MIAMI (20 Julio 2015).- Abiertas las embajadas en las dos capitales, a
Estados Unidos y Cuba les queda por hacer dos cosas en términos diplomáticos:
nombrar embajadores y decidir dónde abrir los consulados.
Los dos países tienen procesos totalmente diferentes
en cuanto a nombrar embajadores en el extranjero. El sistema cubano es mucho
más expedito que el estadounidense. En La Habana el nombramiento de un
embajador depende de una decisión política, tomada dentro del gobernante
Partido Comunista y de otra por parte del estado donde el ministerio de
Exteriores tiene la primera palabra y el Consejo de Ministros la última.
El nombramiento de un embajador cubano depende de
una decisión política
Pero como ambas instancias, dada la naturaleza del
régimen cubano, se funden, el nombramiento de un embajador es un proceso rápido
donde los dos elementos más importantes que suelen tener en cuenta es el nivel
de confiabilidad del individuo nombrado, su conocimiento del país hacia donde
será enviado y de cómo ha seguido la política de la isla hacia él.
En el caso de Estados Unidos, los corrillos del
poder en La Habana se han mantenido bastante herméticos en relación al nombre
del futuro embajador cubano en Washington. Sin embargo, en un país donde a la
prensa hay que leerla con pinzas y en las entrelíneas, este fin de semana se
destacó un nombre que ya había surgido en los rumores: José Luis Ponce.
En la década de los años 90, Ponce fue portavoz de
la entonces Sección de Intereses de Cuba en Washington, pero a raíz de un
pequeño conflicto diplomático terminó regresando a La Habana casi al final de
su mandato de unos tres años. Desde entonces ocupó cargos de destaque en el
ministerio de Exteriores y este sábado apareció en un acto juramentación de
nuevos embajadores con misiones ya asignadas en el exterior, el primer grupo
nombrado "después del anuncio del restablecimiento de relaciones con
Estados Unidos" como ha hecho cuestión de destacar la prensa oficial
cubana.
Unos 500 invitados para apertura embajada cubana en Washington.
Uno de los oradores y, posiblemente no por
casualidad, fue precisamente Ponce que habló en nombre de los demás
embajadores. Según la radio local, el nuevo embajador, sin destino oficial aún
desvelado, "se refirió que esta será la primera vez en mucho tiempo que un
embajador cubano no planifique entre sus actividades la lucha por la liberación
de los Cinco Héroes, ese tiempo, aseguró, lo dedicarán a agradecer a las
organizaciones de solidaridad con la Isla por cuánto hicieron en pos de esa
causa".
Los 'cinco héroes' son los cubanos que estuvieron
presos en Estados Unidos acusados de espionaje y por cuya liberación Cuba
desplegó una de las mayores campañas mediáticas de siempre.
En Estados Unidos, el proceso de nombramiento de un
embajador es mucho más complicado. El presidente propone alguien y el nominado
debe ser confirmado por el Senado, la rama del legislativo que supervisa la
política exterior, lo cual lo coloca a la merced del humor político del momento
de los partidos y sus senadores.
En EEUU el embajador lo propone el presidente pero
lo tiene que confirmar el Senado
En este caso, la cosa pinta complicada, porque el
poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado se encuentra fuertemente
influenciado por dos senadores de origen cubano, el republicano Marco Rubio y
el demócrata Robert Menéndez.
Desde que los dos países anunciaron el deshielo el
17 de diciembre, ambos han pregonado a los cuatro vientos que van a torpedear
el nombramiento de un embajador y, aún más, no van a aprobar un centavo más
para el presupuesto del funcionamiento de la embajada en La Habana. "Si
soy electo, lo primero que hago es cortar las relaciones con este régimen
tiránico mientras no se respeten los derechos humanos y no haya
elecciones", ha enfatizado Rubio el domingo en declaraciones a la cadena
CNN.
Si el Senado no aprueba una nominación o retrasa
todo el proceso, el presidente Barack Obama tiene la posibilidad de hacer lo
que se llama 'un nombramiento de verano', un mecanismo que le permite
sobrepasar la Cámara Alta aunque tiene carácter provisional y un plazo de no
más de un año.
Todavía no hay se ha escuchado un nombre pero en las
últimas semanas, tal como en el caso cubano, en los corrillos políticos ha
comenzado a circular la versión de que el ex secretario de Comercio de la
administración de George W. Bush, Carlos Gutiérrez, estaría aspirando al cargo.
De ser cierto es, cuanto mucho, algo sorprendente, porque Gutiérrez es conocido
como un republicano a ultranza que durante la anterior administración y una vez
electo el presidente Barack Obama ha sido un critico habitual del Gobierno de
la isla.
Hay quien cree que lo que ha sucedido es bien
simple, porque Gutiérrez, un ex administrador delegado del gigante alimentario
Kellogg, es de origen cubano y a los 61 años bien pudiera estar en una fase
nostálgica de su vida. Lo cierto es que en las últimas semanas, el ex
secretario de Comercio ha abogado por una apertura hacia la isla, por el
intercambio económico entre las dos naciones y se ha distanciado de viejos
amigos y aproximado de la administración Obama. Si el mandatario le hace caso o
no, es harina de otro costal, pero por el momento dentro del exilio cubano se
han levantado voces radicales y nostálgicas de los viejos tiempos del
enfrentamiento que lo han criticado duramente.
Todo indica que Cuba no tiene prisa en nombrar un
embajador. Por una cuestión de cortesía diplomática pudiera estar esperando a
que Washington, aunque sea por un 'nombramiento de verano', logre enviar
alguien a La Habana. De todos modos, los actuales encargados de negocios, el
estadounidense Jeffrey DeLaurentis y el cubano José Ramón Cabañas, son dos
diplomáticos con amplia experiencia en las relaciones bilaterales.
Los consulados
Queda también por resolver el problema de los
consulados. De momentos cada una de las embajadas alberga un consulado general
pero, tal como sucedía antes del rompimiento en enero de 1961, es normal que
quieran abrir consulados en otras ciudades. Antes del corte, Cuba tenia 14
consulados en Estados Unidos, en ciudades como Miami, San Francisco, Los
Ángeles y Nueva York, entre otras. Mientras que en la isla solo había tres
estadounidenses, en Santiago de Cuba, Camaguey y Holguín.
La semana pasada, Cabañas ha dicho a una afiliada
local de Univision que se justifica la apertura de un consulado en Miami dada
la enorme cantidad de cubanos que viven en el sur de Florida. Pero desde que se
anunció la reanudación de relaciones, el alcalde la ciudad, el cubanoamericano
Tomás Regalado, ha rechazado la apertura de un consulado cubano con el
argumento de que "no puedo garantizar su seguridad" porque "nuestros
ciudadanos no lo aceptarían".
La seguridad de las instalaciones de las misiones
diplomáticas en Estados Unidos depende directamente del Gobierno federal no de
las alcaldías locales, por lo cual Regalado no tiene ninguna potestad en el
asunto, pero como estamos en año de elecciones y su hija se ha postulado para
alcaldesa del condado, el edil parece dispuesto a obviar ese detalle.
De todos modos, todo indica que Cuba tendrá un
consulado en Florida. Seria en la ciudad de Tampa, donde tanto el Gobierno
local como los congresistas estatales y federales elegidos por la región se han
manifestado de acuerdo. Tampa es la segunda ciudad cubana en el estado y su
alcaldía promueve regularmente el viaje a la isla de empresarios y políticos
locales.
Por lo demás, se da por descontado que la isla
abrirá al menos un consulado en Nueva York, otro en San Francisco o Los
Ángeles, sino en las dos ciudades, posiblemente también en Houston y Chicago.
En relación a la diplomacia estadounidense, con toda
naturalidad Santiago de Cuba tendrá su consulado y por lo demás depende de las
prioridades y estrategia del Departamento de Estado en términos de distribución
geográfica por la isla, teniendo en cuenta la existencia de un acuerdo
migratorio que impone el otorgamiento de por lo menos 20.000 visas anuales de
inmigrantes. De todas formas, la apertura de varios consulados a lo largo de la
isla facilita mucho la vida a los cubanos del interior del país que ahora
tienen obligatoriamente que desplazarse a La Habana para obtener una visa, en
un país donde el sistema público de transporte es un dolor de cabeza.
Por
RUI FERREIRA/El Mundo
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