Francisco, la guerra y la paz

ANKARA, Turquía (29 Noviembre 2014).- “La seguridad es fiarse de un pueblo”, fue una de las primeras frases que dijo Francisco al iniciar su pontificado el 13 de marzo de 2013. ”Siempre existe el peligro de que un loco haga algo, pero la verdadera locura es poner un espacio blindado entre el obispo y el pueblo. Prefiero el riesgo a esa locura”, agregó. Su viaje a Turquía, calificado como “delicado” por analistas, es el reflejo más fiel de esa actitud del pontífice ante la Iglesia y su papel.

A pesar de las amenazas lanzadas por el grupo radical Estado Islámico, que estableció un califato entre Siria e Irak y siembra el terror en la región, Francisco envió un mensaje de paz y diálogo a este grupo circulando por las calles de Ankara y Estambul casi sin cuerpo de vigilancia y a bordo de un vehículo normal, no el blindado que le ofrecían las autoridades turcas. Aunque no hizo mención del grupo en su primer discurso, Francisco rechazó la “mera respuesta militar” contra el terrorismo en Siria e Irak, si bien recordó que es “lícito detener al agresor injusto”.

Bergoglio recordó que en Siria e Irak, “la violencia terrorista no da indicios de aplacarse y en ambos casos se constata la violación de las leyes humanitarias más básicas”. El papa pronunció estas palabras ante el presidente turco, Recep Tayip Erdogan, quien lo recibió en el palacio presidencial de Ankara, en la primera etapa del viaje que hoy lo lleva a Estambul.

El pontífice destacó que Turquía, que acoge refugiados procedentes de esos dos países, “está directamente afectada por los efectos de esta dramática situación en sus confines y la comunidad internacional tiene la obligación moral de ayudarla”. “No se puede permanecer en la indiferencia ante lo que han provocado estas tragedias”, añadió el papa, quien pidió un “gran esfuerzo común” para alcanzar una “paz duradera”, basada en la confianza mutua, y que se destinen recursos “no a las armas sino a las verdaderas luchas dignas del hombre”.

Su discurso tuvo una audiencia superior a la esperada en un país en donde el 97% de la población es musulmana. Aunque en sus viajes el papa está acostumbrado a tener su agenda llena, en esta oportunidad su intención no es llegar al 0,07% de católicos que viven en Turquía, según datos del Vaticano, sino realizar un gesto a favor del millón y medio de refugiados que malviven en la frontera de Turquía con Irak y Siria. Así lo recordó en su discurso: “Miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y su patria para poder salvar su vida y permanecer fieles a sus creencias”.

Francisco volvió a defender el “diálogo interreligioso e intercultural para apartar toda forma de integrismo y de terrorismo, que humilla gravemente la dignidad de todos los hombres e instrumentaliza la religión”. Ya había dicho estas palabras el pasado 8 de junio, cuando se reunió con los presidentes israelí, Shimon Peres, y palestino, Mahmud Abás, “para derribar los muros de la enemistad y tomar el camino del diálogo”, y apeló a la memoria de los hijos caídos en el conflicto de Oriente Próximo para rogarles un nuevo esfuerzo: “Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra”, les dijo. Tanto Peres como Abás coincidieron en que sus respectivos pueblos desean “ardientemente” la paz. “Una paz entre iguales”, dijo el presidente israelí. “Una paz para nosotros y para nuestros vecinos”, insistió el líder palestino.


Erdogán le mostró al papa su preocupación por lo que consideró la “seria y rápida” progresión de la islamofobia y pidió que cristianos y musulmanes luchen juntos para frenarla. “Los prejuicios se desarrollan entre el mundo musulmán y el cristiano. La islamofobia crece seria y rápidamente. Tenemos que actuar juntos contra las amenazas que pesan sobre nuestro planeta: la intolerancia, el racismo y las discriminaciones”. Una empresa que sólo la Iglesia de Francisco puede asumir. Ya asumió el papel de mediador en Venezuela y se convirtió en promotor del diálogo en Oriente Próximo. Ninguna de las tareas propuestas por el papa es fácil, y tal vez muchas están condenadas al fracaso, pero sólo él con su estilo puede asumir un papel en favor del diálogo y en contra de la guerra. Con sus palabras y hechos (la visita a Turquía, que aceptó por invitación del patriarca Bartolomé), el papa se está convirtiendo en un líder de referencia mundial más allá de lo religioso.

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