PUERTO RICO NO TIENE CAMINO CLARO PARA SALIR DE SU CRISIS; PÚBLICO HARTO DE AUSTERIDAD
SAN JUAN, Puerto Rico (29 Junio 2015).- Su economía
ha estado estancada en una recesión durante años. El público está harto de la
austeridad. Los inversionistas quieren grandes primas para prestarle a un
gobierno sumergido en deuda, sin la capacidad de devaluar su moneda.
¿Se trata de Grecia? No, estoy hablando de Puerto
Rico, el territorio autónomo estadounidense cuya crisis de deuda se ha estado
cocinando durante mucho tiempo —su deuda de US$72.000 millones, que equivale a
casi 70% de su producción económica, mucho más que cualquier otro estado de Estados
Unidos— está cerca de su punto de ebullición.
Las firmas calificadoras de crédito anticipan que
esta semana la proveedora de electricidad de la isla, la Autoridad de Energía
Eléctrica, que ha tomado prestados US$9.000 millones, no cumplirá con un pago a
sus acreedores, en lo que sería una de las mayores cesaciones de pagos
municipales en la historia.
Las cosas no mejorarán después de esto. Los
analistas creen que el gobierno central se quedará sin dinero tan pronto como
julio, lo que llevaría a un cierre del gobierno, licencias laborales no
remuneradas y otras medidas de emergencia.
“Esto será doloroso durante los próximos dos a tres
años”, afirmó en una entrevista Pedro Pierluisi, el representante demócrata de
la isla en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. “El gobierno está
enfrentando serios problemas de flujo de caja”.
“Es una tarea de Sísifo”, indicó Richard Ravitch, el
ex asistente del gobernador de Nueva York quién dirigió la reestructuración
financiera de Nueva York en los 1970 y actualmente está asesorando a Detroit.
¿Cómo es que EE.UU. terminó con su propia versión de
Grecia?
Los problemas de Puerto Rico se remontan al final de
la Guerra Fría, cuando EE.UU. comenzó a cerrar bases militares en la isla,
cuyos residentes tienen ciudadanía estadounidense pero no pagan impuestos
federales sobre sus ingresos locales.
El vencimiento de las exenciones tributarias en 2006
provocó un éxodo de empresas farmacéuticas y otros fabricantes, conduciendo así
a la isla a una profunda recesión.
Conforme la economía empeoraba, la migración a
Estados Unidos continental se ha acelerado, lo que ha reducido aún más la base
de contribuyentes. La población de Puerto Rico ha descendido 4,7% desde 2010 a
3,5 millones, un periodo en el que EE.UU. en general creció 3%.
El gobierno —la isla cuenta con un gobernador y una
legislatura, así como su propia constitución— se endeudó mucho para equilibrar
su presupuesto y ha sufrido déficits, algo prohibido en la mayoría de los
estados del país, durante la última década. El Congreso de EE.UU. facilitó el
endeudamiento al conceder a Puerto Rico el inusual poder de emitir bonos que no
están sujetos a impuestos federales, estatales o locales.
El resultado fue que Puerto Rico, que fue tomada de
España después de la guerra hispano-estadounidense de 1898, ha acumulado una
deuda que equivale a casi la mitad de la de California para una población que
es menor a un décimo del tamaño de ese estado.
Al mismo tiempo, la economía enfrenta grandes
problemas estructurales. Una burocracia en rápido crecimiento y altos costos de
electricidad atrofian la inversión empresarial. La evasión de impuestos ocurre
desenfrenadamente. El desempleo es alto, a 12%, y menos de la mitad de todos
los civiles forman parte de la fuerza laboral, comparado con un 63% en EE.UU.
continental.
Los economistas dicen que los inflados beneficios
sociales desalientan el trabajo —el porcentaje de la población de edad laboral
que recibe indemnizaciones por invalidez es casi 50% mayor que en los 50
estados del país— mientras que un salario mínimo alto relativo a la
productividad y los ingresos locales disminuye las oportunidades laborales para
trabajadores jóvenes y poco cualificados.
Las escalonadas crisis de liquidez solamente
empeorarán las cosas. Una asignación de fondos concedida por el gobierno
federal para gastos médicos se agotará después de mediados de 2018 y amenaza
con dejar otra amplia brecha en el presupuesto.
¿Cuáles con las opciones? No está claro si Puerto
Rico puede regresar a los mercados de crédito. Incluso si pudiera, los
inversionistas podrían demandar retornos más altos, lo cual “retira las
herramientas disponibles para afrontar los problemas económicos”, puntualizó
Joseph Rosenblum, director de investigación municipal de AllianceBernstein.
Los funcionarios del Departamento del Tesoro de
EE.UU. han estado viajando entre Washington, Nueva York y San Juan este año
para obligar a los funcionarios a cerrar las brechas presupuestales. La
posibilidad de recibir sustento financiero de Washington parece remota. Los
funcionarios han declarado en repetidas ocasiones que un rescate federal no es
una opción.
“No prevemos que el gobierno federal venga al
rescate”, apuntó Ted Hampton, un analista de Moody’s MCO +1.20% Investors Service. “Generaría muchas dudas”.
La mayoría de los bonos de Puerto Rico están en
manos de fondos mutuos estadounidenses, y estos junto con los garantes de los
bonos sufrirán perdidas con una cesación de pagos. La crisis probablemente no
impactará el resto del mercado de bonos municipales de US$3,7 billones
(millones de millones) ya que los problemas económicos son específicamente de
Puerto Rico, dijo Hampton.
El particular estatus territorial de la isla también
implica que carece de las herramientas legales disponibles para las
municipalidades estadounidenses o países extranjeros para reestructurar su
deuda. Debido a que es un territorio autónomo, está excluido del Capítulo 9 de
la ley de bancarrotas de EE.UU., aunque la isla ha estado trabajando para
cambiar esto. Tampoco puede devaluar su divisa —el dólar estadounidense— ni
buscar ayuda del Fondo Monetario Internacional.
A principios del año, un juez federal anuló una ley
local que habría abierto un camino para reestructurar las corporaciones
públicas del territorio, incluyendo la AEE. Un proyecto de ley presentado en el
Congreso permitiría a la isla dejar que esas entidades accedan a las
protecciones del Capítulo 9, pero no ha avanzado y enfrenta la oposición de
acreedores de fondos de cobertura y algunos republicanos conservadores.
Muchos observadores opinan que todos los caminos
llevarán al mismo sitio: una restructuración de la deuda. La pregunta es cuánto
tiempo tomará para llegar a ese punto.
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