WASHINGTON (2 Agosto 2014).- El presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, admitió que oficiales estadounidenses han “torturado a alguna gente” luego de
los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.
“Incluso antes de asumir la presidencia, sabía
perfectamente que justo después del 11 de septiembre hicimos cosas
equivocadas”, dijo Obama en la sala de prensa de la Casa Blanca, al comentar la
polémica sobre un informe del Senado en el que se investiga el uso de métodos
de tortura a sospechosos de terrorismo por parte de la CIA.
“Cruzamos la línea, hicimos cosas que van contra
nuestros valores”, agregó el mandatario, quien no obstante indicó que hay que
entender estas acciones en el contexto de los atentados.
Se espera que la administración estadounidense haga
público el informe del Senado en los próximos días.
Obama, quien parecía estar preparando el terreno
para la difusión de este informe, añadió
que el personal de inteligencia estuvo bajo una presión extrema en el 2001 y
después. “Es importante que no seamos demasiado moralizantes retrospectivamente
sobre el duro trabajo que estas personas tuvieron. Y muchas de estas
personas estaban trabajando mucho y bajo
una presión enorme, y son verdaderos patriotas”,
dijo.
“Pero dicho esto, hicimos cosas equivocadas y es lo
que refleja el informe”, añadió.
El documento que está por dfundirse generó un
escándalo paralelo, al descubrirse que la CIA se había inmiscuido en
computadoras del Senado en las que se
hallaban documentos clasificados sobre este tema, una información que reconoció
el jefe de la agencia de inteligencia, John Brennan.
Varias voces se levantaron para pedir la renuncia de
Brennan, pero Obama dijo que mantenía
depositada en él su “plena confianza”.
El diario The New York Times afirmó en un editorial
que el espionaje de la CIA contra el Senado demuestra que esa agencia necesita
una transformación radical que incluya la renuncia de su director.
El texto asegura que la revisión de las computadoras
del Comité de Inteligencia de la Cámara alta por parte de esa entidad de
espionaje constituye una ofensa contra todo el Congreso y por extensión al
pueblo estadounidense que paga los gastos, precisó PL.
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