MONTMELÓ (9 Mayo 2015).- Dos años después, Nico
Rosberg volverá a comandar al pelotón en el arranque del Gran Premio de España.
Un Nico mucho más maduro pero acostumbrado a vivir a la sombra del bicampeón
Lewis Hamilton. El alemán celebró sin muchos bríos su conquista quizás porque
su gran obsesión es lograr su primer triunfo de la temporada, tras un arranque
en el que tanto su compañero como los Ferrari -bien Vettel, bien Raikkonen- lo
han ido eclipsando en cada parada del Mundial. Fue la primera 'pole' sin el
sello de Hamilton esta temporada y eso ya es una gran novedad. Y en la quinta
plaza, Carlos Sainz, sobremotivado ante los suyos, en su mejor clasificación
del curso. La mejor también de un Toro Rosso sobre el asfalto catalán. Un
formidable trampolín desde el que seguir ampliando su botín de puntos. Los
Mercedes, con Alonso, 13º, volvieron a quedarse en la Q2.
Fue el primer gran día de la temporada para Nico
Rosberg, que ha vivido un estreno ensombrecido por las genialidades de su
compañero Lewis Hamilton y de su resurgido compatriota Sebastian Vettel. Su
segunda 'pole' en Barcelona, dos años después de la anterior, que terminó
convertida en una sexta posición. En aquel mediodía donde los Ferrari de Alonso
y Massa vivieron su último domingo mágico. A Rosberg, que no partía tan alto en
la parrilla desde la última parada del pasado Mundial, en Abu Dhabi, le tocará
vigilar el retrovisor, ante la amenaza de Hamilton, segundo, y Vettel, tercero.
Rosberg aparte, hubo también un chaval que disfrutó
de lo lindo sobre uno de sus circuitos favoritos. Carlos Sainz se sabe de
memoria cada rincón de Montmeló y no levantó dudas sobre sus conocimientos tras
firmar la quinta posición de la parrilla. Su mejor puesto desde que aterrizó,
hace sólo unos meses, en la Fórmula 1. De ahí la sonrisa de placer y el efusivo
saludo desde su coche a unos aficionados necesitados de éxitos de los suyos
tras el paréntesis en el que vive Alonso.
"¡Quién me iba a decir que saldría quinto! No
sabéis lo bien que sabe", proclamaba en el paddock el piloto madrileño. Un
zarpazo que supo mejor al ver a su joven compañero Verstappen justo detrás del
alerón de su Toro Rosso. Igual que a Raikkonen o a los dos Red Bull. La mejor
manera de estrenarse entre los grandes y una pasarela perfecta para, igual que
hizo en Australia y Malasia, volver a anotar algún punto en su casillero.
Hamilton, Rosberg, Vettel y Raikkonen tuvieron
tiempo de guardar fuerzas para la batalla final, ya que un pequeño acelerón les
había servido para sellar su pase a la Q3. Algo tan sencillo para Mercedes y
Ferrari como aún utópico para los McLaren, que tenían fe en este gran premio
para poder estar en ese ansiado 'top ten' de la parrilla. Fernando Alonso
volvió a clavar sus tiempos, de nuevo a 1.6 de la cabeza y aparcó su monoplaza
en la 13ª posición. Una por delante de su socio Button. Un escalón más cerca
del objetivo, pero aún sin encontrar ese punto dulce con el que viajar junto a
los grandes.
Fue la confirmación de lo que asomó unos minutos
antes durante la Q1. Cuando Alonso y todo el box de McLaren resoplaron tras
certificar que no había amenazas por la retaguardia. El resoplido tuvo lugar en
el epílogo de la Q1, la primera criba de la clasificación. Porque el bólido
británico estuvo a punto de quedar anclado, sumergido de nuevo, en la zona más
profunda y pantanosa de la parrilla. En lo que habría supuesto (o parecido) un
frustrante paso atrás. El asturiano, igual que todo el fin de semana, cruzaba
la meta a 1.6, en la 15ª posición. Un par de décimas y puestos peor que su
compañero Jenson Button, que también había logrado salvar, sin demasiados
alardes, la papeleta. "Sería muy triste que el monoplaza estuviera en el
límite", reconocía con un poso de decepción el asturiano al término de la
sesión.
Fernando Alonso charló con los ingenieros en el box,
tras bajarse del monoplaza, se colocó la gorra y salió a saludar a la afición
de la tribuna principal. La misma que lo vio elevarse al infinito en aquel
mediodía de 2013, en el que su Ferrari F138 voló por encima del resto. Fue su
última gran proeza en la Fórmula 1. De aquello han pasado ya dos años muy
largos, muy fríos y ahora viaja en un McLaren que sigue tratando de
encontrarse. Roberto Merhi, por su parte, volverá a cerrar la parrilla.
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