PARÍS (7 Junio 2015).- Jornada impresionante de Stan Wawrinka. "Jugué
el partido de mi vida", no dudó en marcar el suizo tras su consagración.
Minutos antes había desbordado a puro winners y tiros mágicos a Novak Djokovic
por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 en la final de Roland Garros.
Segundo título de Grand Slam para él, tras Australia
2014. El serbio, en tanto, volvió a ceder en la final en París -por tercera
vez- y sigue sin lograr el Grand Slam de carrera.
ontrol, puntos largos, movidas estratégicas. Así
fueron los primeros compases de la final, con un Djokovic parado un poco más
atrás en la cancha, producto de la potencia de Wawrinka.
El serbio, de todas maneras, jamás cedió la
iniciativa. Siempre estuvo pendiente del ataque.
Así fue que ya en el primer game tuvo oportunidades
de quiebre; y logró dar el golpe con la devolución en el séptimo juego para el
4-3.
Wawrinka no sintió del todo el impacto, a pesar de
haber perdido su servicio con una doble falta. Continuó con su plan de abrir la
cancha con tiros cruzados y cerrar puntos con winners paralelos. La velocidad
de piernas y los contragolpes de Djokovic, su principal problema.
El serbio mantuvo el eje y llegó a tener doble punto
de set en el 5-4, pero el suizo respondió ante dos subidas a la red. Luego sí,
tras levantar un break point, el N°1 pudo establecer el inicial 6-4.
Acorde al marcador, el suizo fue de menor a mayor en
el segundo set. Tras pasar un momento de apuro en el primer juego, con su
servicio, pasó a sentirse más cómodo en cancha.
Se plantó en una posición dominante, con mayor
facilidad para acelerar su bola y puso en serios aprietos a Djokovic desde la
devolución. Tuvo puntos de quiebre en el 2-1, 3-2 y 4-3, pero no pudo cerrarlo.
Y cuando menos se lo esperaba, golpeó. Desde el
0-30, reaccionó, generó una chance y puso el 6-4 que igualó en sets la
definición.
Djokovic siguió en problemas. Su bola quedaba corta,
sin peso e ideal para ser castigado por Wawrinka. El suizo ofreció su primera
amenaza con la devolución en el game inicial del set y terminó quebrando con
cuatro puntos perfectos a puro tiro ganador.
Tras cortar una racha de 10 puntos seguidos, el
suizo tuvo que dar una prueba de autoridad: salvó unbreak point y se puso 5-2 al
frente. Todo en sus manos. Y no dudó para quedar 2-1 en sets.
En el cuarto parecía llegar la recuperación de Nole.
El serbio no se rindió, siguió trabajando y no bien Wawrinka empezó a fallar un
poco con sus impactos, se metió en el partido: quiebre y 3-0. Pero había más
del suizo, mucho más. De nuevo en partido.
Achicó cifras con un arsenal de tiros ganadores y
-para destacar- una impactante movilidad de piernas para pegar siempre bien
plantado. Y volvió a tomar el control, a pesar de que Djokovic llegó a salvar
dos puntos de quiebre y se puso 4-3 y triple break point. Ahí, con la reacción
de los tres puntos consecutivos, empezó a abrazarse al éxito.
Con el 4-4 en el marcador, tras ese juego anímico,
Wawrinka volvió a quebrar. Y con su saque, tras superar algunos nervios
lógicos, pudo cerrarlo. Primero, desperdició un match point; luego, levantó un
punto de quiebre; y finalmente lo terminó ganando. ¿Cómo? Con un revés
paralelo, su sello en la final en París.
De esta manera, Djokovic, en su tercera final en
Roland Garros, tendrá que volver en 2016 con la ilusión de unirse a una lista
de solo siete nombres, con títulos en los cuatro Grand Slams: Fred Perry, Don
Budge, Roy Emerson, Rod Laver, Andre Agassi, Roger Federer y Rafael Nadal.
Sus lágrimas de impotencia en la entrega de premios,
una clara imagen de la oportunidad que no pudo aprovechar.
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