MADRID (29 Noviembre 2014).- Isabel Pantoja (58
años) no podrá ni tirar al plato cuando salga de prisión. La Guardia Civil
inició hace 11 días el proceso para revocarle su permiso de armas, según un
informe al que ha accedido en exclusiva La Otra Crónica. La tonadillera, que
está condenada a 24 meses de cárcel por un delito de blanqueo de capitales,
recibirá próximamente en su celda de Alcalá de Guadaíra una carta donde se le
comunicará la retirada de su licencia de armas y se le instará a que designe a
una persona para que entregue las que tenga en su poder.
Carabina
BRNO que tendrá que entregar
La artista había renovado sus dos permisos (E para
escopeta y D para rifle) en febrero de 2013 en el cuartel de la Guardia Civil
de la calle Guzmán el Bueno de Madrid y ambos caducaban en el mismo mes de
2018. La cantante pagó unos 20 euros por la gestión y antes de ello tuvo que
pasar el reconocimiento médico pertinente en un centro de Alcobendas.
Ahora no podrá utilizar ningún arma hasta que
consiga borrar sus antecedentes penales en el plazo aproximado de tres años
desde que salga del centro penitenciario.De acuerdo a la orden de la
Benemérita, Pantoja tendrá que entregar una carabina de la marca BRNO (arma
sólo apta para el tiro deportivo pero que utilizan ilegalmente los cazadores
furtivos dado que es muy silenciosa) y tres escopetas (fabricadas por El
Chimbo, Armas E.G.D. y Arrieta Manufacturas) dado que ninguna persona con
antecedentes penales o policiales puede portarlas, según establece la ley.
La colección en poder de la cantante tendría un
valor superior a los 7.000 euros
En el informe se especifica que Isabel Pantoja tiene
en su finca Cantora, además, dos escopetas inutilizadas por la Guardia Civil
(de las marcas Ignacio Ugartechea y Aguirre y Aranzabal y que sólo pueden
servirle de decoración) y dos armas que ya ha depositado en la Benemérita (otra
escopeta de Miguel Larrañaga y un rifle Sako). Según expertos en armamento, el
valor económico de este arsenal podría superar los 7.000 euros.
Herencia
de Paquirri
La ex novia del ex alcalde de Marbella, Julián
Muñoz, heredó todas estas armas de su marido fallecido, el matador de toros
Francisco Rivera Paquirri. Sin embargo, en el momento de la muerte del torero,
tuvieron que ponerse a nombre de un amigo íntimo de la cantante, pues ésta no
tenía todavía licencia, según confirman sus más allegados. Fue esta persona la
que le ayudó a sacarse los papeles para poder portar armas de fuego y fue
entonces cuando todas ellas pasaron a nombre de la tonadillera.
Lo cierto es que Pantoja llegó a heredar más armas
de las ocho que cita la Guardia Civil. Sin embargo, la cantante fue, según su
círculo, «víctima de un engaño» y se las regaló sin saberlo a Juan Cuevas, el
antiguo capataz de Cantora que fue despedido en el año 2011. Este hombre, según
fuentes cercanas a la artista, le llegó a pedir a la cantante hace unos años
que le firmase un papel para poder "pasar revista" a las armas en la
Intervención de Armas de la Guardia Civil de Vejer de la Frontera (Cádiz). Sin
embargo, sus intenciones fueron otras, según el entorno de Pantoja.
Rifle
Sako que heredó Pantoja de Paquirri
"Isabel firmó ese documento sin leerlo porque
se fiaba de él. No sabía que con esa firma le entregaba realmente las cuatro
armas de mayor valor que heredó de Paquirri. Luego el capataz las vendió,
aunque él nunca lo llegará a reconocer", comenta un amigo de Pantoja. Éste
afirma que la cantante se "agarró un buen cabreo tras enterarse del
engaño" de Cuevas.
LOC se ha puesto en contacto con el antiguo capataz
para saber qué ocurrió realmente con las armas de Paquirri. Durante 33 años
este hombre fue el guardián de Cantora y hombre de confianza primero de
Paquirri y después de Pantoja. Según sostiene Cuevas, la artista decidió
libremente poner esas armas a su nombre y no mediante un engaño, tal y como
sostienen desde el círculo de la artista. El antiguo empleado de Pantoja
mantiene que no ha vendido esas armas y que sólo se limitó a depositarlas en
las dependencias del Cuartel de la Guardia Civil de Vejer de la Frontera. Sin
embargo, no puede confirmar que esos utensilios se encuentren ahora allí, lo
que alimenta aún más la versión de que realmente las haya colocado al mejor
postor.
"Según la ley se debe de respetar un tiempo de
reclamación. Pasado este tiempo, las armas que han sido depositadas y que nadie
ha reclamado son subastadas o rifadas y vete tú a saber dónde se encuentran, ni
quién las tiene", asegura Cuevas, anticipando su coartada. Su testimonio
difiere por completo del aportado por los allegados de Pantoja, que siguen
pensando que esta persona las ha vendido para sacar tajada. Con este caldo de
cultivo, parece que se avecina una guerra mediática entre el entorno del capataz
y el de la artista a cuenta de las escopetas de Paquirri, que han sido
reclamadas hasta por sus hijos Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez.
Tiradora
de plato
Isabel Pantoja solía acompañar a Paquirri en sus
mañanas de caza por Cantora -uno de los cotos de caza menor más privilegiados
de Andalucía-, aunque según fuentes cercanas a la cantante, ella no solía
disparar contra animales. "Isabel tiene la licencia de caza sacada en
Andalucía, pero a ella lo que le gustaba era practicar el tiro deportivo, tirar
al plato", subraya un amigo cazador.
A pesar de que lo suyo no era matar seres vivos,
Isabel ha sido cazada en más de una ocasión por los paparazzi disparando a
conejos o a perdices en su coto de Cantora. Un coto cuya propiedad sigue
teniendo Isabel Pantoja, pero que desde hace años es alquilado y explotado por
Angel Vilariño Fontecoda.
De
caza con Julián Muñoz
Paquirri no fue el único hombre en la vida de Isabel
con el que compartió días de caza. Durante los meses de romance oculto en los
que Isabel Pantoja fue la otra en la vida perfecta del alcalde de Marbella, la
pareja disfrutaba de su pasión por las armas durante largos fines de semana en
Cantora. Se lo pasaban en grande tirando al plato y cazando perdices. Eran
tiempos en los que Julián se presentaba en plena campaña, como un padre
ejemplar, y aparecía en los actos públicos como un marido felizmente casado,
del brazo de Mayte Zaldívar.
Tiempos en los que siempre buscaba una excusa para
correr en brazos de una Isabel Pantoja que, recluida en Cantora, esperaba su
momento. Ya por entonces, Julián dormía cada vez menos en su casa. Las idas y
venidas a Cantora se sucedían y las guardias a las puertas de la finca
comenzaron a ser maratonianas y dieron sus frutos.
Con la llegada de Julián Muñoz a la vida de Isabel,
como casi todo en la azarosa vida de la tonadillera, llegaron varias
adquisiciones nuevas. El alcalde, quién sabe si para complacer los deseos de
Isabel, adquirió varias escopetas cuyo destino final nunca ha sido aclarado.
En una ocasión, Julián en plena guerra mediática con
la Pantoja y tras una dolorosa ruptura, le reclamó a través de las cámaras de
televisión que le devolviera las cosas que él había dejado en la finca, entre
ellas las armas que había comprado. Pero esa reclamación nunca llegó a buen
puerto y las armas adquiridas y los más de diez caballos "fueron
malvendidos a un ex amigo de Isabel, Pepe El Soldado".
Desde entonces, ella no ha sido retratada cazando o
disparando en Cantora, quizás porque ella siempre ha preferido la tranquilidad
y la paz de la pesca. Una afición que compartió durante años con su gran amiga,
María del Monte.
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