Rousseff, reelegida presidenta de Brasil con una ventaja mínima sobre Neves
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RÍO DE JANEIRO (27 Octubre 2014).- Brasil ha vuelto
a poner su destino en manos de Dilma Rousseff, que gobernará el país durante
los próximos cuatro años gracias a una ventaja mínima de algo más de tres
millones de votos sobre el opositor Aécio Neves, del PSDB. Con un 99%
escrutado, Rousseff sumaba algo más del 51.54 % de los votos válidos (casi 54
millones), contra algo menos del 48,46 %, casi 51 millones, del candidato
tucano.
La derrota de Neves en su estado natal, Minas
Gerais, que es el segundo más poblado de Brasil y que gobernó durante ocho
años, fue una de las claves para la reelección de Rousseff, que consiguió un
52% de los votos válidos por un 47% del centrista en una región con más de 20
millones de votantes. Los estados del nordeste, que concentran a más pobres que
reciben gran parte de las ayudas sociales del gobierno, votaron masivamente a
la líder del Partido de los Trabajadores (PT) y dejaron en la cuneta al liberal.
En 2018, el Partido de los Trabajadores habrá encadenado 16 años en el poder.
Tras ser reelegida, Dilma expresó en Brasilia que
"la reforma política elegida en plebiscito popular" será su primera
prioridad al mando del gobierno. Llamó a la "unión" de los brasileños
y al "debate" después de la agresiva campaña electoral. "No
creo, sinceramente, que estas elecciones hayan dividido al país", expresó,
y en un un claro tono conciliador con el PSDB, llamó a buscar "puntos de
encuentro" con otros grupos. "En algunos momentos, los resultados más
ajustados propiciaron mayores cambios para el país", agregó.
"La mayor de las prioridades tiene que ser
ahora unir al país", expresó en la misma línea su parte Aécio tras conocer
su derrota y felicitar a la presidenta por teléfono en un claro gesto para
dejar atrás las rencillas. La campaña acabó y Neves aseguró que, tras ella,
está "más vivo que nunca y más soñador que nunca". Por la mañana,
tras teclear su voto en la urna electrónica, había vuelto a acusar a Dilma de "terrorismo
electoral" por la agresiva campaña utilizada.
Atrás queda una campaña electoral definida por el
mismo Neves, líder del PSDB, como "la más sórdida" de la democracia,
marcada por la polarización y el juego sucio entre ambos. Dilma tiene ahora como
misión poner en marcha la maquinaria del partido para consensuar las mayorías
parlamentarias necesarias para las profundas reformas que necesita el país. El
preocupante estancamiento del crecimiento económico y el fuerte malestar social
aún latente por la precariedad de los servicios públicos y los numerosos
escándalos electorales, son dos de los retos más urgentes.
Rousseff venció finalmente la contienda más reñida
de la historia de la democracia, en lo que supuso el triunfo de las políticas
con acento social tanto de la mandataria como de su predecesor y mentor, Lula
da Silva, frente al giro liberal prometido por su rival, que intentó sin éxito
canalizar "el movimiento del cambio" que los brasileños tanto
pidieron en las calles en junio del pasado año. El decisivo apoyo en segunda
vuelta de la ex candidata Marina Silva, tercera en primera vuelta, no fue
suficiente para aupar a Neves al Palacio de la Alvorada.
La batalla librada contra la pobreza -36 millones de
brasileños han salido de la miseria en los últimos años gracias a los programas
asistenciales del Gobierno- y los avances sociales permiten a Dilma mantenerse
firme y no ser derribada por la voluntad de cambio que algo menos de la mitad
de la población expresó en las urnas. Esas bazas han sido suficientes para
frenar el programa de un Neves que quería liberalizar la economía para hacerla
más competitiva.
Incierta
jornada electoral
La de ayer fue la jornada electoral más incierta de
la democracia brasileña y, a pocas horas de que abrieran los colegios
electorales, las encuestas auguraban un empate técnico entre ambos. Algunas
irregularidades de Neves durante su mandato como gobernador de Minas Gerais
bien aireadas en campaña sirvieron a Rousseff para tomar oxígeno, mientras que
su oponente encontró el mayor flanco débil en los escándalos de corrupción que
rodean a la presidenta del país.
Los rumores difundidos por las redes sociales y
desmentidos por las autoridades sobre la supuesta muerte del empresario Alberto
Youssef, uno de los dos principales delatores de la red de corrupción en la
petrolera brasileña Petrobras, causaron también un enorme revuelo y confusión.
Aunque, en general, la jornada transcurrió con
tranquilidad, un ciudadano que recibió varios tiros en la fila para entrar a
una de las sedes. Según explicó el Tribunal Superior Electoral, el crimen no
estaría relacionado con disputas electorales.
Lo que sí se repitió en todo el país fueron las
acaloradas discusiones entre seguidores de ambos partidos. A las puertas de la
facultad de Derecho de la Universidad Federal Fluminense, en Niteroi, un
votante gritaba a un simpatizante de Dilma: «¡Dios es brasileño y no va a
permitir que sigan en el poder!».
La primera mujer reelegida en la historia de Brasil
tiene a partir ahora el deber y la obligación de liderar la unión de todos los
brasileños para terminar con ese clima de polarización radical y hacer que el
país vuelva a ser gobernable.
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