MADRID (13 Abril 2015).- Tener una baja estatura se
relaciona directamente con un mayor riesgo cardiovascular. Esa es la conclusión
a la que ha llegado un consorcio internacional de investigadores cuyo trabajo
publica el último número de la revista The New England Journal of Medicine. En
el pasado, otras investigaciones habían asociado el hecho de medir menos que la
media con más problemas de salud cardiaca, pero se pensaba que esta relación se
debía a los efectos de la desnutrición o al hecho de haber crecido en un
entorno socio-económico menos favorecido.
Sin embargo, el estudio que acaba de ver la luz ha
encontrado una explicación genética para la asociación. Según sus datos, una
persona que mide 152 cm tiene un riesgo cardiovascular que es un 32% superior al
de alguien que mide 168 cm. Por cada 6,5 centímetros de aumento en la estatura,
el riesgo disminuye un 13,5%, señalan los investigadores, quienes, con todo,
recuerdan que la influencia de la estatura sobre las posibilidades de padecer
un problema de corazón es mucho menor de la que tienen factores como el
tabaquismo, que aumenta hasta en un 300% el riesgo cardiovascular.
“En los últimos años se han identificado un gran
número de variantes genéticas que determinan la altura de un individuo”, ha
señalado en declaraciones al diario británico The Guardian Nilesh Samani,
especialista de la Universidad de Leicester y principal firmante del trabajo.
Con esa idea en la cabeza, su equipo se planteó que
quizás hubiera también una relación entre esas variantes y la enfermedad del
corazón. Y para averiguarlo, examinaron el perfil genético de más de 200.000
personas (65.000 de ellas tenían problemas cardiovasculares).
Su trabajo puso de manifiesto la existencia de una
relación entre las variantes genéticas asociadas a la estatura con la
enfermedad cardiovascular. Concretamente encontraron que algunas de estas
mutaciones también estaban asociadas a niveles más altos de colesterol y
triglicéridos, dos conocidos factores de riesgo de problemas coronarios.
Con todo, los investigadores reconocen que esta
asociación no es suficiente para explicar el nexo hallado entre estatura y
trastornos de corazón, por lo que tiene que haber otros mecanismos, también
relacionados con los genes de la estatura, implicados. Por ejemplo, sugieren,
es posible que el ADN que marca cuánto medirá una persona también influya en el
desarrollo de sus vasos sanguíneos, lo que puede marcar su salud
cardiovascular.
En la revista médica, los investigadores subrayan
que la relación encontrada era estadísticamente significativa sólo en hombre.
“En mujeres estaba mucho más atenuada”, ha reconocido Samani, que apunta que
hay varias posibles explicaciones para estas diferencias: podría deberse a
características propias del género, pero también a que fueron analizadas menos
mujeres que varones en el estudio.
Fuente
EL MUNDO.ES
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