Los obispos del Sínodo terminan sus ponencias divididos sobre los divorciados
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CIUDAD DEL VATICANO (10 Octubre 2014).- Los
participantes en el Sínodo sobre la familia, que comenzó el pasado lunes en el
Vaticano, terminaron sus ponencias, que han evidenciado una división en la
Iglesia sobre sí se debe consentir que los divorciados que se han vuelto a
casar puedan recibir la Comunión.
Aunque, como resaltó uno de los participantes, el
problema de los divorciados que se han vuelto a casar afecta al 1 % de los
católicos, el tema ha centrado una gran parte de las intervenciones y ha
quedado claro que existen dos líneas de pensamiento, que intentarán converger
en puntos comunes en los trabajos de la próxima semana.
Los portavoces de la oficina de prensa que difunden
los resúmenes de las intervenciones reiteraron hoy que la asamblea continúa
dividida en dos líneas.
Una defiende "la fidelidad sin
compromisos" de la doctrina, que impide recibir los sacramentos a los
divorciados que se han vuelto a casar; y otra la respaldan aquellos que, aunque
defendiendo el carácter indisoluble del matrimonio, quieren que la Iglesia
católica "busque vías concretas" para resolver situaciones concretas.
Algunos apuntaban a la necesidad de que la iglesia
tome un "camino penitencial" para que se reflexione sobre el
sufrimiento de algunas situaciones, como la de "los divorciados que se han
quedado solos porque a menudo sufren en silencio y están marginados de la vida
social".
También invitaron a que la Iglesia actúe "para
proteger a los hijos de los cónyuges divorciados de las repercusiones
psicológicas que el divorcio pueda tener sobre ellos", ya que muchas veces
son tratados como "una pelota de ping pong", observó un obispo.
En este debate, que en estos días ha sido
"pasional", pero "respetuoso", tomó la palabra unos de los
"padres sinodales", como se conocen a los que tienen voz y voto en
esta asamblea, para contar su experiencia "como hijo de divorciados".
Aunque la sala de prensa del Vaticano no citó su
nombre, como ha hecho con el resto de personas que han intervenido, se trata
del arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn,
"Yo experimenté el estigma con el que se marcó
a mis padres y el que experimente yo por ser hijo de divorciado", dijo el
arzobispo, uno de los más acérrimos defensores de una apertura a la
misericordia por parte de la Iglesia en estos casos.
Otros, explicaron como la prohibición de volverse a
casar para los católicos llena la Iglesia de "viudas y viudos tras el
divorcio, sólo porque han sido abandonados por sus parejas".
Pero en la otra línea, otros como el cardenal Walter
Brandmuller, en una entrevista publicada hoy en el diario italiano "La
Repubblica", aseguran que los "divorciados necesitan ayuda pastoral,
pero esto no implica su admisión en el sacramento de la Eucaristia porque con
su decisión van contra la palabra de Dios y es el momento de la comunión el más
íntimo encuentro con Dios".
La controversia de estos días quedará plasmada en el
papel cuando el lunes se publique la "Relatio post disceptationem"
(Relación después de la discusión) y que servirá de documento para debatir
durante la próxima semana, tras la que se redactará el texto final con las conclusiones
del Sínodo.
Pero el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, ya
adelantó hoy que no se pueden esperar conclusiones sobre este tema ya que queda
aún por celebrarse el Sínodo ordinario sobre la familia de octubre de 2015 y
por tanto los obispos quieren ir gradualmente y con calma.
De esta sesiones ha surgido también la total
oposición a cualquier tipo de reconocimiento de las uniones homosexuales,
aunque todos han coincidido en la necesidad de no juzgar, ni recriminar a estas
personas.
También se reafirmó con decisión la condena de la
manipulación genética y la crioconservación de embriones, y también se rechazó,
sobre todo desde los obispos africanos, que vengan propuestos como defensa de
"derechos humanos" conceptos como "aborto y uniones del mismo
sexo".
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