BOGOTÁ (6 Abril 2015).- Hace diez años, Ricardo
Montaner, en una conversación íntima con su padre, prometió no emitir juicios
de valor sobre el entonces presidente venezolano Hugo Chávez y su gobierno.
Para Montaner, el tiempo ya pasó, su promesa se cumplió y expiró. Cansado de
los atropellos que continúan en Venezuela, empezó nuevamente a mostrar su
opinión.
Desde su casa en Miami, donde vive en el exilio
desde hace 15 años, cuando salió de Caracas tras un intento de secuestro, les
canta a su familia, a su esposa y a quienes lo han acompañado durante su
carrera musical. Tiene tres nacionalidades y una voz con mucho eco.
Ricardo es de esa época en la que los cantantes se
cambiaban de nombre por uno artístico. Su nombre de pila es Héctor Eduardo
Reglero, un argentino que llegó a los siete años a Maracaibo. Quiso ser
periodista hasta que un profesor lo motivó a dejar su carrera y probar suerte en
la música. Está agradecido con Dios por las cosas que le ha regalado la vida y
por esto les hace un homenaje a su familia, a su esposa Marlene y, como es
habitual, al amor.
Lo hemos visto muy activo políticamente. Usted es un
artista, cuya voz tiene eco.
Yo canto para todos lados, para quien está del lado
del gobierno y quien está en la oposición. Pero, desgraciadamente, las
circunstancias en el caso de Venezuela me han obligado a tomar posición, que
según mi punto de vista, es lógica. Quiero libertad para todo el pueblo y este
compromiso que he asumido públicamente ha tenido consecuencias, como por
ejemplo que hoy canto solamente para la mitad y un poco más de los venezolanos.
La otra mitad, por culpa de lo que sucede en mi país, no quiere mirarme, escucharme
o sentirme tan de ellos como me sentían en otras épocas.
Antes
de morir, su padre le pidió una sola cosa, ¿qué le pidió?
Mi papá me pidió que no me expresara mal del
entonces presidente Chávez y que no interviniera diciendo cosas que podrían
dañar la imagen del mandatario, cosa que acepté en honor al amor de mi padre.
¿Él
era chavista?
Sí. En los últimos años de vida de mi papá estuvimos
distanciados porque él pensaba de una manera y yo de otra. Faltando un año para
que mi papá partiera, nos acercamos y tratamos de recuperar el tiempo que
habíamos perdido. Ahí fue cuando me pidió que no emitiera juicios respecto al
presidente y le dije que sí. Pero ya pasaron los años, Chávez se fue y me dije:
“creo que ya he pagado lo que le prometí a mi padre”, y empecé nuevamente a
emitir juicios, pero muchas veces las opiniones y los pensamientos respecto a
la política dividen a la familia.
¿Usted
es argentino, venezolano y colombiano?
Sí.
Ya
que le gusta la política, ¿qué opina del proceso de paz?
Como colombiano, creo que hay que hacer cualquier
sacrificio para lograr la paz. Creo firmemente en la paz, no como un proyecto
de Santos, sino como un proyecto colombiano. A Colombia le urge tener paz.
Y
cuando usted ve al presidente Santos apoyando a Maduro, ¿qué siente?
Lamento mucho eso. Me da una inmensa alegría apoyar
al presidente Santos con el proyecto de la paz y siempre se lo dije a él y a su
gente, pero de la misma manera digo que me da mucho pesar como venezolano no
contar con una posición más clara y tajante ante la situación que están pasando
sus vecinos. No le estoy diciendo a él que se ponga en contra del presidente
Maduro, pero hay que asumir una posición muy clara respecto a la violación de
los derechos humanos.
¿Por
qué decidió salir de Venezuela?
En el año 97 me raptaron y tuve un susto muy grande.
Un domingo a las 2:30 p.m., cuando iba del aeropuerto de Maiquetía hacia mi
casa, me frenaron dos vehículos con siete personas, me obligaron a bajar y me
llevaron. Estuve retenido por siete horas. Me dejaron desesperado en una
carretera rumbo al oriente del país. Cuando llegué a mi casa no me había dado
cuenta de que tenía sangre, me habían hecho un hueco en la cabeza con un golpe
y eso sirvió de alerta. Estuve 15 días sentado en una silla de la terraza de mi
casa, mirando no sé qué; no viajé, retrasé mi disco y le doy gracias a Dios
porque los tipos me soltaron. Hicimos una reunión familiar y tomamos la
decisión de irnos.
Hoy
lanza su nuevo disco, “Agradecido”. ¿Por qué está agradecido?
Siento que nosotros no somos lo suficientemente
agradecidos. Hago un tributo a toda la gente que me ha acompañado en esta
carrera, a todo aquel que me ha pasado la toalla, a todo aquel que me ha dado
aliento y a todo aquel que me ha dado un poco de agua mientras yo corría. Esto
ha sido una carrera de esfuerzo, pero uno no llega solo.
Su
familia parece que lo tuviera todo: una esposa inteligente, unos hijos
amorosos, un papá talentoso y trabajador. ¿Cómo lo logra?
Somos una familia normal, pero no quiere decir que
no pasemos de vez en cuando desvelos, que no nos preocupemos. Ahora estoy
viviendo una etapa muy plena, pero al mismo tiempo empieza cierto temor de ser
tan feliz.
¿Qué
le hace falta ahora?
Tiempo. Yo le pido a Dios que me dé mucho tiempo,
porque son muchas las cosas que quiero hacer, quiero ir mucho a Colombia.
¿Le
teme a la muerte?
Sí, y eso no es de buen cristiano. Me toca batallar
con eso.
Por MARÍA ALEJANDRA CARDONA/Los Informantes
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