ERBIL, Irak (2 Agosto 2014).- Hace un mes Rokan Ido
les perdió el rastro a varios de sus seres queridos. La última vez que supo de
ellos intentaban huir de las fauces del Estado Islámico. "Desde entonces
mi tía y mi abuela están secuestradas. No sabemos más. El resto son las
historias que oímos aquí", dice a EL MUNDO el joven, que logró escapar de
las montañas de Sinyar y malvive junto a ocho parientes en el laberinto de
tiendas de campaña plantado en una colina de Zajo, una ciudad del Kurdistán
iraquí próxima a la frontera con Turquía.
La ofensiva que los yihadistas lanzaron
a principios de agosto en el norte de Irak ha barrido pueblos enteros;
ejecutado a hombres y encadenado a esposas e hijos. Según datos de la Misión de
la ONU en Irak publicados este lunes, al menos 2.250 mujeres y niños permanecen
secuestrados en prisiones y viviendas de Mosul, Tal Afar y otros enclaves del
califato.
Las esclavas -apartadas a menudo de sus vástagos y
obligadas a abrazar el islam- se enfrentan a un sino atroz: ser vendidas al
mejor postor en las ciudades iraquíes bajo control del Estado Islámico (IS, por
sus siglas en inglés) o desposarse con los "muyahidines" (guerreros
santos). "Entre los compradores hay hombres llegados de algunos países del
golfo Pérsico.
Los precios oscilan entre los 150 y 250 dólares dependiendo de su
belleza", denuncia a este diario Ziya Petro, director del Comité
Independiente de Derechos Humanos del Kurdistán, una de las organizaciones que
sigue de cerca el drama. Hace unos días el Observatorio Sirio de Derechos
Humanos alertó de que algunas de las rehenes habían sido trasladadas al país
vecino.
El IS -que ha impuesto su ley en amplias zonas de Siria e Irak
diluyendo la frontera entre ambos estados- ha repartido a 300 mujeres yazidíes
entre su legión de militantes, llegada de lugares tan dispares como Estados Unidos,
Francia o la región rusa de Chechenia.
Según el citado observatorio, algunos barbudos han
optado por vender a las "sabaya" (el término usado por el IS para
referirse a "las mujeres hechas prisioneras durante la guerra contra los
infieles") a otros colegas por hasta 1.000 dólares con propósitos
nupciales. La organización ha documentando 27 casos de compra de féminas en el
norte de Alepo y las ciudades de Hasaka y Raqqa, el cuartel general del
califato. "Es una tragedia inmensa pero la comunidad internacional no ha
hecho nada hasta ahora", se queja Petro. "¿Por qué se levantó la voz
para denunciar el secuestro de niñas a manos de Boko Haram y se guarda silencio
ahora?", se pregunta consternado. Su ONG ha urdido un plan a la
desesperada: "Hemos pedido a empresarios y personas pudientes de Mosul que
compren a las mujeres y faciliten así su liberación".
Acusaciones de violaciones y abusos sexuales
Petro rehúsa aclarar si la súplica ha cosechado
algún fruto. Sin embargo, el comunicado del grupo sirio sugiere que la llamada
puede haber surtido efecto. Hace tres semanas -detalla la nota- algunos
notables árabes y kurdos entregaron dinero al IS para adquirir a algunas
rehenes yazidíes con el pretexto de casarse con ellas y la intención última de
rescatarlas del martirio y devolverlas a sus familias.
Junto a la trata de mujeres, se han divulgado
acusaciones de violaciones y abusos sexuales. A mediados de agosto unas de las
jóvenes raptadas relató en una conversación telefónica con su familia,
difundida por la cadena kurda Rudaw, las visitas que reciben en la celda que
comparte con otras 200 chicas: "los combatientes vienen a diario y
merodean entre nosotras.
Escogen a dos o tres muchachas guapas, que regresan
entre lágrimas, agotadas y humilladas. Las llevan a sus emires, que abusan
sexualmente de ellas". El dolor, agregó la rehén, ha empujado a varias
compañeras al suicidio. "Una niña se ahorcó con un pañuelo", dijo
implorando ayuda internacional.
"Hay repetidas denuncias de violación pero no
he escuchado a ninguna familia que admita que su hija ha sido víctima. Todo el
mundo se limita a declarar que otras chicas han sido violadas", apunta a
este diario Donatella Rovera, la investigadora de Amnistía Internacional (AI)
que en el último mes ha reunido cientos de testimonio de desplazados. En un
informe publicado este martes, la organización acusa al IS de ejecutar
"sistemática y deliberadamente un programa de limpieza étnica" de
proporciones históricas. Sus embestidas, asevera AI, ha devastado familias como
las de Mohsen Elias. 18 mujeres y niños de su prole son esclavos del califato.
"¿Qué pasará con ellos? No sabemos ni siquiera donde se encuentran. Si
están vivos o muertos. Mi bebé no ha nacido aún y ya es prisionero",
concluye.
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