
seguiremos fortaleciendo nuestras defensas y combatiremos las nuevas amenazas,
como los ciberataques. Y al reformar nuestro presupuesto de defensa, tenemos
que seguir siendo fieles a nuestros hombres y mujeres uniformados e
invertiremos en la capacitación que necesitan para triunfar en las misiones del
futuro.
Debemos mantenernos alerta. Pero tengo la convicción
de que nuestro liderazgo y nuestra seguridad no pueden depender exclusivamente
de nuestro ejército. Como Comandante en Jefe, he usado la fuerza cuando ha sido
necesario para proteger al pueblo estadounidense y nunca dudaré en hacerlo
mientras ocupe este cargo. Pero no pondré a nuestras tropas en situaciones de
peligro a menos que sea absolutamente necesario ni permitiré que nuestros hijos
e hijas permanezcan atrapados en conflictos interminables. Debemos luchar en
las batallas en las que tiene sentido luchar, no aquellas en las que prefieren
vernos involucrados los terroristas, como es el caso de los despliegues de
tropas de gran escala que merman nuestra fuerza y que pueden, en última
instancia, incitar el extremismo.
Por lo tanto, a pesar de que debemos seguir
persiguiendo de forma agresiva a las redes terroristas mediante esfuerzos mejor
enfocados y desarrollando la capacidad de nuestros aliados extranjeros, Estados
Unidos tiene que dejar atrás esta situación de estar permanentemente en pie de
guerra. Es por eso que he impuesto límites prudentes en el uso de los drones:
porque no vamos a estar más seguros si en el extranjero la gente cree que
realizamos ataques en sus países sin tener en cuenta las consecuencias. Y es
por eso que voy a trabajar junto con este Congreso con el fin de reformar
nuestros sistemas de vigilancia, ya que el trabajo vital de nuestras agencias
de inteligencia depende de que el público confíe, aquí y en el extranjero, en
que no estamos violando la privacidad de la gente normal. Y con el fin de la
guerra de Afganistán, este es el año indicado para que el Congreso levante las
restricciones remanentes para los traslados de prisioneros y para que cerremos
la prisión de la Bahía de Guantánamo, ya que no solo luchamos contra el
terrorismo a través de las actividades de inteligencia y las acciones
militares, sino también cuando permanecemos fieles a nuestros ideales
constitucionales y damos ejemplo al resto del mundo.
Saben, en un mundo repleto de amenazas complejas,
nuestra seguridad y nuestro liderazgo dependen de todos los elementos de
nuestro poder, lo cual incluye una diplomacia fuerte y con principios. La
diplomacia estadounidense ha conseguido el apoyo de más de cincuenta países
para prevenir que los materiales nucleares caigan en manos equivocadas y nos ha
permitido reducir nuestra propia dependencia en las reservas de armas de la
Guerra Fría. La diplomacia estadounidense, respaldada por la amenaza del uso de
la fuerza, es la razón por la que se están eliminando las armas químicas de
Siria; y seguiremos trabajando con la comunidad internacional para dar lugar al
futuro que merece el pueblo sirio: un futuro sin dictaduras, terror ni miedo.
En este preciso momento, la diplomacia estadounidense está apoyando a los
israelíes y los palestinos en las negociaciones difíciles pero necesarias que
están llevando a cabo para acabar con el conflicto en esa región. El objetivo
es conseguir dignidad y un estado independiente para los palestinos, y paz y
seguridad duraderas para el estado de Israel, una nación judía que sabe que
Estados Unidos siempre estará a su lado.
Y es la diplomacia estadounidense, respaldada por la
presión, la que ha logrado suspender el progreso del programa nuclear de Irán y
ha hecho retroceder una serie de componentes de dicho programa por primera vez
en la última década. Mientras nos encontramos aquí reunidos, Irán ya ha
comenzado a eliminar sus reservas de los grados más altos de uranio
enriquecido. No se están instalando centrifugadoras avanzadas. Las inspecciones
sin precedentes permiten al mundo verificar, día tras día, que Irán no está
fabricando una bomba. Y con nuestros aliados y socios estamos llevando a cabo
negociaciones para ver si podemos conseguir uno de nuestros objetivos comunes
de manera pacífica: evitar que Irán obtenga un arma nuclear.
Estas negociaciones van a ser difíciles. Es posible
que no tengan éxito. Tenemos muy claro que Irán apoya a organizaciones
terroristas como Hizbulá, las cuales amenazan a nuestros aliados; y la falta de
confianza entre nuestras naciones no va a desaparecer fácilmente. Pero estas
negociaciones no dependen de la confianza: todos los acuerdos a largo plazo que
acordemos deben estar basados en acciones comprobables que nos convenzan tanto
a nosotros como a la comunidad internacional de que Irán no está fabricando una
bomba nuclear. Si John F. Kennedy y Ronald Reagan pudieron negociar con la
Unión Soviética, indudablemente un país fuerte y seguro de sí mismo como
Estados Unidos puede negociar con adversarios de menor peso en la actualidad.
Las sanciones que aplicamos sirvieron para hacer
posible esta oportunidad. Pero déjenme aclarar algo: si este Congreso me envía
ahora un nuevo proyecto de ley de sanciones que amenaza con descarrilar estas
negociaciones, lo vetaré. Por el bien de nuestra seguridad nacional, tenemos
que darle una oportunidad de éxito a la diplomacia. Si los líderes de Irán no
aprovechan esta oportunidad, yo seré el primero en requerir la aplicación de
más sanciones y estaré listo para ejercer todas las opciones necesarias para
asegurar que Irán no fabrique un arma nuclear. Pero si los líderes iraníes
aprovechan esta coyuntura, entonces Irán podría dar un paso importante para
volver a formar parte de la comunidad de naciones, y nosotros habremos
solucionado uno de los desafíos principales en materia de seguridad de nuestra
época evitando los riesgos de una guerra.
Por último, no olvidemos que nuestro liderazgo no
está definido exclusivamente por la manera en la que nos defendemos contra las
amenazas que afrontamos en el extranjero, sino por las inmensas oportunidades
para hacer el bien y fomentar el entendimiento alrededor del mundo: para forjar
una mayor cooperación, expandir nuevos mercados, liberar a la gente del miedo y
la miseria. Y no hay ningún país que se encuentre en mejor posición que Estados
Unidos para sacar provecho de dichas oportunidades.
Nuestra alianza con Europa sigue siendo la coalición
más fuerte de toda la historia. De Túnez a Birmania, estamos apoyando a
aquellos que están dispuestos a realizar el arduo trabajo de construir una
democracia. En Ucrania, defendemos el principio de que toda la gente tiene
derecho a expresarse libre y pacíficamente y a tener voz y voto en el futuro
del país. De un extremo a otro de África, estamos creando lazos entre las
empresas y los gobiernos para que dupliquen el acceso a la electricidad y
ayuden a acabar con la pobreza extrema. En el continente americano, estamos
construyendo nuevas vías de comercio a la vez que ampliamos los intercambios
culturales y educativos entre la gente joven. Y continuaremos poniendo el punto
de mira en la región Asia-Pacífico, donde apoyamos a nuestros aliados para
formar un futuro de mayor seguridad y prosperidad, y para tender una mano a
aquellos que han sido devastados por desastres naturales; como hicimos en
Filipinas, donde nuestros marines y civiles se apresuraron a ayudar a los perjudicados
por el tifón y fueron recibidos con palabras como “No olvidaremos nunca su
bondad” y “¡Dios bendiga a Estados Unidos!”
Hacemos estas cosas porque ayudan a promover nuestra
seguridad a largo plazo. Y las hacemos porque creemos en la dignidad e igualdad
inherentes a todos los seres humanos, independientemente de su raza o religión,
credo u orientación sexual. Y la semana próxima, el mundo será testigo de una
expresión de ese compromiso cuando el equipo de EE. UU. entre al estadio
olímpico marchando con la bandera roja, blanca y azul, y traiga a casa el oro.
Conciudadanos, ningún otro país del mundo hace lo
que hacemos nosotros. El mundo centra su atención en nosotros en todos los
temas, no solo por el volumen de nuestra economía o nuestro poder militar, sino
por los ideales que defendemos y las responsabilidades que asumimos para
promover dichos ideales.
Ninguna persona entiende esto mejor que aquellos que
sirven de uniforme. A medida que nos acercamos al final de este período de
guerra, una nueva generación de héroes regresa a la vida civil. Seguiremos
recortando los plazos de espera para que nuestros veteranos reciban los
beneficios que se han ganado y nuestros guerreros heridos reciban el cuidado de
salud que necesitan, lo cual incluye cuidado de salud mental. Seguiremos
trabajando para ayudar a que todos nuestros veteranos puedan emplear sus
habilidades y su liderazgo en puestos de trabajo aquí, en nuestro país. Y todos
seguimos uniendo fuerzas para honrar y apoyar a nuestras extraordinarias familias
militares.
Permítanme contarles algo de una de esas familias a
la que he tenido el placer de conocer.
Conocí a Cory Remsburg, un orgulloso Ranger del
ejército, en Omaha Beach en el 65.o aniversario del Día D. Junto con algunos de
sus compañeros de los Rangers, me guió durante el programa: un joven fuerte,
impresionante, desenvuelto, con mucha chispa. Bromeamos y sacamos unas fotos, y
le dije que se mantuviera en contacto.
Un par de meses más tarde, en su décimo despliegue,
Cory casi muere por una explosión masiva de una bomba que se encontraba en una
cuneta en Afganistán. Sus compañeros lo encontraron en un canal, boca abajo,
sumergido en el agua, con metralla en el cerebro.
Permaneció en coma durante meses. La siguiente vez
que lo vi, estaba en el hospital y no podía hablar; casi no se podía mover. A
lo largo de los años, se ha sometido a docenas de cirugías y operaciones, y ha
realizado incontables horas de rehabilitación extenuante todos los días.
Incluso ahora, Cory sigue ciego de un ojo. Sigue
teniendo dificultades en su lado izquierdo. Pero poco a poco, de manera
constante, con el apoyo de cuidadores como su padre Craig y la comunidad que lo
rodea, Cory se ha hecho más fuerte. Día tras día, ha vuelto a aprender a
hablar, ha vuelto a ponerse de pie y ha vuelto a caminar; y está trabajando con
miras a un futuro en el que pueda volver a servir a su país.
“Mi recuperación no ha sido fácil”, dice. “En la
vida, nada de lo que tiene algo de valor es fácil”.
Cory se encuentra aquí está noche. Y como el
ejército que ama, como los Estados Unidos a los que sirve, el Sargento de
Primera Clase Cory Remsburg nunca se da por vencido. No tira la toalla.
Conciudadanos, los hombres y mujeres como Cory nos
recuerdan que nunca ha sido fácil lograr un país como Estados Unidos. Nuestra
libertad, nuestra democracia: nunca han sido fáciles de lograr. A veces
tropezamos, cometemos errores, nos frustramos o nos desilusionamos. Sin
embargo, durante más de dos cientos años, hemos dejado esas cosas a un lado y
hemos arrimado nuestro hombro colectivo a favor del progreso: para crear,
construir y expandir las posibilidades de nuestros logros individuales; para
liberar a otras naciones de la tiranía y del miedo; para promover la justicia,
la equidad y la igualdad ante la ley, de manera que las palabras plasmadas en
un papel por nuestros fundadores se transformen en realidad para cada uno de
nuestros ciudadanos. Los Estados Unidos que queremos para nuestros hijos: un
país en crecimiento donde abunda el trabajo honesto y las comunidades son
fuertes; donde la prosperidad es compartida ampliamente y las oportunidades
para todos nos permiten llegar tan lejos como nos lleven nuestro sueños y
esfuerzos. Nada de eso es fácil. Pero si trabajamos juntos, si apelamos a
nuestras mejores cualidades, con nuestros pies firmemente plantados en la
actualidad pero vislumbrando el mañana, sé que está a nuestro alcance.
Créanlo.
Que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados
Unidos de América.
No hay comentarios.: