PUERTO PRÍNCIPE, Haití (8 Enero 2015).- Cinco años
después del terremoto que destrozó Puerto Príncipe, Haití no ha logrado
recuperarse: miles de personas aún duermen en carpas o intentan sobrevivir en
la miseria, heridas y traumatizadas.
Justo después del terremoto del 12 de enero de 2010
que dejó más de 300.000 muertos en el país más pobre de América, los medios de
comunicación se desplegaban por todos los lugares donde se vivía el drama.
El mundo entero se solidarizó y las promesas de
ayuda para reconstruir a Haití fueron de miles de millones de dólares. Pero una
gran parte del dinero prometido nunca llegó, y el esfuerzo del país por
reconstruirse se encontró con nuevos obstáculos: una inestabilidad política
crónica y una epidemia de cólera - aparentemente introducida por los cascos
azules de Nepal enviados a ayudar por el sismo
que dejó más víctimas.
La ayuda internacional se gastó durante las semanas
y meses después del sismo para responder a necesidades urgentes, pero la
recuperación a largo plazo del país sigue siendo un debe. "Hace cinco años
los ojos del mundo entero miraban a Haití tras el terremoto devastador que
destruyó tantas vidas y dejó a cerca de dos millones de personas sin
casa", destacó Chiara Liguori, de Amnistía Internacional. "Lamentablemente,
desde entonces, el interés del mundo disminuyó al tiempo que decenas de miles
de personas aún no tienen recursos ni domicilio".
Antes de la catástrofe, Haití ya era uno de los más
pobres del mundo. La mayoría de los refugiados reconstruyeron ellos mismos su
vivienda o recibieron la ayuda de organizaciones humanitarias locales o
internacionales que trabajan con el gobierno haitiano.
"Inmediantamente después del terremoto había
1,5 millones de personas sin hogar. Hoy, cinco años después, quedan un poco menos
de 70.000 que viven en carpas", comentó Harry Adam, director de la unidad
pública oficial de construcción que depende del gobierno.
Días
sin comer
Hay quienes no tuvieron la suerte de encontrar o de
poder construir nuevas casas viven en viviendas de lona, como las que se
encuentran en el campamento Corail, Canaan, en la periferia de Puerto Príncipe.
Allí, quienes no tienen hogar viven bajo toldos, sin
agua corriente, sin electricidad, y sin empleo. De hecho, la falta de trabajo
es una de sus reivindicaciones recurrentes.
"Comparado a Puerto Príncipe, donde se puede
vender fácilmente cualquier cosa, aquí (en Canaan) no hay trabajo, no hay nada,
entonces la gente no puede comprar nada", se queja Djouvens Noel, uno de
los habitantes.
Según el último balance de Amnistía Internacional,
85.432 personas aún no tienen casa y 25.000 familias viven en condiciones
precarias. Miles de otras personas fueron expulsadas a la fuerza de los
refugios, afirmó la organización.
"En medio del desastre parecía que el problema
de alojamiento en Haití al fin sería tratado con seriedad. Pero este sueño se
evaporó rápidamente", expresó Liguori.
Otros sobrevivientes perdieron más que sus casas. En
el campamento La Piste, unos 4.000 amputados viven en chozas. "Debido a mi
pierna amputada, aunque quisiera trabajar no podría hacerlo", lamentó
Jean-Baptiste Saint-Milio. "A veces me dan alimento para los niños pero a
veces ellos tienen que quedarse sin comer varios días".
Las organizaciones no gubernamentales como Handicap
International hacen lo que pueden en un país al que le faltan especialistas
para fabricar prótesis y enseñar a usarlas a los amputados. Los dirigentes del
país se sienten frustrados: una gran parte de los 9.000 millones de dólares de
ayuda prometida por organizaciones internacionales después de la catástrofe
nunca llegó.
Un monto de la ayuda fue utilizado directamente, sin
pasar por las autoridades haitianas, o jamás fue entregado. Y si bien el
gobierno haitiano no está exento de reproches, los observadores subrayan que
sus argumentos tienen fundamentos."Una parte de este dinero había sido
prometida y no fue entregada, entonces jamás existió realmente", destacó
Jonathan Katz, autor del libro "The big truck that went by" sobre el
terremoto y sus consecuencias.
"Sumas importantes fueron destinadas a pagar
pequeñas medidas de ayuda temporaria desde el principio, que no estaban
destinadas a durar demasiado tiempo", concluyó.
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