BRASILIA (4 Octubre 2014).- Todo indica que este domingo
los brasileños optarán por el statu quo y votarán mayoritariamente por la
presidenta Dilma Rousseff, que según las encuestas deja atrás a la ecologista
Marina Silva y su promesa de una "nueva política".
En estas elecciones cargadas de sorpresas y
suspenso, Rousseff lucha por un segundo mandato de cuatro años que elevaría a
16 los años del Partido de los Trabajadores (izquierda) en el poder.
Es la favorita tanto en la primera vuelta como en un
probable balotaje el 26, gracias a sus propuestas de continuar los programas
sociales que lograron que 40 millones de personas ingresaran en la clase media
en los últimos 12 años.
Si bien la economía ha crecido muy poco en el
mandato de esta exguerrillera de 66 años, la mayoría de los brasileños no lo ha
sentido: el desempleo está en mínimos históricos, los salarios subieron de la
mano de la inflación y el consumo sigue elevado.
"¿Quién tiene más experiencia y capacidad para
continuar lo que hemos hecho? ¿Compromiso real con los trabajadores y
determinación para realizar las reformas necesarias?" , preguntó la
mandataria a unos 50 millones de telespectadores en el debate presidencial de
la TV Globo, la noche del jueves que cerró la campaña.
La promesa de cambio es encarnada por Silva, una
exempleada doméstica que creció en la pobreza en la Amazonia, fue alfabetizada
a los 16 años y abandonó el catolicismo por la fe evangélica cuando estaba al
borde de la muerte.
Es candidata del Partido Socialista, tiene 56 años y
lucha por pasar a un balotaje con Rousseff para poder ser la primera presidenta
negra de Brasil.
En el último debate antes de la primera vuelta,
acusó a Rousseff de no ser honesta consigo misma con tal de ser reelecta y
junto con el socialdemócrata Aecio Neves (PSDB) la fustigó por el alza de la
inflación y los escándalos de corrupción.
Silva, que en 2010 fue presidenciable y conquistó un
sorprendente 20% de los votos, irrumpió en la campaña inesperadamente en agosto
tras la muerte de su compañero de fórmula Eduardo Campos en un accidente aéreo.
En pocos días llegó a aventajar a Rousseff por 10
puntos en un eventual balotaje, según encuestas. Pero ha perdido tanto terreno
en los últimos días que los sondeos la muestran ahora en empate técnico con
Aecio Neves (24% vs 21% para Neves, según Datafolha).
Rousseff, en tanto, es favorita para ganar la primera
vuelta con 40% y parece dejar atrás a Silva en un eventual balotaje, que
ganaría por 48% contra 41% según Datafolha y por 43% contra 36% de acuerdo al
Instituto Ibope.
Un total de 142,8 millones de electores han sido
convocados a las urnas para elegir presidente pero también a los 27
gobernadores, a toda la Cámara baja (513 diputados) , a un tercio del Senado
(27) y a los 1.069 diputados estatales, entre más de 26.000 candidatos.
Decenas de miles de policías garantizarán la
seguridad de la jornada electoral, especialmente en Rio, donde habrán 22.253
agentes en las calles -el doble de lo normal- tras tiroteos y ataques en
favelas en los últimos días que han dejado cinco muertos, incluidos dos
narcotraficantes.
Desilusión
Silva ha captado el voto de muchos brasileños
desencantados con el gobierno y la política en general. "Toda mi vida voté
PT. Pero estoy desilusionada por los escándalos de corrupción, y voy a votar a
Marina, que como ella misma dijo, ha cambiado varias veces de partido para
preservar sus ideales" , dijo a la AFP la empleada pública Carmem Balcao,
de 49 años.
Al escándalo de compra de votos de la coalición por
parte del PT durante el primer gobierno de Lula -conocido como 'mensalao', y
que terminó con varios de sus jerarcas tras las rejas- se suman las recientes
denuncias de sobornos a legisladores a través de la estatal Petrobras, orgullo
de los brasileños.
Rousseff cuenta no obstante con una base sólida en
el norte y el noreste del país, las zonas más pobres, donde millones se han
beneficiado de los programas sociales del PT. "Dilma mira para los pobres,
los otros no. Gracias a ella tengo mi casa, y mi hija recibe dinero del Bolsa
Familia" , explicó a la AFP Maria Cristina Ribeiro dos Santos, una ama de
casa de 53 años que reside en una vivienda popular construida por el gobierno
en la periferia de Rio, por la que paga menos de 100 dólares mensuales.
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